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Es posible que la mayor parte de los socios bilbaínos asistentes haya salido del Euskalduna un tanto indiferente al escuchar las dos óperas que ha ... programado la ABAO. Ya se sabe que el gusto del socio, en general, se escora hacia otro repertorio, con lo que este tipo de ópera teatral no llega a satisfacer. La carencia de arias, dúos y coro en favor del monólogo en 'La voz humana', de Poulenc, y el trato de las voces tan solo como instrumentos en una conversación en la ópera 'Una tragedia florentina', de Zemlinsky, requieren otros puntos de interés que sirvan de atractivo. Por ejemplo, en el soliloquio dramático de Poulenc, la atención se centró en el talento interpretativo de la actriz-cantante y no en la calidad vocal. En su teatralidad, Nicola Beller Carbone, se apoyó en un móvil lo que le permitió moverse libremente en la escena. Además, la desinhibición mostrada por la soprano alemana en el juego sensual impuesto por la dirección de Paco Azorín ayudó sin duda a que la obra se acortara aún más de lo que dura. El trabajo realizado por esta soprano debutante en la ABAO se basó en la concentración y la intencionalidad latente en el texto, ambos aspectos claves en la obra.
Dos debutantes más actuaron en la siguiente obra, 'Una tragedia florentina'. Con la presencia de la misma soprano, la ópera de Zemlinsky falló por su eje, es decir, por el bajo-barítono Carsten Wittmoser. A este cantante que encarnó al personaje principal, el comerciante Simone, le faltó poderío vocal. Ni siquiera nos pareció que tuviera extensión ni de barítono ni de bajo, ya que la parte aguda le resultaba complicada y sus notas graves no se percibían con nitidez. Su personaje, al estar capitidisminuido por la escasa potencia vocal, resultó deslavazado y sin autoridad en escena. No llegó a mostrar su dureza real ni siquiera al final de la obra porque, en lugar de ser él quien estrangula al conde, es su mujer quien lo hace. Por otro lado, nos gustó el color del timbre de Giorgio Berrugi, el tercer personaje que hizo del conde Bardi. Nos gustó la brillantez de su voz y nos quedamos con las ganas de escuchar a este tenor en roles más importantes. En cuanto a la preciosa música de la obra, llena de silencios, breves arrebatos sinfónicos y cortos acordes, la dispuso el maestro Pedro Halffter para el acomodo de los cantantes y ya en la segunda de las dos óperas, metido en el foso y no en la escena como estaba con anterioridad, su batuta fue también protagonista. Así pues, en la primera obra disfrutamos de una soprano con la figura adecuada para seguir los deseos de un director de escena como Paco Azorín. Sin embargo, en la segunda, cuyo peso recae en el barítono, nos hubiera agradado contar con una voz más contundente y con un mayor peso dramático-teatral.
Cantantes: Nicola Beller Carbone (S); Giorgio Berrugi (T) y Carsten Wittmoser (Bajo-Barítono).
Orquesta: BOS.
Batuta: Pedro Halffter.
Director de escena: Paco Azorín.
Euskalduna, 17-II-22.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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