Mariano Sigman
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Mariano Sigman
Quizá la mejor manera de aproximarse a una herramienta tan disruptiva como la inteligencia artificial (IA) sea a través de metáforas. No para de utilizarlas el neurocientífico Mariano Sigman (Buenos Aires, 1972) en busca de un camino para entender esta nueva tecnología que ya está ... cambiando el mundo. Sigman, director del Human Brain Project, la iniciativa más importante en el mundo para conocer el cerebro, ha escrito junto con el tecnólogo Santiago Bilinkis el libro 'Artificial', publicado por Debate.
–¿Está justificado tener miedo a la inteligencia artificial?
–No debemos tener miedo, pero sí respeto. Pensemos en un niño y el mar. Cuando un niño entra en el mar, se enfrenta a las olas, se hunde, teme la inmensidad. Pero si alguien lo acompaña y le enseña los tesoros del mar, entonces lo encontrará fascinante. Así es la inteligencia artificial. Tenemos programas que nos proporcionan un rango de posibilidades coloridas, pero también preocupantes. La mejor reacción, igual que con el mar, es acercarse con prudencia, no alejarse.
–En esta primera etapa, muchas profesiones están amenazadas por la inteligencia artificial.
–Uno siempre piensa que su trabajo es esencial e insustituible. Así lo creían las costureras del siglo XIX, pero llegaron las máquinas hiladoras. Los periodistas o los traductores también pensaban que sus trabajos eran originales, no rutinarios ni repetitivos, pero ahora tenemos una tecnología que pone en duda esa afirmación y cuestiona el 'statu quo'. Es probable que muchos trabajos que parecían muy protegidos dejen de estarlo y eso sin duda va a generar tensión, pero habrá que encontrar maneras de reacomodarnos para evitar el daño social.
–¿Puede cambiar la inteligencia artificial el cerebro humano?
–Hay un gran riesgo: el sedentarismo cognitivo, qué ocurre si nos atrofiamos mentalmente porque delegamos el esfuerzo del razonamiento en una máquina. Esta herramienta nos obliga a un uso responsable.
–¿Qué relación deben tener los niños o los jóvenes con la inteligencia artificial?
–Muchos padres se preguntan: ¿debo dejar que mi hijo use ChatGPT? La respuesta es: depende cuánto, cómo y en qué momento. Si la solución es que se utilice para todo, significa que el esfuerzo cognitivo lo realizará una máquina y entramos en el reino de la pereza, con consecuencias nefastas. Delegar el esfuerzo de pensar atrofia nuestro cerebro, de la misma manera que si alguien no hace ninguna actividad física verá sus músculos atrofiados. Si los colegios, los Estados o incluso cada persona o familia no lo regulan, estamos ante el riesgo de que una generación sufra sedentarismo cognitivo. Pero por el otro lado, bien utilizadas, herramientas como el ChatGPT nos permiten llegar a conocimientos que de otra manera nunca alcanzaríamos. Cuando caminamos, ejercito mis músculos, pero no puedo llegar muy lejos. Cuando nos desplazamos en coche, llegamos lejos, pero sin hacer esfuerzo. Pero cuando vamos en bicicleta, me esfuerzo y a la vez llego lejos. La inteligencia artificial debe ser como las bicicletas.
–¿Es posible insuflar ética a la inteligencia artificial?
–Ya lo estamos haciendo. La inteligencia artificial y los algoritmos toman decisiones llenas de moral, de prejuicios y de sesgos, aunque a veces no lo percibamos. Vayamos a un caso concreto. Imaginemos un vehículo autónomo que no puede frenar y que está a punto de atropellar a un grupo de 20 personas, pero si gira el volante, se estrellará contra un árbol y morirá el viajero. El coche autónomo tiene que decidir entre provocar un gran atropello o salvar al ocupante. La decisión altruista es la de maximizar el bien común, pero ¿todo el mundo se compraría un coche que puede comprometer tu vida a cambio de salvar la de otros? ¿Quién programa el coche? Yo no tengo la respuesta correcta, pero intento despertar conciencias para navegar en estas aguas de la inteligencia artificial, que en ocasiones se vincula con nosotros en lugares que ni siquiera advertimos.
–La ciencia ficción siempre ha planteado la posibilidad de que las máquinas se rebelen contra los humanos. ¿Puede ocurrir?
–Sí, estamos ante ese riesgo porque la inteligencia artificial es la primera máquina que toma sus propias decisiones, que tiene libre albedrío. Pero como siempre, lo más importante es conocer que existe este riesgo.
–Las instituciones están comenzando a plantear regulaciones para la inteligencia artificial, pero da la sensación de que la tecnología siempre va varios pasos por delante.
–Hay tres problemas: la lenta inercia de las administraciones, la dificultad para encontrar consensos sobre la regulación y el hecho de que las tecnologías no conozcan fronteras. Cuando nació Facebook, China lo reguló, y al mundo occidental le pareció mal, pero visto lo visto, ¿no lo deberíamos regular? Yo creo que por lo menos, en el caso de los adolescentes, hay que pensarlo.
–Las nuevas tecnologías resultan muchas veces incomprensibles y entre una parte de los ciudadanos existe la tentación de no utilizarlas y ni siquiera intentar entenderlas.
–Eso es un error. Hay que enterarse de cómo funciona para saber qué delegamos en la inteligencia artificial. Nuestras libertades se eligen con información. Es una tecnología que puede ser tóxica si se usa mal, pero que también ofrece muchas posibilidades y nos permite llegar a lugares expresivos, creativos e intelectuales no conocidos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.