¿Podrían los mejillones salvar otra vez a la humanidad? La pregunta es llamativa y hasta parezca algo extravagante, pero el caso es que es una cuestión razonable cuya respuesta es que sí. Los mejillones podrían ser una solución, por lo menos parcial, para los ... serios problemas alimentarios que afrontará el ser humano a causa, fundamentalmente, del cambio climático. Así lo argumenta Xabier Irigoien, director científico de Azti, en un artículo publicado en 'Mapping Ignorance', medio digital de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
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La reflexión de Irigoien no solo plantea que los mejillones puedan ser una solución, sino que ya lo fueron en un pasado remoto. Que los antepasados de los humanos modernos incluyeron el marisco en su dieta es un dato conocido casi desde los inicios de la paleoantropología. De hecho, los concheros, las acumulaciones de miles de conchas de los ejemplares consumidos, la basura de auténticas mariscadas prehistóricas, son un tipo de yacimiento arqueológico bien conocido para los investigadores. La cueva vicaína de Santimamiñe, por poner un ejemplo cercano, contaba con uno enorme, que fue excavado en 1931.
Lo que se ha planteado más recientemente es que este tipo de alimentación tuvo un papel fundamental en la evolución humana, hasta el punto de considerarla clave para su supervivencia. Como escribe Irigoien, «hace entre 200 y 150.000 años, la incipiente humanidad luchaba contra las condiciones climáticas de su tierra de origen, África. Una larga era glacial había dificultado la búsqueda de alimentos. Y, aunque se discute hasta qué punto la población se redujo a unos pocos cientos de individuos, hay pruebas fehacientes de que los humanos modernos sobrevivieron en refugios costeros alimentándose de moluscos», entre ellos los mejillones. «De hecho, se ha planteado la hipótesis de que la dieta a base de marisco fue clave para la evolución de los humanos modernos y su cerebro desproporcionado, que se produjo justo en esa época», añade.
Ahora la humanidad no afronta una glaciación. De hecho, se enfrenta al fenómeno opuesto. Y ello, mientras la población sigue en aumento. «Los 11.000 millones de habitantes que se espera que haya en la Tierra en 2050 se enfrentarán a un calentamiento global que pondrá en peligro la producción de alimentos en diferentes regiones del mundo», plantea Irigoien.
Hacen y harán falta más alimentos, y estos tendrán que cumplir varias condiciones para ser útiles: además de cubrir las necesidades nutricionales y de ser ambientalmente viables, tienen que ser accesibles y estar disponibles para todo el mundo. «Ahora mismo, producimos alimentos más que suficientes, pero una gran parte de la humanidad no tiene suficiente dinero para acceder físicamente a ellos, para pagar por tenerlos en un mercado cerca de su casa», resume el director científico de Azti.
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En lo que respecta a la nutrición, «además de las calorías, se necesitan varios nutrientes esenciales para una dieta completa», cuya carencia provoca enfermedades». Entre esos nutrientes son importantes «los ácidos grasos Omega3. La mayoría de la gente cree que el Omega3 es un complemento alimenticio». En realidad, «algunos de los ácidos grasos englobados bajo la denominación general de Omega3 son esenciales para nosotros». Ycerca del 80% de estos ácidos «que consumimos provienen de la pesca y la acuicultura».
Por ello los mejillones son una buena opción. Su cultivo ofrece varias ventajas. Su impacto ambiental es muy reducido. «Y lo que es más interesante, es tecnológicamente sencillo, se pueden cultivar en cuerdas colgadas de plataformas o directamente en palangres». Además, no requiere inversiones millonarias. Es un recurso fácil al alcance de todo el mundo. «Los mejillones son una fuente de proteínas y ácidos grasos esenciales que pueden cultivarse a bajo coste y en las regiones donde más se necesitan los alimentos».
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Irigoien aclara que, «obviamente, los mejillones por sí solos no 'salvarán' a la humanidad. El suministro de alimentos requerirá la combinación de distintos enfoques en diferentes regiones, pero la acuicultura de moluscos es una de las pocas opciones que quedan sin explotar, que puede producirse donde más se necesita». Pero en todo caso, «como todo el planeta necesitará ácidos grasos esenciales, la mitilicultura en las zonas costeras, y la exportación de mariscos, podría contribuir a aumentar los ingresos de esos países al producir algo esencial para el resto de la humanidad».
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