El satélite Occulter se interpone entre entre el sol y Coronagraph, su 'hermano'. ESA

Despega la misión espacial vasca que creará eclipses solares artificiales

'Proba-3' es un proyecto de la Agencia Espacial Europea liderado por la empresa vizcaína Sener

Jueves, 5 de diciembre 2024, 11:44

Dentro de algo más de año y medio, el 12 de agosto de 2026, Bilbao contemplará un eclipse solar total. Habrán pasado exactamente 121 años desde que se pudo observar por última vez este fenómeno celeste desde la capital vizcaína. Fue un 30 de agosto ... de 1905 y se declaró festivo en la villa ante la expectación generada. Esta mañana una misión encabezada por la empresa vasca Sener ha partido al espacio con el objetivo de generar eclipses solares artificiales, «algo hasta ahora imposible», destacan desde la Agencia Espacial Europea (ESA), impulsora del proyecto, bautizado con el nombre 'Proba-3', siglas de 'Project for On-Board Autonomy'. «Es la primera vez que se hace con satélites aunque hace unos años ocurrió de forma fortuita cuando un satélite ruso se acercó a uno norteamericano», añade Yann Scoarnec, director del plan en la firma vizcaína.

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Los científicos aprovechan estos fenómenos astronómicos para estudiar desde la Tierra algunas características del astro rey. El problema es doble. De un lado, estos ocultamientos no son frecuentes; de otro, en el mejor de los casos apenas tienen unos minutos para sus observaciones. La misión busca crearlos para poder analizar la llamada corona del sol, la parte más externa de la atmósfera solar que solo puede observarse durante los eclipses. Entre sus peculiaridades, su temperatura es más de un millón de grados más elevada que la de la superficie del propio sol, algo que todavía no tiene explicación. «Para entenderlo y con el ejemplo contrario, es como si la puerta de la nevera estuviera más fría que el interior», dice José Félix Rojas, del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU. «De allí salen las eyecciones de masa solar y se crean las perturbaciones que afectan a los satélites, a los astronautas e incluso a la Tierra cuando son especialmente intensas», explica Scoarnec.

Para lograrlo, dos satélites llamados Occulter y Coronagraph volarán a una distancia de 150 metros entre sí «con una precisión de un milímetro, aproximadamente el grosor de una uña», subrayan desde la ESA. «Tiene mucho mérito porque por las leyes de Kepler, los dos satélites viajarán a diferentes velocidades y tendrán que ajustar continuamente la distacia entre ellos», destaca Rojas

De forma automática cada día y durante seis horas, el primero de ellos desplegará un disco de 1,4 metros de diámetro y se interpondrá entre el sol y su compañero de vuelo para que este pueda centrarse en la citada corona gracias a un instrumento llamado coronógrafo. «Nos permitirá obtener imágenes más precisas», insiste el experto, que cifra en mil las horas de observación. Los primeros eclipses se espera que tengan lugar en marzo. La misión durará dos años aunque «podría prolongarse medio año más dependiendo del combustible».

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Sener, contratista principal en un presupuesto de 200 millones

Aunque su despegue estaba previsto para ayer, un problema técnico obligó a aplazar el despegue hasta ayer a las 11.34 horas. Ha partido desde el Centro Espacial Satish Dhawan, cerca de Chennai, en India, a bordo de un PSLV-XL de la Organización india de investigación espacial (ISRO). El lanzador elevará la carga de 550 kilos y una vez en el espacio, describirá una órbita elíptica cuyo punto más cercano a la Tierra estára a 600 kilómetros de distancia -no lejos de la altura a la que opera la Estación Espacial Internacional- y el más lejano, a 60.000 kilómetros. Pese a la enorme distancia, quedarán muy lejos del sol, del que no separan 150 millones de kilómetros. Será en esa máxima distancia cuando los dos satélites emparejen su vuelo aprovechando tanto la menor atracción gravitatoria de la Tierra como la inferior cantidad de propelente necesario para la maniobra.

Al frente de este proyecto europeo que se remonta a más de una década se encuentra Sener. Fundada en 1956, encabeza un amplio consorcio industrial de más de 29 empresas de 17 países diferentes. Como contratista principal, se ha encargado tanto del diseño de la misión como de la fabricación de varias partes de los satélites. Entre ellas están los llamados ensamblajes de Banco Óptico de Alta Estabilidad (OBA), cuyo objetivo es asegurar que los diversos instrumentos ópticos se mantienen estables; el mecanismo utilizado para el despliegue del panel solar del Coronagraph y una de las antenas. En conjunto, España aporta 50 de los 200 millones de euros que cuesta la misión. La serie Proba busca testar en órbita tecnologías espaciales avanzadas. La primera se lanzó en octubre de 2001 y la segunda, en noviembre de 2009.

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La experiencia espacial de la empresa con sede en Las Arenas se remonta a 1967, cuando construyó una torre de lanzamiento de cohetes en Suecia que todavía hoy funciona. Posteriormente ha participado en el telescopio Hubble, la sonda Juice y se ha adjudicado cinco contratos para la futura estación lunar Gateway. Esta misma noche se lanza desde la Guayana francesa el satélite Sentinel-1C, también con participación de la empresa vasca. Está destinado a la observación terrestre y de las zonas costeras en zonas nubladas y durante la noche.

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