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Space X ha logrado lo que hasta hace poco parecía un imposible, hacer de los lanzamientos de cohetes al espacio algo rutinario. Según Elon Musk, que fundó la empresa en 2002 con el objetivo de reducir los costes de viajar al espacio para facilitar la ... colonización de Marte, su empresa pone una nave en órbita cada tres días y planea reducir ese lapso a solo dos días. Otro dato destaca la importancia de este logro. En 2011, tras la última misión del trasbordador espacial Atlantis, Estados Unidos se quedó temporalmente sin capacidad para llevar astronautas al espacio. Se vieron obligados a alquilar a Rusia la 'Soyuz'. No sería hasta casi diez años después, 27 de mayo de 2020, cuando una nave del magnate trasladara a representantes norteamericanos a la Estación Espacial Internacional. Era la primera vez que un cohete fabricado por una empresa privada acarreaba una misión tripulada.
Pero todos estos indudables hitos han tenido un elevado coste para sus cerca de 13.000 empleados. Una investigación de la agencia Reuters ha desvelado que desde 2014 un trabajador ha fallecido y se han registrado «al menos 600 lesiones», cifra que representa «solo una parte del recuento total de casos». El caso más grave sucedió ese mismo 2014. En una noche ventosa de trabajo, Lonnie LeBlanc, un antiguo marine de 38 años, y sus compañeros tenían que transportar espuma aislante al hangar principal de la base de Space X en McGregor, en Texas. Como no tenían correas para sujetar la carga, Lonnie decidió sentarse sobre la misma. Con el camión que la transportaba ya en marcha, una ráfaga hizo caer al exmilitar contra el suelo golpeándose la cabeza. Falleció por un traumatismo craneoencefálico. La investigación de las autoridades reveló que la empresa no había protegido LeBlanc de un peligro evidente y la obligó a introducir mejoras para mejorar la seguridad. Sus compañeros corroboraron que no tenían ni el material ni la supervisión que requería aquel trabajo. Tanto el suceso como la investigación posterior se mantuvieron en secreto.
Entre las 600 lesiones registradas se cuentan más de un centenar de empleados que sufrieron cortes o laceraciones, 29 tuvieron fracturas o dislocaciones, 17 acabaron con las manos o dedos aplastados, uno tuvo fractura de cráneo, otro acabó en coma y cinco resultaron electrocutados. Según los datos presentados por SpaceX a los reguladores en 2022 -en la mayoría de años anteriores no lo hicieron-, la tasa de lesiones o enfermedades en la instalación de Brownsville (Texas), fue de 4,8 por cada cien trabajadores, de 2,7 en la de McGregor -donde falleció, como queda dicho, Lonnie Leblanc-, 1,8 en la planta de Hawthorne (California) y de 0,8 en la de Redmond (Washington). De acuerdo a los cifras de Reuters, la media en la industria es de 0,8, con lo que solo esta última instalación se mantendría dentro de la norma. Por el contrario, la de Brownsville multiplicaría por seis la tasa de sucesos.
Ni Space X ni el propio Elon Musk se han pronunciado sobre el informe. De hecho, cuatro empleados han asegurado que el magnate juega a veces con un lanzallamas de juguete y pide a los trabajadores que no lleven el uniforme amarillo de seguridad porque no soporta los colores brillantes. Para él, la seguridad depende de cada empleado. «Habría estado bien recibir una llamada de Elon Musk», dijo Ydy Cabada, la esposa de Francisco Cabada, un trabajador que quedó en coma el año pasado al recibir el impacto de una pieza que salió despedida de un motor. La empresa sabía que tenía un defecto, pero no se reparó. «Supongo que los trabajadores son simplemente desechables para ellos», asegura la mujer.
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