Es tetrapléjico y se puso un chip en el cerebro: ahora navega por internet y juega a videojuegos con la mente

«Me ha hecho más independiente, y eso no solo me ayuda a mí, sino a todos los que me rodean. Me hace sentir menos indefenso y como una carga menos. Me encanta que la gente a mi alrededor no tenga que atenderme tanto», explica en una entrevista a 'Wired'. Arbaugh quedó tetraplégico en 2016. Se encontraba en un lago con unos amigos y tras zambullirse chocó con algo o con alguien. Tenía 22 años. Entró entonces en un periodo en el que apenas salía de la cama, solo para recibir visitas y cada dos días para bañarse. Aprendió a moverse en silla de ruedas y se valía de un bastón bucal para manejar un iPad. Pero si se le caía, alguien tenía que cogérselo. Y además le producía llagas si lo usaba durante mucho tiempo.

Surgió entonces la oportunidad en el ensayo clínico del 'proyecto Telepatía'. Su objetivo, «crear una interfaz cerebral generalizada para restaurar la autonomía de quienes hoy tienen necesidades médicas insatisfechas y desbloquear el potencial humano del mañana», según explica en su página web Neuralink, la empresa fundada por Musk precisamente en 2016, el año del accidente de Arbaugh. Se trata de «permitir que alguien con parálisis use un smartphone con la mente más rápido que alguien que usa los pulgares…». En su versión más ambiciosa aseguran incluso que pretenden que «los parapléjicos vuelvan a caminar». Los requisitos, ser tetrapléjicos o enfermos de ELA, tener más de 22 años y tener a su disposición un cuidador.

Tras presentarse voluntario, el joven tuvo que pasar todo tipo de pruebas durante un mes hasta que finalmente llegó el momento de la intervención, de la que se encarga un robot porque los «64 cables con los que cuenta son tan finos que no pueden ser colocados por una mano humana», según Neuralink . El N1 -así se llama el artilugio- dispone además de 1.024 electrodos que registran la actividad eléctrica cerebral y la transmiten a una aplicación que descifra la información y la traduce en movimientos. «Sabía que había muchos riesgos y que podía no funcionar. Sin embargo, no me adelanté a nada de eso. Confiaba plenamente», recuerda. Cuando se despertó, «vinieron y activaron el implante por primera vez. Me mostraron una pantalla con diferentes canales, y me explicaron que eran señales en tiempo real que el Neuralink estaba captando en mi cerebro. Entonces supe que funcionaba».

Sobre el manejo, «es muy sencillo. Estoy constantemente haciendo varias cosas a la vez. Escucho un audiolibro o pongo algo en la televisión y después juego un videojuego al mismo tiempo. Requiere muy poca energía cerebral. Lo que pienso todo el tiempo es dónde quiero que vaya el cursor». En estos más de cien días que Arbaugh ha llevado el implante no todo ha ido bien. Los expertos de la empresa reconocieron que algunos hilos del artilugio «se habían salido del cerebro». «No sabía que pudiera pasar. Nunca previeron que me sucedería a mí. Enseguida me di cuenta de que algo estaba mal. Empecé a perder el control del cursor. Creí que había sido algo suyo, que habían cambiado algo en el software que hizo que funcionara peor». Todo volvió a la normalidad dos semanas después tras un ajuste informático. Arbaugh podrá seguir usando el dispositivo durante un año.

No ha sido esta la primera vez que se implantan chips cerebrales en personas con parálisis. En mayo del año pasado, un holandés de 40 años que había quedado tetrapléjico hace doce tras un accidente en bicicleta logró caminar con la ayuda de un andador. En Estados Unidos, la startup Synchron se adelantó a Neuralink y en julio de 2022 hizo pruebas con un paciente estadounidense y cuatro australianos. Llegaron a enviar correos electrónicos, whatsapps y realizaron compras online solo con el pensamiento.