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Esther Pizarro utiliza mapas para revelar problemas medioambientales relacionados con el cambio climático o fenómenos como la conectividad en la sociedad del siglo XXI. Hasta el 4 de febrero, la creadora madrileña presenta en el Palacio Euskalduna 'Cartografías intangibles', tres espectaculares instalaciones que aúnan arte, ... ciencia y tecnología. En todos los casos, el uso de bases de datos nos sugiere una mirada crítica sobre los problemas de sostenibilidad del planeta, tan preocupantes como invisibles a nuestros ojos. El proyecto ha sido impulsado por Grupo Intermedio y la galería Ponce+Robles.
La red submarina de cableado que une España con el resto del mundo inspira 'Liquid Mapping', una pieza formada por tubos de vidrio en cuyo interior circulan filamentos electroluminiscentes conectados a un diagrama que informa sobre su constante crecimiento. Por su parte, 'Mapping Active Fire Data' (MAFD) visualiza los incendios forestales que ha sufrido el planeta durante la última década a partir de un núcleo central que muestra su dinámica y diez estructuras que dan cuenta de variables como el área quemada, la emisión del CO2 y el número de fuegos. La intervención culmina con 'Space Debris', dispositivo que relaciona las once potencias que emiten desechos al espacio y su distribución en el Cosmos.
La artista habla de cuestiones colectivas y plenamente contemporáneas con artefactos que evidencian la complejidad de nuestro mundo. «Los artistas somos traductores de una determinada realidad, pero utilizando el lenguaje del arte para generar metáforas», aduce. «Si la propuesta fuera meramente científica, emplearíamos otra narrativa. Su mensaje carecería de la carga poética, sería una exposición de datos puros y duros».
El espíritu humanista y el habitual empleo de la cartografía identifican el trabajo de Pizarro, autora de la pieza de luz exhibida en el stand de Bilbao durante la Exposición Universal de Shanghai de 2010. «Es una manera de conceptualizar el territorio que exige un nivel muy grande de abstracción», defiende. Asegura que, como escultora, mapea elementos tridimensionales. En la obra exhibida en Bilbao, destaca la escala global de las cuestiones abordadas y la puesta en escena.
El efecto inmersivo del proyecto está favorecido por la magnitud y el uso de instrumentos audiovisuales e interactivos. La autora niega la vertiente política de su discurso aunque reconoce que «el arte, de manera intrínseca, supone una respuesta social y en mi caso apela a un posicionamiento ante la emergencia climática que sufrimos».
La alianza entre arte y tecnología no resulta tan habitual en España como en otros países europeos. «Esta línea de exploración supone la ruptura de fronteras en los lenguajes y utilizar nuevos recursos para contar mejor las historias», alega. Asimismo, apuesta por colaborar con los expertos en tecnología. «La transdisciplinariedad es un requisito para abordar con mayor precisión los temas que hoy queremos abordar».
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