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Si la Starship fuera un edificio y Elon Musk decidiera instalarla en Bilbao, sería el segundo más alto de la ciudad solo por detrás de la Torre Iberdrola y por delante de la Bizkaia Dorrea y las torres Garellano. Y si decidiera tumbarlo, no entraría en el césped de San Mamés. Mide 120 metros y en futuras versiones podría alcanzar los 150. Tales son las dimensiones del cohete más grande jamás construido, el penúltimo ejemplo de una nueva generación de gigantes del espacio que han renacido 50 años después de sus antecesores lejanos.
Sus 'hermanos' son el SLS de la NASA, el Long March 9 chino, el New Glenn de Jeff Bezos y, en menor medida, el Ariane 6 europeo.
La Torre Iberdrola, el edificio más alto de Bilbao, se eleva hasta los 165 metros. Cualquiera de los grandes cohetes sería el segundo edificio más alto de la ciudad.
Capaz de llevar las misiones Apolo hasta la luna. Con potencia como para llevar tanta carga como dos camiones a esa distancia.
Cohete soviético equivalente al Saturno V, pero que fue incapaz de funcionar como se pretendía y estalló cada vez que fue lanzado al espacio.
El sistema modular de la empresa de Elon Musk tiene 120 metros de altura. Cuenta con 33 motores y es completamente reutilizable. Actualmente, en pruebas de vuelo.
El 'Sistema de Lanzamiento Espacial' (SLS en inglés) se ha estrenado con la Misión Artemisa. Es un 15% más potente que el Saturno V.
Apuesta de Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos. Por especificaciones sería capaz de transportar dos sondas de la NASA a Marte. La etapa de propulsión es reutilizable.
El mayor cohete de carga europeo «solo» mide 70 metros. Está más pensado para transportar satélites a la órbita baja de la Tierra. Puede configurarse con dos o cuatro motores externos.
El gran cohete chino, aún no construido, se ha planteado para transportar más carga que ningún otro cohete. Su primera prueba será en torno a 2030.
AUX STEP FOR JS
Hace cinco décadas, Estados Unidos construyó un coloso que se mantuvo en los libros de historia como el de mayor envergadura precisamente hasta la llegada del artilugio del excéntrico multimillonario propietario de Tesla y X/Twitter. El Saturno V fue el propulsor de las misiones Apolo, las que llevaron al ser humano a la Luna. Con una altura de 110 metros, superaba a la Estatua de la Libertad. Fue obra del ingeniero alemán Werner von Braun, reclutado por los estadounidenses tras la Segunda Guerra Mundial pese a su pasado nazi. Había sido el creador de las temibles V-2 -la V es la inicial de la palabra alemana 'Vergeltungswaffe', arma de represalia- que cayeron a decenas sobre Londres y otras ciudades. Dotado de cinco potentísimos motores F1 que le permitían elevar hasta 120 toneladas de carga, necesitaba toda esa energía para llevar las cápsulas Apolo hasta el satélite terrestre. Los mil millones de dólares que costó cada uno de sus 13 lanzamientos entre 1967 y 1973 cavaron su tumba una vez conseguido el objetivo de llevar al ser humano a la Luna. La apuesta serían los transbordadores espaciales.
La respuesta soviética pretendió ser el N-1. Su 'N' viene de 'nositel', lanzador o transportador en ruso. Solo lo pretendió porque explotó las cuatro veces que fue lanzado. Su cerebro fue la contrapartida rusa a Von Braun, Sergei Korolev, una leyenda de la carrera espacial que logró que la URSS tomara la delantera en los primeros años de la aventura humana fuera de la Tierra: fue el responsable del programa Sputnik, que en 1957 puso en órbita al primer satélite artificial; del Vostok, que llevó al primer ser humano fuera del planeta, y del Voskhod, en el que se llevó a cabo el primer paseo espacial. El N-1 medía 105 metros y podía elevar en teoría hasta 95 toneladas de carga gracias a sus 30 motores NK-15. Necesitaba tantos porque no eran tan potentes como los de su archirrival, lo que al final sería una de las causas de su fracaso.
La razón de ser de estos gigantes era llevar astronautas a la Luna, la misma razón que ha impulsado a la nueva generación de colosos. «Al igual que el N-1 y el Saturno V, el SLS y la Starship son vehículos de lanzamiento súper pesados para satisfacer las necesidades de rendimiento para colocar infraestructura importante alrededor y en suelo lunar», explica a este periódico por correo electrónico el equipo de Sistemas de Transporte Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA). Para llegar al satélite terrestre se necesita una potencia descomunal, más si se quieren transportar los materiales para crear una futura base lunar. «Solo para llegar a la órbita baja, donde se encuentra la Estación Espacial Internacional (ISS), se necesita alcanzar los 11 kilómetros por segundo», señalan los expertos de la ESA. Esa cifra es el equivalente a 40.000 kilómetros por hora, que permite escapar de la atracción gravitatoria de nuestro planeta.
