Pasaron la noche en vela, 16 horas de tensión que, por fortuna, tuvieron el mejor desenlace posible. A las 12.42 de este sábado, tras dos pasos fallidos sobre Vitoria, el primer satélite vasco dio por fin señal. Los ingenieros de la firma Added Value ... Solutions (AVS) pudieron entonces respirar tranquilos. El equipo logró contactar a esa hora con Lur-1, que el día anterior había completado su puesta en órbita con éxito. El de ayer fue un paso decisivo para la ciencia vasca.
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Una tensa espera precedió al histórico momento. El atraso del despegue del cohete que llevaba el satélite había generado una gran incertidumbre en las últimas semanas. No era para menos: los aplazamientos han sido la tónica general en la misión de SpaceX, la rama aeroespacial de Elon Musk. El viernes, a las 20.56 horas, se superó el primer paso: el Falcon 9 despegó sin problemas. A partir de ahí, 80 minutos de puro infarto en la sede alavesa de AVS, en los que el equipo de ingenieros apenas pudo contener el aliento, hasta el desacoplamiento de Lur-1. A las 22.16 horas el cohete ya orbitaba alrededor del planeta a una vertiginosa velocidad de 7 kilómetros por segundo y a 515.000 metros de altura.
El éxito, sin embargo, era parcial en ese momento. Si el satélite gira alrededor de la Tierra pero los datos no se pueden recibir en Vitoria, de poco sirve el despliegue de Lur-1. Aunque el dispositivo da la vuelta al planeta cada 90 minutos aproximadamente, sólo pasa cuatro veces por encima de la sede de AVS.
Un grupo de nueve ingenieros, liderados por el estellés Rainer Díaz de Cerio, supervisaba desde Miñano las dos primeras oportunidades para contactar con el artefacto vasco: una a las 23.40 horas y otra a la 1.30. La primera, no pudo ser. «No ha habido suerte», respondían, ya de madrugada, los portavoces de AVS antes de ir a por el primer café de la noche. A la segunda tampoco pudo ser, tocaba esperar a los siguientes 'cruces' por Vitoria, a las 12.42 horas y a las 14.14 horas.
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A mediodía, tras una noche intensa, saltó la noticia. Un telegráfico «¡Acabamos de conectar!» confirmaba el éxito. Lur-1 transmitió sus primeros datos –telemetría sobre temperaturas y estado de las baterías– y puso fin a la tensa espera. Ahora comienza la misión de verdad: un largo camino de cinco años en el que el dispositivo de AVS servirá de avanzadilla para la empresa del vitoriano Miguel Ángel Carrera.
El satélite tendrá tres funciones clave. La primera es la más importante: tomar imágenes de alta resolución de la Tierra. Las instantáneas que obtendrá la compañía son de una precisión altísima. Cada metro y medio de superficie equivale a un píxel. Eso permitirá a centros de investigación vascos como Hazi o Azti analizar la evolución de nuestras costas, los bosques o los caudales de los ríos. Pero también abrirá a AVS una nueva línea de negocio: la comercialización de esas imágenes para clientes privados. Es lo que hacen ya otros gigantes como la estadounidense Maxar, que factura 1.600 millones de euros al año.
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El segundo objetivo de Lur-1 también está conseguido: conseguir comunicaciones cuánticas. Es lo que permitió ayer el primer intercambio de información con el satélite vasco. Pese a lo técnico del término es más sencillo de lo que parece. Básicamente, mediante fotones, la antena y el satélite se envían señales complejas. Es lo que se ha logrado con las primeras telemetrías del satélite, pero en el futuro los travases abarcarán hasta 20 gigabytes de datos.
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Había que esperar, pero poco a poco se fue acercando la hora de la verdad: a las 22.16 el Falcon 9 depositó a Lur-1 en medio del espacio, a 515 kilómetros de altura y viajando a una velocidad de siete kilómetros por segundo.
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El tercer objetivo es precisamente que Lur-1 sea la base para desarrollar más satélites. El paso de ayer permite profundizar en la idea de abrir una nueva línea de negocio, todo un filón para el sector aeronáutico vasco. El satélite puesto en órbita el viernes, en ese sentido, «es un banco de pruebas» según ha afirmado a este periódico Rainer Díez de Cerio.
Tras este primer satélite, AVS va a lanzar en el próximo año tres dispositivos más. Dos de ellos viajarán al espacio en febrero de 2025 y el objetivo de esa misión será que los dos aparatos sean capaces de unirse de forma autónoma en el espacio. Un cuarto satélite despegará en el tercer trimestre del año que viene.
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En el caso de Lur-1, su vida útil será de cinco años. Tres están asegurados y otros dos extra son más que probables. Una vez cumpla su misión, se saldrá de la órbita de la Tierra por sí mismo para evitar que engrose la lista de basura espacial. Para ello, usará un pionero sistema que, más adelante, incorporarán todos los satélites Copernicus de la Agencia Espacial Europea (ESA).
En los cuarteles generales de Added Value Solutions (AVS) en el Parque Tecnológico Álava siguieron ayer al minuto, con el corazón en un puño, cada paso del primer satélite vasco puesto en órbita. Y entre sus más de 200 trabajadores, ingenieros y técnicos hiperespecializados, el CEO de la empresa, el vitoriano Miguel Carrera, no quitó ojo ni por un instante de las pantallas. Era muy consciente de todo lo que estaba en juego, de las enormes posibilidades que se abren ahora que se ha confirmado el rotundo éxito de la misión.
«Es un salto cualitativo extraordinario para nosotros», reconoce Carrera, que recuerda que el éxito de la misión del primer satélite vasco «se suma a otros logros muy relevantes en los ámbitos de aceleradores y fusión». «La llegada a Marte en 2021 ya nos consolidó como proveedor de sistemas críticos para grandes misiones espaciales», abunda el ingeniero vitoriano. En efecto, Added Value Solutions se encargó de la mano y la muñeca robótica del rover Perseverance, el vehículo de la NASA que toma muestras en Marte. «Ahora hemos demostrado nuestra capacidad de liderar una misión completa», remacha el director ejecutivo de la puntera firma vasca.
8 millones de euros
Para los reponasbles de AVS, el paso que se ha dado con Lur-1 debe de ser entendido como un triunfo también del conjunto de la comunidad científica vasca. «En su diseño y fabricación se han invertido más de mil horas de trabajo de intensa innovación y ocho millones de euros, de los que el 40% proceden de fondos públicos», destacan.
Incapaces de disimular su enorme satisfacción, los miembros del equipo que «durante cuatro largos años» han estado al frente del desarrollo del satélite reaccionaban con aplausos y expresiones de gran alivio a las primeras señales de Lur-1. «Es que ahora es cuando realmente comienza todo, es el momento en el que podemos decir que podemos hacer misiones completas desde Euskadi», añade Cristina Ortega, directora de Espacio de la compañía.
El hito que supone el satélite llega en un momento especialmente dulce para la empresa, que cumple 18 años y que se ha convertido en un actor fundamental del llamado 'New Space', con proyectos impulsados por la NASA o la Agencia Espacial Europea.
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