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En la pantalla del ordenador se ven unas manchas de color rojo desperdigadas sin un orden aparente. «Son aminoácidos, las moléculas que se combinan para formar las proteínas. Si introducimos un fármaco, podemos ver cómo interaccionan», explica Óscar Millet, investigador principal del Cic bioGUNE, unos ... de los centros de investigación más importantes de Euskadi. Al otro lado de la sala, tras una mampara, se encuentran una especie de cisternas de varios tamaños a las que se accede a través de una pequeñas escaleras. Es en estas donde se introducen las muestras que se pretenden analizar. Son siete aparatos -espectómetros, en terminología científica- de Resonancia Magnética Nuclear (RMN).
El más importante de todos se sitúa a la izquierda. «Convierte nuestro laboratorio en el mejor del sur de Europa en este campo», asegura Millet y corrobora Jesús Jiménez Barbero, director científico del centro situado en el Parque Tecnológico de Bizkaia. «No es exagerado decirlo», subraya sobre un artilugio que ha supuesto una inversión superior a los 5 millones de euros aportados por el Gobierno vasco, la Diputación de Bizkaia y el Ministerio de Innovación y Ciencia. «Es otro ejemplo de la apuesta por la investigación, que demanda de una inversión estable y sostenible. Hemos conseguido el objetivo que nos marcamos hace diez años: en innovación, estamos por encima de la media europea», ha destacado el lehendakari Urkullu, que ha presidido el acto en su primera comparecencia tras anunciar ayer que las elecciones vascas tendrán lugar el próximo 21 de abril.
Ha estado acompañado, entre otros, por la consejera de Desarrollo Económico, Arantza Tapia; el rector de la Universidad de Deusto, Juan José Etxeberria, y el director del Cic BioGUNE, José María Mato, que ha recordado los 19 años que cumple el centro que dirige: «Empezamos un pequeño grupo de personas y ahora somos 238 de 18 nacionalidades que han publicado en torno a 2.000 artículos científicos y conseguido dos premios nacionales de investigación.»
La Resonancia Magnética Nuclear es una técnica que permite estudiar las propiedades moleculares de una manera detallada. «Es como una lupa que permite ver a nivel atómico», explica Jiménez Barbero. En los hospitales se utiliza en esas grandes máquinas donde se introduce a los pacientes tumbados para crear imágenes del interior de sus cuerpos y poder diagnosticar enfermedades, planificar el tratamiento o averiguar si este funciona bien. «Es lo mismo solo que aquí no obtenemos imágenes», sino esa especie de manchas diseminadas sobre la pantalla del ordenador, dice Millet.
Sus aplicaciones van desde la química a la biomedicina pasando por la ciencia de los alimentos, el diseño de nuevos fármacos y la búsqueda de biomarcadores que puedan delatar la presencia de ciertas enfermedades. En el centro vizcaíno tiene dos áreas de aplicación fundamentales. De un lado, la llamada medicina de precisión, un enfoque de la investigación que busca curar y prevenir las enfermedades fijándose en las particularidades genéticas y moleculares de cada paciente. Se está aplicando ya desde hace unos años en el tratamiento del cáncer con muy buenos resultados. Y de otro, el mencionado diseño de nuevos fármacos.
La ventaja del nuevo espectrómetro es que literalmente permite ver más, sacar más partido a las muestras -biopsias, muestras de orina…- que se analizan. Así, se pueden detectar más marcadores de todo tipo de patologías y tratarnos antes de que enfermemos. El aparato consta básicamente de dos partes. Una es un imán «con semiconductores de alta temperatura (HTS). Y alta temperatura es la del nitrógeno líquido, -195 grados centígrados», explica Millet. «Es lo que le da la potencia», añade Jiménez Barbero. En el resto del país, solo Barcelona cuenta con una máquina de este calibre. La otra es la sonda, donde se introducen las muestras y permite decidir hacia dónde se va orientar la investigación. «La configuración que le hemos dado es única a nivel mundial. No la tienen ni en Estados Unidos ni en Australia», subraya el director científico del centro.
El CICbioGune adquirió los dos primeros espectrómetros hace 17 años y con el tiempo ha ido completando su equipamiento hasta los siete actuales. A la espera de que el presentado hoy entre en funcionamiento -actualmente está en fase de pruebas-, los resultados han permitido «generar 35 líneas de investigación y facturar 1,4 millones de euros», ha destacado José María Mato.
Entre los proyectos que Cic bioGUNE desarrolla gracias a la Resonancia Magnética Nuclear destaca 'Akribea'. Desde hace una década vienen recogiendo muestras para un estudio sobre el metabolismo de los vascos. Ya son más de 20.000 las recopiladas. El objetivo es conseguir una base de datos que en el futuro podría servir para determinar si una persona va a desarrollar enfermedades como el Síndrome Metabólico, un grupo de afecciones -obesidad abdominal, colesterol alto…- que, en conjunto, aumentan el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares y diabetes. Otro es 'Biosilver', que está orientado a identificar los factores que aumentan la fragilidad en la salud e impiden que las personas mayores de 65 años puedan disfrutar de una vida más saludable.
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