Descubren en África los restos de una construcción de madera de hace medio millón de años
Paleoantropología ·
La humedad del suelo de la catarata de Kalambo, entre Zambia y Tanzania, ha conservado unos troncos que fueron trabajados para encajar en una plataforma o una cabaña
Un equipo arqueológico de las universidades de Liverpool y Aberystwyth ha encontrado en África las evidencias más antiguas de una construcción realizada con madera. Se trata de unos troncos que fueron trabajados para encajar como parte de una estructura, localizados en uno de los yacimientos ... que se encuentran en el entorno del Salto del Kalambo, en la frontera que separa Zambia y Tanzania. Los expertos destacan la extraordinaria antigüedad de los restos, casi medio millón de años, que demuestra que los seres humanos ya construían en madera cientos de miles de años antes de lo que se pensaba.
Después del salto de Tugela, la catarata de Kalambo, situada cerca del lago Tanganika, es la segunda más alta de África, con 235 metros de caída. En su entorno hay un conjunto de yacimientos arqueológicos que empezaron a ser excavados en 1953 y que optan a ser considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El hallazgo de las vigas de madera, que publica hoy la revista 'Nature', se ha producido en una excavación que forma parte del proyecto Deep Roots of Humanity (Raíces profundas de la humanidad), una investigación sobre cómo se desarrolló la tecnología humana en el Paleolítico, financiada por el Consejo de Investigación de Artes y Humanidades del Reino Unido y en la que participan la Comisión Nacional de Conservación del Patrimonio de Zambia, el Museo Livingstone, el Museo Moto Moto y el Museo Nacional de Lusaka.
Material perecedero
En arqueología, los artefactos de madera se van convirtiendo en una rareza a medida que se retrocede en el tiempo, porque la conservación de los materiales orgánicos se ve muy afectada por factores como la ausencia de humedad o la acidez del terreno. La estructura de madera más antigua conservada y conocida hasta ahora es un pozo entibado del Neolítico, descubierto durante las obras de una carretera en la República Checa. Pero evidencias indirectas demuestran que esta técnica existía desde mucho tiempo antes. Los suelos ácidos disuelven la madera, pero dejan decoloraciones que indican dónde pudo alzarse un poste o la base de una cabaña. La estratigrafía también puede revelar la presencia de agujeros de poste u otras alteraciones de terreno que señalan que en el mismo alguna vez se levantó una estructura de madera. Indicios de este tipo permiten mantener que la construcción de cabañas se remonta por lo menos al Paleolítico medio, a la época de los neandertales.
En Kalambo se ha retrocedido mucho más. Hasta el Paleolítico inferior, hasta los 476.000 años, según las pruebas de luminiscencia a las que han sido sometidos algunos elementos de los sedimentos en los que estaban estos troncos y que datan el momento en el que estuvieron expuestos al sol por última vez, antes de acabar enterrados –el Carbono 14 no sirve para restos tan antiguos–. En las cataratas de Kalambo los niveles de agua permanentemente altos preservaron la madera. Estos troncos son anteriores «a la evolución de nuestra propia especie, el Homo sapiens», destacan los arqueólogos.
El análisis de los cortes de las herramientas de piedra en la madera muestra que sus manipuladores dieron forma y unieron dos grandes troncos «para construir una estructura, probablemente los cimientos de una plataforma o parte de una vivienda». Se trata de «la primera prueba en el mundo de la fabricación deliberada de troncos para encajarlos».
«Este hallazgo ha cambiado mi forma de pensar sobre nuestros primeros antepasados. Olvídese de la etiqueta 'Edad de Piedra', fíjese en lo que hacía esta gente: fabricaban algo nuevo y grande con madera», destaca el profesor Larry Barham, del Departamento de Arqueología, Clásica y Egiptología de la Universidad de Liverpool. «Utilizaron su inteligencia, imaginación y habilidades para crear algo que nunca habían visto antes, algo que nunca antes había existido», añade Barham, director de Raíces Profundas de la Humanidad. «Transformaron su entorno para hacer la vida más fácil, aunque sólo fuera haciendo una plataforma en la que sentarse junto al río para hacer sus tareas cotidianas. Esta gente era más parecida a nosotros de lo que pensamos».
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