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Óscar Bellot
Miércoles, 3 de febrero 2016, 10:17
"Adoro mi pasado. Adoro mi presente. No estoy avergonzada de lo que he tenido, y no estoy triste porque ya no lo tengo". La frase, una de las más recordadas de Colette, resume a la perfección el espíritu con el que esta mujer, adelantada ... a su tiempo, afrontó su vida. Una existencia dominada por la búsqueda del placer que provocó el escándalo entre los sectores más puritanos de la Francia de la primera mitad del siglo XX y que, paralelamente, la convirtió en un referente para el movimiento feminista, por mucho que ella no quisiese ser bandera de nada, sino únicamente disfrutar de los gozos que el mundo ponía ante ella. Unas peripecias vitales sobre las que el cine tornará su mirada a través de un filme en el que Keira Knightley asumirá el papel de la célebre escritora gala.
Wash Westmoreland dirigirá la película a partir del guión que él mismo desarrolló junto a Richard Glatzer, quien fuera su pareja dentro y fuera del ámbito laboral y que falleció hace menos de un año, justo cuando ambos disfrutaban del éxito de 'Siempre Alice' (2014), el largometraje sobre una reputada profesora de psicología cognitiva que ve cómo su vida, y la de sus seres queridos, se desmorona a causa del alzhéimer. Una cinta que le valió el Oscar a su protagonista, Julianne Moore, y que Glatzer tejió junto a Westmoreland mientras trataba de apurar al máximo el tiempo que le quedaba. Diagnósticado de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) cuatro años atrás, el neoyorquino no pudo asistir a la gala en la que Moore recibió la estatuilla al sufrir problemas respiratorios que motivaron su hospitalización. En 2013 se había casado con Westmoreland, a quien había conocido en 1995, y con quien ya había formado tándem en otros tres títulos antes de 'Siempre Alice': 'The Fluffer' (2001), sobre la industria del porno gay; 'Quinceañera' (2006), con la que se impusieron en el Festival de Sundance; y 'La última aventura de Robin Hood' (2013), en la que Kevin Kline ponía rostro a un decadente Errol Flynn que seducía a una joven aspirante a actriz con el rostro de Dakota Fanning.
En el cajón tenían otros proyectos, entre ellos el biopic de Colette que Westmoreland dirigirá ahora en solitario y cuyo rodaje comenzará en mayo en Budapest (Hungría). La película contará con el respaldo de Number 9 Films y Killer Films, dos compañías que se encuentran detrás de otra historia transgresora que se ha convertido en uno de los títulos estrella de la temporada, 'Carol', en la que Todd Haynes tutela a una siempre espectacular Cate Blanchett y a una no menos impecable Rooney Mara que viven un romance prohibido en el Nueva York de los años cincuenta.
Inclasificable
La perfecta alianza, pues, para articular el biopic de Sidonie-Gabrielle Colette, nombre completo de una de las artistas más inclasificables de la literatura universal. Hija de un militar y talento precoz, la vida de Colette quedó definitivamente alterada cuando se topó con Henri Gauthier-Villars, más conocido como Willy, un libertino y mundano escritor que la introdujo en los círculos literarios al tiempo que le descubría los placeres de la carne y se beneficiaba de su trabajo sin ningún reparo. Ella apenas era una adolescente cuando sus caminos se cruzaron. Él tenía quince años más y una serie de vivencias que arrebataron el corazón de la joven. Suya fue la idea de crear a Claudine, una estudiante de instituto que protagonizaría la serie de relatos que le depararían la fama. Willy vampirizaba el talento de su esposa, con la que había contraído matrimonio en 1893. Pero los encantos de la joven no resultaban suficientes para evitar que abandonase su disoluta existencia. Las infidelidades se sucedieron hasta que Colette dijo basta. Rompió su matrimonio y se refugió en el 'music-hall', participando en obras subidas de tono que pudieron verse incluso en el mismísimo Moulin Rouge.
El cine se ha nutrido de la obra de Colette en numerosas ocasiones, deparando películas de desigual calidad y repercusión. La primera llegó en 1913 de la mano de
Henri Pouctal
, quien se sirvió del personaje con el que la escritora se abrió paso en el mundo literario para rodar 'Claudine'. 'La vagabunda', el cuento que Colette publicó en 1910 sobre una actriz que pone su independencia por encima del amor, fue trasladado en 1918 por una amiga de la artista,
Musidora
, que asumió tanto la dirección como el papel principal. Y
Serge de Poligny
rodó en 1937 'Claudine en la escuela', con
Blanchette Brunoy
al frente del reparto.
