![«Hay actores que se mueren haciéndolo tan mal como el primer día»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202101/09/media/cortadas/sacritan9-kcXF-U1301625303070fG-1248x770@El%20Correo.jpg)
![«Hay actores que se mueren haciéndolo tan mal como el primer día»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202101/09/media/cortadas/sacritan9-kcXF-U1301625303070fG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Lleva dos años y pico de gira por toda España con el monólogo 'Señora de rojo sobre fondo gris' y no faltan aficionados que, si pudieran viajar de aquí para allá, lo verían tres veces o más. El espectáculo que ofrece José Sacristán (Chinchón, 1937) ... ronda los 90 minutos y es pura vitamina. «Para el corazón y la mente. En marzo interrumpimos las funciones, volvimos en septiembre y, sí, se nota que la gente tiene hambre de teatro. Hay un clima especial», certifica el intérprete, impaciente por salir a escena. Esta tarde, a las 19.00 horas, lo hará en el Muxikebarri de Getxo y mañana, a la misma hora, en el Social Antzokia de Basauri.
- ¿Es una ventaja o una desventaja protagonizar una obra que significa tanto para usted? ¿Corre el peligro de llegar a perder el control de las emociones?
- (Breve silencio) Es cierto que la llevo muy dentro. Es la adaptación de una obra de Miguel Delibes, que era amigo mío, y toda ella gira en torno a la pérdida de su mujer. La concibo como un homenaje a su memoria. Hay mucho sentimiento y emoción. Y eso siempre es bueno, sobre todo si tienes que agarrarte a las palabras de Miguel. Todo fluye.
- ¿Se le pasa volando la hora y media en escena?
- El personaje (Nicolás en la adaptación, un pintor que acaba de enviudar) es el que marca los tiempos y las dinámicas. El público, su atención, condiciona el clima. ¿Qué le puedo decir? Es la magia de todas las noches.
- En este tipo de funciones las toses y móviles deben de ser la peor de las pesadillas.
- No lo sabe usted bien. Son como un campo minado... Te hacen sufrir mucho. Por fortuna, las tablas y la buena memoria ayudan en esos casos.
- ¿De verdad piensa retirarse de la escena después de esta gira?
- Bueno, bueno... No se trata de que yo me retire sino de que muy probablemente, después de este monólogo, no me encuentre con ningún texto que me llene tanto. Además, tengo 83 años y es lógico pensar que en algún momento pueden aparecer 'goteras'. De momento le puedo decir que la gira llega hasta 2022.
- ¿Y si entonces surge algún proyecto escénico que le motive?
- Si estoy en condiciones de disfrutar y pasarlo bien, pues adelante. Ante todo valoro el carácter lúdico del trabajo. Hay mucho sacrificio, investigación y esfuerzo, pero nunca hay que perder la alegría y el goce. Si no tienes eso, malo. Y por cierto, hay cada uno...
- ¿Gente amargada?
- Perversa. Gente que quiere hacer de la vocación una tortura. Ante eso, hay que huir. Si no hay goce, me aparto. ¡A la puñeta!
- Usted tiene debilidad por las nuevas generaciones. ¿Qué le aportan?
- En mi oficio, y yo diría que en todos los oficios, es fundamental esa apertura hacia los jóvenes. No es cierto que el más viejo es el que mejor lo hace. Yo he conocido a actores que se murieron haciéndolo tan mal como el primer día. Nunca hay que dejar de aprender y ponerse al día. Me encanta cuando los más jóvenes cuentan conmigo, ya sean actores, directores o guionistas. Hay gente con muchísimo talento. Yo aprendo de ellos y, modestamente, creo que también puedo aportarles algo.
abandono de la escena
- Siempre al día, pero se empeña en mirar hacia atrás. Usted mantiene muy vivo el recuerdo de sus orígenes.
- Por supuesto. En casa tengo cosas del campo, de Chinchón, muchas fotos... Me gusta estar rodeado de todo eso. Nací en 1937, viví la posguerra, el franquismo y toda esa cosa turbia, pero en última instancia rescato el amor, la ternura y la ilusión por las cosas que me hacían sentirme vivo y ser feliz. Había que tirar p'alante, con dignidad y cierta alegría... No hay que perder la alegría.
- ¿Quiénes le inculcaron esa actitud?
- De niño, mi madre, mi abuela, mi tío... No los olvido. Los llevo muy dentro y ahí soy intocable. Que venga lo que venga, ese recuerdo me hace invencible. Sé de dónde vengo y de quién vengo.
- Pese a haber tenido a su padre en la cárcel, parece que en general se considera un tipo bastante afortunado.
- Hombre, he tenido que currármelo, no lo voy a negar. Al principio todo era muy complicado, pero he trabajado duro y no me ha faltado suerte. Así, paso a paso, he llegado hasta aquí. Como decía el gran Fernando Fernán Gómez, 'vamos durando'. Me siento satisfecho con lo que he conseguido.
- ¿No cree que ahora le hacen la competencia los políticos más que nunca?
- No cabe duda de que los actores y los políticos trabajan para un público. Ellos también se deben a su gente. El problema es la evolución en los gustos.
- Es decir...
- Que toda la ignominia y disparate de ciertos políticos responde al perfil de un grupo de personas. ¿Cuántas personas? Ahí está la cuestión. Nada menos que 72 millones de americanos en el caso de Trump. Y aquí, hay encantados de la vida con la furia terrible de la señorita Ayuso en Madrid. ¿Que por qué actúa así? Porque se lo pide su público. Ella se debe a su gente. Por deformación profesional, soy un gran observador y todo esto me parece desolador.
- Está en muchos frentes. ¿Ya ha tenido tiempo de ejercer de abuelo en los últimos días?
- Tengo a los nietos en París y no, no he tenido ocasión. Y el mayor tiene 30 años. Hace tiempo que sabe que los Reyes son los padres.
- Y usted también lo sabe, claro.
- Sí, sí, pero, oiga, me hago regalos igualmente. El otro día me puse el DVD de la Séptima de Beethoven con Carlos Kleiber. ¡Qué mano izquierda prodigiosa! Le confieso que me hubiera encantado ser director de orquesta. Adoro a Karajan, Bernstein, Celibidache... Aaah, son como dioses.
- Parece que no le cuesta admirar el talento ajeno.
- Todo lo contrario. Tengo una capacidad de fascinación muy desarrollada. Es la misma que tenía de niño. Y no pienso perderla. Respeto muchísimo al crío que fui. Toda mi vida he querido ser fiel al chaval con sabañones y gordito -¡por culpa del puré de harina de almorta!- que soñaba en el cine. Tenía tantas ilusiones, esperanza y ganas de jugar... Eso no lo pierdo. Por nada del mundo.
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