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Estos gigantes tienen una serie de dificultades técnicas que no tienen cohetes de menor tamaño. «Esencialmente tienen unas dimensiones para la fabricación y un nivel de potencia de despegue mucho mayor, por lo que necesitan motores más grandes o un mayor número de ellos», aseguran los experto de la ESA. «Si los motores son más potentes, implica una mayor presión que administrar. Y si son muchos, hay que gestionar sus interacciones», añaden. Sus grandes dimensiones también «plantean un reto de gestión de vuelo».
Es el gigante entre los gigantes con sus 120 metros de altura y 9 de diámetro. Y podría serlo todavía más si se hacen realidad los deseos de Elon Musk, que ha asegurado que podría crecer «hasta los 150 metros». Se compone de dos módulos o etapas. La primera es el 'Super Heavy', que supone 71 de los citados 120 metros de altura del cohete. Con 33 motores Raptor impulsados por metano y oxígeno líquido, su potencia alcanza las 4.500 toneladas, lo que hace de esta nave la más potente jamás ideada. La segunda etapa es la 'Starship' propiamente dicha. En sus 50 metros de altura puede albergar cargas de entre 100 y 150 toneladas o transportar a un centenar de personas a la Luna o Marte, según detalla Space X en su página web. Una versión de esta será la encargada de llevar a los astronautas desde la cápsula 'Orion' a la superficie lunar. Es el único que puede ser reutilizado completamente. Hasta el momento se han realizado tres pruebas de vuelo y le seguirán varias más este año.
Estrenado para la primera misión del plan 'Artemisa', el 'SLS' mide 98 metros, pero cuenta con un empuje de lanzamiento un 15% mayor que el 'Saturno V'. A medida que evolucione, «tendrá aún mayor potencia y será capaz de lanzar en órbita cargas aún más pesadas», asegura la agencia espacial estadounidense, que destaca que es capaz de acarrear más carga hasta la Luna de lo que podía transportar el transbordador espacial a la órbita baja terrestre. El cohete será el encargado de llevar a los astronautas a la órbita lunar, donde, como queda dicho, se situaría la 'Starship' para culminar el alunizaje.
En agosto de este año está previsto el estreno del 'New Glenn', el cohete gigante de la empresa Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos, el multimillonario fundador de Amazon. Con 98 metros de altura, debe transportar dos sondas de la NASA a Marte. Configurable en dos o tres etapas, la primera -la del propulsor-, es reutilizable. Está impulsado por siete motores de la propia companía que pueden poner en órbita baja hasta 45 toneladas. Esta capacidad será utilizada para la construcción de la estación espacial privada 'Orbital Reef'.
Europa no tendrá un cohete tan grande. El 'Ariane 6' medirá 70 metros con dos o tres etapas y, como reconoce la propia ESA, «solo puede enviar infraestructura limitada a la Luna, como un aterrizador robótico o satélites. Sin embargo, es muy adecuado para desplegar una constelación de satélites en la órbita baja de la Tierra». Cuando se lance a plena carga, pesará casi 900 toneladas, «el equivalente a un avión y medio del Airbus A380», el avión de pasajeros más grande del mundo. Su primer lanzamiento está previsto en verano de este año y puede configurarse con dos ('Ariane 62') o cuatro motores ('Ariane 64').
China ha sustituido a la Unión Soviética como rival de Estados Unidos en el espacio. Y han demostrado una capacidad técnica sobresaliente. En 2013 se convirtió en el tercer país en situar una sonda en la Luna y han repetido la maniobra en otras dos ocasiones, consiguiéndolo siempre a la primera. En sus planes está llevar taikonautas al satélite antes de 2030. Para ello está desarrollando su propia 'Starship', el 'Long March 9' (Larga Marcha), que medirá en torno a 110 metros, tendrá un diámetro de 10 metros y contará con entre 20 y 30 motores en su primera etapa -la cifra ha ido variando desde que comenzó su desarrollo en 2016- que le permitirían acarrear 165 toneladas, más que la 'Starship'. Su primera prueba está prevista entre 2030 y 2033, y el objetivo es que sea plenamente reutilizable.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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