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Tras el aterrizaje de la misión Chandrayaan-3 en la región polar sur de la Luna el pasado 23 de agosto, los medios de comunicación indios recuperaron dos fotos históricas del programa espacial de su país que se convirtieron en virales. En una se ve ... a unos técnicos transportando parte de un cohete en una bicicleta. En la otra, de 1981, cuando India se preparaba para lanzar su satélite de comunicaciones Apple desde el Centro Espacial de la Guayana (Francia), se ve el artefacto montado en un carro tirado por un buey.
Ambas imágenes fueron rebotadas por miles de usuarios indios con orgullo por los logros astronáuticos de su país, que emprendió la carrera espacial con recursos humildes y que la mantiene con presupuestos ajustados. Muchos destacaban que a India llevar una sonda a la Luna le ha costado 74,6 millones de dólares, menos de la mitad que a Hollywood producir una película de ciencia ficción como 'Interstellar' –165 millones de dólares–.
El primer ministro indio, Narendra Modi, pertenece al partido conservador Bharatiya Janata Party, que propugna un fuerte nacionalismo y la recuperación de los valores tradicionales, lo que se reflejó en la alocución que dirigió al equipo de la ISRO a los pocos minutos de que su sonda tocara el suelo lunar. «¡La India está en la Luna! –celebró Modi– ¡Nuestro orgullo nacional está en la Luna! ¡Hemos llegado a un lugar al que nadie había llegado antes! Esta es la India de hoy. Audaz y valiente». Pero también dijo que «en los próximos años, la industria espacial de la India crecerá de 8.000 millones de dólares a 16.000 millones de dólares».
A menos de un siglo de su independencia, con más de 1.400 millones de habitantes, en crecimiento rápido pero con desigualdades sociales abisales, India invierte en el espacio e impulsa la industria aeroespacial para demostrar que puede ofrecer los mismos servicios que sus competidores con igual eficiencia y menor coste. De ahí la importancia de llegar al polo sur de la Luna días después de que una sonda rusa se estrellara en él y de que la ISRO recuerde que su presupuesto anual apenas alcanza los 1.500 millones de dólares, menos de 10% del de la NASA.
¿Cómo lo hace? Los analistas apuntan que India consigue mantener un programa espacial ambicioso pero de 'low cost' a base de adaptar, reducir y copiar tecnología ya existente y recurriendo a los abundantes científicos e ingenieros bien formados de los que dispone que cobran mucho menos que sus homólogos extranjeros.
India empezó a potenciar la investigación aeroespacial casi desde su independencia. En 1950 creó el primer departamento dedicado al espacio y la ISRO se fundó en agosto de 1969, hace 54 años. Su primer satélite, el Aryabhatta, entró en órbita en 1975, lanzado en un cohete soviético y cuando ya se trabajaba en el desarrollo de un lanzador propio. A partir de los ochenta, se sucedieron erían las puestas en órbita de satélites y la construcción de cohetes lanzadores – los SLV, ASLV, PSLV, GSLV y LVM3, como el que lanzó la Chandrayaan-3–.
A. P. J. Abdul Kalam, presidente de India entre 2002 y 2007, pero también ingeniero aeroespacial, escribía en 1999 que «muchas personas con visión miope criticaron la pertinencia de las actividades espaciales en una nación recién independizada que tenía dificultades para alimentar a su población». Pero el objetivo estaba claro: «Si los indios querían desempeñar un papel significativo en la comunidad de naciones, debían ser los primeros en la aplicación de tecnologías avanzadas a los problemas de la vida real. No había ninguna intención de usar el programa espacial solo como un medio de exhibición».
En 2014, India se convirtió en la primera nación asiática en poner un satélite en órbita alrededor de Marte. Este sábado, mientras el rover Pragyan siga rodando por la Luna, va a lanzar la misión solar Aditya-L1 y el año que viene tiene previsto poner en órbita una nave tripulada. Y todo ello, 'low cost'.
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