Nagore González, Aitor Borobia, Egoitz Sánchez y Ane Pikaza, en una escena de la obra.. aINHOA GÓRRIZ

María Goiricelaya lleva al teatro el 'caso Alsasua'

Escribe y dirige la obra que estrena el Arriaga esta semana, con cuatro actores que cambian de papel para reflejar «dolores y sentires»

Teresa Abajo

Bilbao

Martes, 26 de octubre 2021

'El caso Alsasua' ha pasado de las páginas de tribunales al lenguaje audiovisual -con la serie de ETB- y ahora llega al teatro. María Goiricelaya escribe y dirige la obra que se estrena esta semana en el Arriaga -jueves en euskera y viernes y ... sábado en castellano- y recorrerá 18 municipios vascos. «Nos gustaría que se viera en otros sitios», afirma la autora, que espera que el público salga «interpelado, sacudido y con ganas de hablar».

Publicidad

'Altsasu' forma parte del proyecto Cicatrizar, que persigue «contribuir a restañar las heridas y a desvelar las cicatrices» dentro de una comunidad mediante dramaturgias contemporáneas. Hay dos equipos de autores, uno de España, dirigido por José Sanchís Sinisterra, y otro de Colombia. Se mueve en un terreno abrupto que Goiricelaya ya ha transitado con 'El patio de mi pasa', que aborda la convivencia en Euskadi después del terrorismo y fue finalista en los Max. Su objetivo en esta ocasión es «reflejar los múltiples dolores» que ha provocado este caso y «poner a la justicia en el centro para ver cómo funciona».

La obra es una ficción construida a partir de hechos reales. La agresión a dos guardias civiles y a sus parejas en el bar Koxka de Alsasua el 15 de octubre de 2016 se traslada a la noche de Carnaval y utilizan el Momotxorro, un personaje típico de estas fiestas, como elemento «poético y onírico» para «dar vuelo» a la trama. «El teatro permite sintetizar sin simplificar, hacer una lectura más abierta que no sea realista al 100%», afirma la actriz Ane Pikaza, que forma con Goiricelaya la compañía La Dramática Errante. Completan el reparto Nagore González, Egoitz Sánchez y Aitor Borobia.

Los cuatro se reparten todos los papeles: los guardias civiles y sus parejas, los jóvenes condenados por la agresión, la jueza y las letradas. En un escenario neutro, los taburetes del bar pronto adoptan la rigidez de la sede judicial. Para los intérpretes es un reto «muy enriquecedor», dice Egoitz Sánchez. «Indagas en el dolor de cada uno de ellos y partes de ahí para darles cuerpo. Hemos tratado de construir personajes de verdad sin representar arquetipos».

Publicidad

La dramaturgia se basa en las actas del proceso judicial que concluyó con penas de entre un año y medio y nueve años y medio de cárcel para ocho jóvenes, recurridas ante el Tribunal de Estrasburgo. También recrea escenas familiares y conversaciones en prisión. La autora ha preferido no buscar testimonios directos «para evitar cierta contaminación». Aspira a mostrar «dolores y sentires» con una «mirada sanadora» y a generar debate en torno al proceso «y la desproporción» de las penas. «Hacer un relato unívoco sería imposible, pero a partir de ahí llegamos a lo que podría ser una verdad compartida: la deslegitimación de la violencia».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad