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Juntar a más de dos mil artistas en el mismo recinto tiene algo «casi de ingeniería», asegura Jordi Albareda, el promotor del Fair Saturday y del evento inaugural que se celebra la noche previa y que cuenta con la colaboración desinteresada de los participantes para lograr fondos destinados a proyectos sociales. Reunir a toda esta gente en el concierto de este año –de 30 municipios vizcaínos, de todas las edades a partir de ocho años, de 90 organizaciones culturales, unos pocos conocidos y otros muchos anónimos pero igualmente implicados– es un trabajazo y requiere un plan.
Por eso el Bilbao Arena se inspiraba esta tarde en el control de pasajeros de los aeropuertos para conseguir una entrada fluida: todos los cantantes, mil de ellos niños y niñas con su 'txartela VIP' haciendo la cola, llegando hora y media antes del inicio del concierto, dispuestos a guardar sus cosas bajo sus asientos para no estorbar el paso de nadie, merendando en sus puestos... Y con la turuta a mano, todos, para darle un final divertido y por todo lo alto «al acto colaborativo, participativo y justo» que presume de ser de los más grandes de Europa.
Cada grupo tenía una hora de entrada. A las seis estaban ya esperando los chavales del colegio Ave María de Bilbao. Coreaban el nombre del centro y daban palmas. Una vez dentro, costó que se quedaran quietos y tranquilos. Normal, porque aún faltaba una hora para la actuación de Mäbu, a las 19.30, los teloneros. Y había nervios, también entre los adultos. Chavalería yendo al baño, un grupito haciendo un TikTok, saludos a los familiares entre el público, gente que no encontraba la puerta, prisas...
El acto inaugural tenía previsto empezar a las 20.00 horas, aunque los organizadores ya sospechaban que eso iba a ser un poco difícil. Aparte de dar paso a unas 2.200 voces y músicos (con la Banda Municipal de Bilbao como parte fundamental), había que recibir al público (se esperaban 6.000 asistentes). Pero solo hubo quince minutos de retraso y tras un comienzo que recordaba, musicalmente, a las superproducciones de Hollywood y de Broadway, comenzaba un Fair Saturday al que se fueron uniendo Miren de Miguel, Andoni Martínez Barañano, los Ballets Olaeta, Leire Goti y más adelante Maren, Gatibu, Kalakan... y con ellos coros de toda Bizkaia para cantar 24 temas y dar alguna sorpresa.
Las luces, tal y como se había prometido, contribuyeron a crear un ambiente de gran fiesta con aspiraciones de justicia social. Iñaki Irastorza, el director de iluminación del programa de televisión 'La Voz', del Benidorm Fest y de la gala de los Goya, tenía como misión jugar con los haces de los 312 focos con capacidad para girar 360 grados, y con otros muchos fijos, para crear efectos durante todo el espectáculo. Por ejemplo, los coralistas estuvieron hasta pasadas las ocho tras una especie de telón de luz y después hubo haces de colores por todo el pabellón, al ritmo de la música.
Durante el concierto, con un intermedio de veinte minutos, se han escuchado obras especialmente recompuestas para la ocasión ('Oh Bella Ciao', 'Hallelujah', de Leonard Cohen acompañado por las linternas de los participantes, el 'Happy Day') y versiones de 'Que canten los niños', 'Imagine', 'Gernika', 'Txoria Txori' y 'Euritan dantzan', entre otros títulos de un repertorio destinado a brillar.
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