Pero es 'Gigi' el libro que mayor gloria cinematográfica alcanzó. Publicado en 1944, narraba la historia de un vividor cuyas despreocupadas andanzas quedaban alteradas por la entrada en acción de una adolescente aprendiz de cortesana a la que al principio pensaba en tomar bajo su protección pero de la que poco a poco va enamorándose.
Jacqueline Audry
fue la primera en trasladar el texto a la gran pantalla en 1949 y nueve años después
Vincente Minnelli
lo convertía en un musical que arrasaría en los Oscar con nueve estatuillas, entre ellos los de mejor película, director y guión.
Otras películas basadas en obras de Colette son 'Minne, la ingenua libertina' (Jacqueline Audry, 1950) o 'Chéri' (Stephen Frears, 2009), título este último cuyo reparto encabezaban Michelle Pfeiffer, Rupert Friend y Kathy Bates.
La literatura no era lo único que Colette compartía con el que fuera el primero de sus tres esposos. También tenían en común la bisexualidad. La autora pasó por los brazos de hombres como el escritor italiano Gabriele DAnnunzio; el editor Henri de Jouvenel, su segundo marido; Bertrand de Jouvenel, hijo de éste e hijastro, por tanto de la autora, con quien vivió una apasionada historia; o Maurice Goudeket, el tercero. Pero también de mujeres como Natalie Clifford Barney, una acaudalada poetisa y novelista estadounidense que ofició de anfitriona de destacados artistas que se dieron cita durante décadas en el salón de su casa ubicada en la 'rive gauche' parisina. Relacioes que provocaron el escándalo entre las mentes biempensantes de la época al tiempo que dibujaban su leyenda.
Sus libros estaban imbuidos de un marcado carácter autobiográfico. Su estilo directo y sin tapujos sedujo a legiones de lectores mediante obras de sugestivos títulos como 'El retiro sentimental' (1907), 'La ingenua libertina' (1909) o 'La casa de Claudine' (1922). Entre sus admiradores se contaban contemporáneos de la talla de Marcel Proust, Paul Valéry o Jean Cocteau. Y su carácter libertino no fue óbice para que la Academia Goncourt, la más prestigiosa de las sociedades literarias galas, la convirtiese en miembro primero y, entre 1949 y 1954, en presidenta. Tampoco para recibir, en 1953, el grado de gran oficial en la Legión de Honor, condecoración establecida por Napoleón I en 1802 para reconocer los méritos contraídos en el ámbito civil o militar. Una cota que sólo otra mujer había hollado antes que ella.
Actriz de época
Dar vida a ese icono será ahora responsabilidad de Keira Knightley, una actriz acostumbrada a los papeles de época y a meterse en la piel de mujeres de apariencia delicada tras la que se esconde un corazón indómito. Con ellas la británica ha firmado algunas de sus actuaciones más aplaudidas. Es el caso de 'Orgullo y prejuicio' (2005), adaptación cinematográfica de la novela homónima de Jane Austen dirigida por Joe Wright que le valió su primera nominación al Oscar. También de 'La duquesa' (Saul Dibb, 2009), donde se metía en la piel de una joven de aristocrática familia a cuyo carácter irredento se ajustaba mal el título de duquesa de Devonshire. Y, por supuesto, el de 'Anna Karenina' (Joe Wright, 2012), película en la que insuflaba vida al objeto de la pasión del conde Vronski, un rol, el de la célebre heroína salida de la pluma de León Tolstói, que en el pasado había recaído en intérpretes como Greta Garbo o Vivien Leigh.
La británica parece moverse con mucha mayor comodidad en el pasado que en el presente. Su segunda nominación al Oscar le llegó ayudando a desentrañar los misterios de la máquina de encriptado nazi en 'The imitation game (Descifrando Enigma)' (Morten Tyldum, 2014) y en su carrera destaca otro filme que tendía la vista atrás, 'Expiación. Más allá de la pasión' (Joe Wright, 2007), traslación a la pantalla de una novela de Ian McEwan que, pese a quedar algo por debajo del magistral libro del genio británico, mereció mejor suerte en los Oscar de 2008.
Aunque no será precisamente ese el plano temporal en el que se desarrollará el otro trabajo que, al margen del biopic de Colette, figura en la agenda de la actriz. Se trata de 'Candy store', un thriller al que también andan vinculados Robert de Niro, Matthias Schoenaerts y Omar Sy.
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