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La Medicina Interna es la reina de las especialidades médicas. No en vano, es una de las más largas porque son cinco años de especialidad vía MIR y una de las de formaciones más exigentes debido a que lo estudia todo, la atención integral del enfermo adulto. El médico más completo se dice que es el médico internista. Por eso queremos ahondar en esta especialidad y conocer cuándo hay que acudir a este especialista. Para ello hablamos con el jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Quirónsalud Bizkaia, el doctor Gabriel Inclán.
Uno de los problemas que tiene la ciudadanía es que cuando viene al médico internista no sabe exactamente qué especialidad es. Por eso es importante explicar que la medicina interna es una especialidad médica para tratar a pacientes adultos, y ahora adolescentes, con enfermedades médicas agudas o crónicas y complejas no tanto en el hospital como en la comunidad.
Nuestras consultas son bastante más largas que otras especialidades porque tenemos que hacer muchas preguntas
Dr. Gabriel Inclán
Vemos de todo, pero es importante separar si es en el marco de un hospital o de consultas externas. En principio, la medicina interna es una especialidad hospitalaria para pacientes adultos agudos con problemas médicos generales y muchas veces con presentación atípica. Pero también atendemos a pacientes en consultas externas y especialmente a pacientes crónicos, revisiones generales, etc.
En principio yo siempre le pregunto al paciente: ‘¿En qué le puedo ayudar?’ Porque es importante escuchar bien al paciente. Tengo un ejemplo reciente, de ayer. Me llegó un paciente de 98 años, hipertenso, con insuficiencia renal, sangrado, anemia y le acompañaba la mujer, también mayor y la hija, que creían que el paciente padecía además una demencia. Tras entrevistar al paciente extensamente descubrí que padecía una sordera que le aislaba por completo, y por eso parecía que estaba demente, pero no tenía demencia. A veces vemos casos de pacientes que han estado dando vueltas durante mucho tiempo y el caso clínico parece más fácil, pero no es por ojo clínico. Los internistas no tenemos ojo clínico bueno o malo, sino que somos estudiosos o conocedores, porque al final el ojo clínico se basa en el conocimiento.
Las más prevalentes son los pacientes hipertensos, diabéticos o pacientes con hipercolesterolemia, anemia, dolor abdominal, cefaleas. Y otro gran grupo son los pacientes con enfermedades difíciles de diagnosticar, con síntomas poco consistentes, que vienen por ganglios, fiebre, por una pérdida de peso inexplicable… Los internistas somos el médico al que muchos pacientes acuden por sus síntomas cardinales y casi siempre acuden antes del diagnóstico de un tumor. Una vez diagnosticado, depende de qué sea, lo derivamos a otro especialista o seguimos con el paciente.
Yo creo que, si no hay una razón conocida, es una buena idea acudir al internista. Especialmente, si la pérdida de peso es relevante. Si bajas más de un 5% en seis meses, sí que es bueno que vayas al internista. Porque primero hacemos una historia clínica para intentar conocer la causa; la base del conocimiento del internista sigue siendo el bolígrafo y el papel. Sigue siendo preguntar, porque si no preguntas es imposible saber lo que te pasa. Por eso nuestras consultas son bastante más largas que en otras especialidades, porque tenemos que indagar, nosotros no podemos ver la herida.
La ola enorme de casos ya ha pasado, pero la pandemia ha impactado, según la OMS, en 800 millones de personas, causando 6,8 millones de muertos según se ha publicado recientemente. Y seguimos sin conocer la causa, no tenemos resuelto el problema de la zoonosis porque las pandemias nos pueden llegar de cualquier parte del mundo: por cambios antropogénicos, viajes cada vez más globales, calentamiento global y desertización, migraciones en masa, conflictos bélicos… Claro que estamos viendo pacientes que tienen mucha sintomatología después de haber pasado la COVID-19, el listado es muy grande y lo difícil es estar seguros de que viene derivado de la COVID-19. No tenemos un medidor bueno, pero tampoco tenemos un medidor bueno para la cefalea y ahí está y la tratamos.
La obesidad es una pandemia, es un tema muy importante y el incremento es brutal, fundamentalmente en países avanzados. Es verdad que puede haber una carga genética y de otras cosas, pero ha llegado a términos muy importantes y el movimiento de muchos científicos es hacer ver que la obesidad es una enfermedad porque produce hipertensión, diabetes tipo 2, arteriosclerosis… Si pusiéramos el núcleo en la obesidad como enfermedad, probablemente el desarrollo de tratamientos sería mucho más rápido.
Gastamos menos. La mejor manera de combatir el sobrepeso, en principio, es comer menos o gastar más de lo que necesitamos. Seas aparentemente delgado o no lo seas. Cuando interrogo en la consulta, muy poca gente dice que coma más de lo que necesita. Vienen parejas y es habitual escuchar ‘¿Verdad cariño que como bien?’. Por tanto, sí que es algo que se puede intentar modificar, creo que hay que hacer un esfuerzo importante en la prevención de este tipo de enfermedades.
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