La carrera de Sara García Alonso (León, 1989) despegó el 16 de febrero de 2021. Ese día, esta doctora en Biología Molecular que trabaja desde 2019 en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) dentro del grupo de Mariano Barbacid leyó la noticia de que ... Europa buscaba astronautas. Tras superar un sinfín de pruebas durante año y medio, en noviembre de 2022 fue elegida entre 22.000 aspirantes como astronauta reserva de la Agencia Espacial Europea (ESA) junto a Pablo Álvarez, este como titular. Ninguna mujer en España ha estado tan cerca como ella de volar al espacio. De lograrlo, sucedería a Miguel López Alegría, Pedro Duque y, si todo sale como está previsto, Álvarez en el corto listado de astronautas de nuestro país en órbita.
«Para ser astronauta no hay que ser el mejor en nada pero sí bueno en todo», asegura la que se ha convertido, pese a tu timidez, en uno de los rostros más reconocibles de la ciencia en nuestro país y una de las cien mujeres más influyentes según la lista Forbes. Su ajetreada vida se reparte entre investigar contra el cáncer a tiempo completo, seguir su preparación como astronauta -«Es una formación continua y de por vida»- y divulgar la ciencia en eventos como Naukas, que la han traído durante estos días a Bilbao. Además, es aficionada al Krav Maga, la técnica de defensa personal creada por las fuerzas de seguridad israelíes, y al paracaidismo.
-¿Qué hay que hacer para ser astronauta?
- En primer lugar tiene que haber una oferta de trabajo, que es quizá lo más difícil. Si eres europeo, la única opción es la Agencia Espacial Europea (ESA). Esta renueva su plantilla cada 10 o 15 años y contrata a 4 o 5 astronautas. Los requisitos son tener una carrera de ciencias, al menos un máster, tres años de experiencia, carnet de conducir y un certificado médico que demuestre que se es apto para ser piloto.
-Después viene el proceso de selección.
-Dura año y medio y son hasta seis fases con distintos tipos de pruebas. La primera es la más difícil. Hay test de inteligencia, de memoria visual, de audición, de capacidad de concentración, de orientación espacial, exámenes de inglés, de matemáticas, de física… En la segunda son pruebas psicológicas y dinámicas de equipo. Hay muchísimas entrevistas con psicólogos, psiquiatras y astronautas veteranos. También se empiezan a evaluar las capacidades para resolver problemas, para comunicarte con otros miembros del equipo, de ver cómo mantienes la cama o trabajas bajo represión. Después hay una fase de pruebas médicas en la que estás una semana en un hospital y evalúan todo lo que se le pueda evaluar a un ser humano. A continuación hay un panel de entrevistas con directivos de la ESA y finalmente hay otra entrevista con el director general de la agencia.
-¿Y qué buscan exactamente?
-No hay que ser el mejor en nada pero sí bueno en todo. Da igual que tengas una memoria privilegiada y que sea es capaz de retener largas cadenas de números si luego, por ejemplo, no tienes orientación espacial. Tienes que ser válido en todas las actitudes que ellos evalúan.
-En su caso ha sido como un puzzle que ha encajado sin quererlo. Porque no es que soñara con ello.
-Fui una niña tan curiosa que fantaseaba con mil cosas. Me gustaban las carreras de ciencias y un día quería ser física, otro quería ser bióloga y otro, cantante o abogada. No lo tenía definido en parte porque era muy realista, una niña un poco adulta. Ser astronauta es algo muy complejo para lo que hay muy pocas oportunidades. Aunque estés toda la vida preparándote, las probabilidades de lograrlo, especialmente en Europa, son muy pequeñas. Porque ¿qué hay que estudiar para ser astronauta? Era como si me tocara la lotería y no me lo planteé en serio hasta que vi la oferta de trabajo en la página de recursos humanos de la ESA. Comprobé que mi perfil y mis experiencias profesionales encajaban. Y era un poquito de aventura, que a mí me va mucho.
La carrera de los multimillonarios
-La nueva carrera espacial se ha convertido en una empresa de multimillonarios: Elon Musk, Jeff Bezos, Jared Isaacman...
-Tiene una doble vertiente. La colaboración público-privada forma parte de nuestra realidad y no es malo porque al final los organismos públicos se benefician de los recursos y de la celeridad a la hora de desarrollar tecnología de las empresas privadas, pero hay que diferenciar. Todas las empresas tienen ánimo de lucro y uno de sus fuentes de ingresos sería el turismo espacial, que nada tiene que ver con los objetivos de las agencias espaciales que persiguen el avance científico y el desarrollo tecnológico.
-¿No se depende demasiado de Elon Musk? Estados Unidos, por ejemplo, solo puede llegar a la Estación Espacial Internacional con sus naves (la otra opción es alquilar asientos en naves rusas).
-Es verdad que el poder que tiene de acceso al espacio es bastante elevado, es un monopolio. Ojalá nuevas empresas se involucren en esta aventura y empiecen a desarrollar sus propios lanzadores para diversificar el mercado.
-¿Volveremos en 2026 a la Luna? ¿Y una nave tripulada a Marte en cuatro años como dice Musk?
- Ya se ha retrasado y tiene visos de que puede retrasarse otra vez. No sé exactamente qué problemas están teniendo con la tecnología, pero esto no es como en el 'programa Apolo'. No se trata de alunizar con un vehículo, poner la bandera y marcharse. La idea es que cuando vayamos a la Luna sea para establecer bases permanentes para que haya una presencia sostenida. Es mucho más complejo. Lo de Marte lo veo difícil.
-Compagina su papel como astronauta con el de investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). ¿Cómo lo hace?
-Ahora mismo siento que tengo el trabajo de 20 personas yo sola, lo que me obliga a tener una gestión del tiempo impecable. Pero es verdad que no me cuesta compartimentalizar mi cerebro y trabajar en múltiples tareas y centrarme mucho en cada una de ellas cuando toca. Soy bastante eficiente en el trabajo y en el resto de actividades, lo que me permite compaginar ambas cosas pero no sé si esto será sostenible.
-Decía que era aventurera. ¿De ahí su afición al Krag Magav y al paracaidismo?
-Van bastante con mi personalidad. Si de niña no soñaba con ser astronauta y quería hacerlo todo, esto es un poco ese deseo y curiosidad por aprender. El Krag Magav es una técnica de defensa personal israelí que combina karate, aikido, judo, defensa contra arma blanca… Al final es una forma de enfrentarnos aquello que nos puede dar un poco más de miedo y de ganar confianza y seguridad. El paracaidismo es un poco lo mismo, mantener el temple y el control en una situación bastante… estimulante.
- Su primer salto no fue precisamente tranquilo...
- Cuando se abre el paracaídas, se abre se despliega como una campana. En sus cuatro esquinas hay unas cuerdas que conectan con la mochila y es lo que te hace planear y bajar la velocidad. En mi caso, todas estas cuerdas estaban enrolladas y en lugar de una campana, tenía una 'campanita' que no vuela. ¿Qué haces? Mantener la calma y desenrollarte.
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