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«Tener un implante de mama no incrementa el riesgo de padecer cáncer. Es más, hay estudios que han avalado que el hecho de tener un implante de mama tiene un efecto incluso preventivo», señala el doctor Ricardo Ruiz de Erenchun, jefe de Servicio de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Hospital Quirónsalud Bizkaia y vocal de seguridad de la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética).
Para la detección de cáncer de mama en pacientes que llevan implantes mamarios, y también en aquellas que no lo llevan, lo primero es tener una consulta con el especialista. Sin embargo, lo fundamental es realizarse una prueba de imagen y, en concreto, una mamografía, ecografía y resonancia magnética. Hay programas de cribado para todas las pacientes a partir de una edad, aquellas que tienen antecedentes., etc. Además, para aquellas personas que tienen implantes mamarios, recomendamos hacerse una prueba de imagen anual.
Los implantes de mama son elementos muy seguros, muy contrastados y avalados por las sociedades científicas y sanitarias
Dr. Ricardo Ruiz de Erenchun
No, se debe diferenciar muy bien qué es un cáncer de mama y qué es un trastorno linfoproliferativo relacionado con el implante de mama. El cáncer de mama es la enfermedad habitual o frecuente que puede tener cualquier mujer, se detecta en 8 de cada 100 pacientes al año. Es decir, es el cáncer que conocemos desde hace muchísimos años, cuenta con su diagnóstico, prevención y tratamiento. Por otro lado, recientemente se han detectado, aunque ha sido de manera muy esporádica, casos de mujeres con implantes mamarios que han desarrollado un trastorno linfoproliferativo en la cápsula, es decir, en el envoltorio que hay alrededor del implante. No es cáncer de mama, sino que surge en el envoltorio y recibe el nombre de linfoma anaplásico de células gigantes.
La solución quirúrgica es sencilla, consiste en retirar los implantes y la cápsula que hay alrededor de ellos. Pero en todo momento hay que pensar que no estamos hablando de un cáncer de mama, sino de un tipo de trastorno excepcional y que no requiere hacer nada a nivel preventivo más allá de lo que habitualmente hacemos, esto es, una exploración radiológica anual (ecografía y/o mamografía).
No, en absoluto. Tener un implante de mama no incrementa el riesgo de padecer cáncer. Es más, hay estudios que han avalado que el hecho de tener un implante de mama tiene un efecto incluso preventivo. Estas investigaciones afirman que, en general, se detecta antes el cáncer de mama en este tipo de pacientes debido al gran control que se lleva a cabo tras las operaciones. Los implantes no producen cáncer de mama.
Los implantes se deben cambiar cuando dan problemas, pero no hay un tiempo establecido en el que haya que plantear su recambio. En la actualidad, los implantes de mama son elementos muy seguros, muy contrastados y avalados por las sociedades científicas y por organismos sanitarios como el Ministerio de Sanidad o la Agencia Española del Medicamento y Producto Sanitario. Son productos extremadamente seguros, pero van a tener una vida en función de la vida que haga la portadora de esos implantes.
Sí, ocurre en algún caso. Los implantes se pueden romper, endurecer, desplazar y va en función de la vida que hagan los pacientes. Por eso es importante cada año, año y medio o a lo sumo cada dos años controlar esos implantes a través de mamografías o ecografías para ver si tienen alguna alteración relevante que pueda hacer necesario el recambio. Pero hay pacientes que tienen implantes hace 40 años tanto por motivos estéticos como por motivos reconstructivos, y nunca les han dado ningún problema. Lo importante es consultar y que las pacientes sepan qué implantes les van a colocar, de qué materiales, marca comercial, etc., todo ello para cerciorarse de que les pone implantes seguros.
Sí, ha aumentado de manera exponencial porque el pecho grande o la gigantomastia es una verdadera incomodidad para muchas pacientes. Les limita su día a día, su actividad laboral, deportiva y, fundamentalmente, está provocado por dolores de espalda, hombros, curvaturas… Son cada vez más las pacientes que acuden a consulta para que les solucionemos ese problema porque una mamoplastia de reducción les puede cambiar la vida.
El tipo de implante a colocar debe ser totalmente personal, debemos contextualizarlo. Hay implantes mamarios de diferentes formas, con diferentes contenidos, lo que requiere personalizar su elección en cada paciente. Pero en líneas generales, podemos hablar de dos tipos. Los implantes anatómicos, que son aquellos que tienen forma de lágrima. Están indicados fundamentalmente para aquellas personas que tienen muy poquito pecho, lo que llamamos nosotros deformidades congénitas de la mama o mamas tuberosas. Por otro lado, están los implantes redondos, que son más ergonómicos e indicados para pacientes con algo más de pecho y para pacientes deportistas.
Si uno toma la decisión, lo mismo sea en el ámbito reparador como en el estético, lo importante es que acuda a un cirujano o cirujana plástica y preferiblemente miembro de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, organismo que aúna a todos los cirujanos plásticos de España con formación específica y académica en la especialidad. De la misma manera que no nos platearíamos que nos operara del corazón un cirujano general, para un aumento de mama hay que recurrir a un cirujano plástico y no un especialista en otras áreas. Para eso están las especialidades, la formación y la práctica, este es el primer escalón en torno a la seguridad.
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