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Olaya Suárez
Gijón
Domingo, 26 de noviembre 2023, 09:49
Maritrini tenía 23 años, una hija de meses y un pasado desafortunado que la acabó convirtiendo en la víctima perfecta para hacerla desaparecer. A ella y a su bebé. Nadie las buscó durante años. Nadie las echó en falta. La Policía Nacional se ha propuesto saber qué pasó con ellas y sobre todo, quién lo hizo. Buscan sus cadáveres. Porque todas las pruebas apuntan a que están muertas.
Lo extraño del caso de la desaparición en 1987 de la gijonesa Maritrini Suardíaz Suero y de su bebé Beatriz no es que la Policía Nacional las busque ahora con ahínco y no haya dudado ni escatimado medios para excavar en solares y viviendas para localizar sus cadáveres. Lo mas revelador para lograr desentrañar la complicada vida de esta mujer es que su familia, su único hermano, no interpuso la denuncia por su desaparición hasta quince años después de dejar de saber de ella y de su sobrina. Mari Trini y su hija no tienen ya a nadie que las llore. Su hermano, su única familia directa, falleció hace años. Pero madre e hija sí tienen quien las busque. Sobre la mesa de Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría de Gijón sigue como 'asunto pendiente' la desaparición de la mujer, que a día de hoy tendría 60 años y de su hija, que rondaría los 38 años.
Maritrini, con pocos recursos económicos fue criada por su abuela en la localidad de Rozadas, en Villaviciosa. Sus padres, con una vida desordenada, abandonaron a sus dos hijos, que crecieron con el cariño de su abuela y la de sus tíos. Dejó los estudios a muy corta edad y en 1985 su vida se encontró con otra curva sinuosa que acabaría por convertirse en su desgracia: conoció en Gijón a quien acabaría siendo el principal sospechoso de su desaparición. Antonio María da Silva, el 'portugués', natural de Covilha, un hombre 18 años mayor que ella, violento, con antecedentes por lesiones y malos tratos y dedicado al contrabando. Empezó traficando con tabaco en a 'raia', la frontera entre España y Portugal y acabó transportando mercancía ilegal a Suiza: armas, tabaco y todo lo que le supusiese una alta rentabilidad para mantener su nivel de vida. Con esos beneficios se compró una casa en Berbes (Ribadesella) y otra en Matadeón de los Oteros (León). Se casaron en una íntima ceremonia. Para el 'portugués' era su segunda boda. Su primera mujer lo había abandonado poco tiempo antes, con tres hijos y el cuarto en camino, cansada de palizas y amenazas.
Al poco tiempo de que Maritrini se quedase embarazada empezaron los problemas. Durante una de sus estancias en Matadeón lanzó una nota manuscrita por la ventana de la casa en la que pedía ayuda a los vecinos porque Antonio la tenía secuestrada: «Ayudarme, me tiene secuestrada». Intervino la Benemérita, la joven volvió a Gijón y el marido fue detenido y puesto en libertad. La joven no se presentó al juicio. Retomaron la relación y se fueron a vivir a Berbes (Ribadesella). Su niña, Beatriz, nació en el Hospital de Cabueñes en 1986. Ambas fueron acogidas por las monjas de la casita de La Guía, en Gijón, que ya por entonces ayudaban a madres solteras y sin recursos. Recaló en la institución después de que su marido la sometiese a otra agresión y ella le volviese a abandonar. Siempre regresaba. Él la buscaba donde hubiese buscado refugio (en casa de su abuela o con las monjas) y se la volvía a llevar con él. Pero en una de esas partidas, a Maritrini y Beatriz no las volvió a ver.
La última fecha en la que se las puede situar vivas es en verano de 1987. A partir de ahí, ni rastro. La Policía Nacional realizó unas primeras averiguaciones sobre su paradero en 2002 a raíz de recibir la denuncia de su hermano. Se trataba de un hombre que vivía de la caridad en los centros asistenciales de Gijón y que ya los años previos a la desaparición de su hermana había mantenido con ella poco contacto. De aquella la Policía no obtuvo avances significativos y el caso quedó como una desaparición voluntaria de una mujer de un entorno cuestionable que podría haber puesto tierra de por medio.
Hubo que esperar a que en 2015, los mandos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría de Gijón, muy sensibilizados con los casos de desaparecidos, iniciasen los trabajos de investigación tras revisar los temas pendientes y que este en concreto les llamase la atención por ese olfato policial de los viejos caimanes. Había algo que no cuadraba.. Al intentar recomponer las piezas del puzzle saltaron las alarmas. ¿Dónde estaba la mujer y su hija? ¿Y dónde estaba el que era su marido? A él lo ubicaron en Portugal, pero de ellas, ni rastro. Al entrevistarse con Antonio María da Silva, la hipótesis de que detrás de la desaparición había un acto criminal cobró fuerza. Aportaba argumentos vagos e imprecisos, aseguraba que los tres habían viajado a Portugal pero que Maritrini lo abandonó en una carretera, en el Algarve, llevándose con ella a su hija. Su versión carecía de consistencia y más teniendo en cuenta que desde hacía dos décadas Maritrini no había contactado con ningún familiar y tampoco había dejado rastro ni en los servicios sanitarios ni públicos de España o el país vecino. A ello se sumaba que la joven no podía hacer nada por sus propios medios. Era una persona muy dependiente, incapaz de iniciar una vida sola con su hija.
Agentes de la UDEV revisan periódicos
y cartas
hallados en la casa de Berbes
Excavación en la vivienda
de Matadeón de los
Oteros (León) en 2016
Ropa
hallada
en el sótano
de la casa
Agentes de la UDEV revisan periódicos
y cartas
hallados en la casa de Berbes
Excavación en la vivienda
de Matadeón de los
Oteros (León) en 2016
Ropa
hallada
en el sótano
de la casa
Agentes de la UDEV revisan periódicos
y cartas
hallados en la casa de Berbes
Excavación
en la
vivienda
de Matadeón
de los Oteros
(León) en
2016
Ropa
hallada
en el
sótano
de la casa
Agentes de la UDEV revisan periódicos
y cartas
hallados en la casa de Berbes
Excavación en
la vivienda de
Matadeón de
los Oteros
(León) en 2016
Ropa
hallada
en el sótano
de la casa
En marzo de 2016 consiguieron la autorización del juzgado de Instrucción número 2 de Gijón para excavar en Matadeón de los Oteros en el solar en la que se había levantado la casa de 'el Portugués'. El inmueble ya había sido derruido, pero no así la bodega del sótano de la parcela. Los vecinos del pueblo coincidieron en su versión y a la hora de aportar datos: habían visto en varias ocasiones al 'Portugués' haciendo cemento en el maletero de su coche las fechas aproximadas en la que se le pierde la pista a la madre y a la hija. Los indicios apuntaban a que podrían haber sido emparedadas en la bodega de la casa.
Se movilizó a la Policía de la Comisaría de Gijón y también a la Unidad Militar de Emergencia (UME) de Castilla León. Con maquinaria levantaron el suelo y llegaron hasta el sótano. Encontraron tinajas, botellas, prendas de ropa y útiles de comedor, pero ni rastro de las desaparecidas. No hallaron ningún dato revelador y meses después, en 2017, ante la falta de avances, la jueza archivó provisionalmente el procedimiento. El empeño de los investigadores, para los que este complejo caso supone todo un reto, les llevó a poner sus ojos en una casa de la localidad de Berbes, en el concejo asturiano de Ribadesella.
En 2017 la jueza reabrió el caso y dio orden de que se buscase en esa vivienda, lo que suponía también levantar el suelo del interior de la casa. Había signos de que había sido manipulado y de haber hecho algún tipo de movimiento. Así se constató. Con la ayuda de albañiles los agentes de la UDEV consiguieron levantar el piso y descubrir que debajo había un zulo del tamaño de un cuerpo de persona. Pero estaba vacío. Sí hallaron recortes de periódico, una cuna, pañales y una carta empezada pero no concluída y dirigida a una amiga: «Gracias a Dios estoy bien...», comenzaba la misiva, que quedó a medió escribir. Pero Maritrini no estaba tan bien aseguraba.
Fue también esa fecha aproximada cuando, a través de una comisión rogatoria, localizaron al principal sospechoso de la desaparición en Portugal. El hombre, que vive en centros asistenciales, fue detenido treinta años después de la última pista de su esposa y su hija. La Policía lusa lo entregó en el paso fronterizo de Badajoz a los investigadores del caso. Era la primera vez que 'el Portugués' comparecía en calidad de arrestado. Su versión se mantuvo ante la jueza: no las había matado y tampoco sabía nada de ellas. Reiteró que Maritrini lo abandonó en el Algarve y se llevó a su hija. La jueza lo puso en libertad al no haber cargos de peso contra él. Sin embargo, su declaración permitió a los investigadores obtener nuevas pistas y dar un paso importante en torno al sospechoso para evitar que corran los plazos y el caso quede prescrito.
Ahora la vista de la Policía se posa en una profunda balsa de agua de una fábrica de espato flúor en Ribadesella, muy próxima a la casa que ya fue levantada en busca de pistas. Los vecinos del pueblo manifestaron que Antonio María da Silva había arrojado dos coches al fondo. ¿Podrían estar allí Maritrini y Beatriz? Buscarlas en el fondo supondría una importante movilización de medios y recursos. Un alto coste para dos mujeres a las que ya no espera nadie. Solo la UDEV de Gijón. La principal virtud de estos investigadores es la paciencia. Porque saben que aunque pase el tiempo (en el caso de la madre e hija, mucho) los rastros criminales siempre están ahí.
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