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Boquerini .
Miércoles, 28 de octubre 2015, 13:29
Entre 1947 y 1956, cuando triunfaban en todo el mundo las grandes películas en technicolor, alegres y optimistas, la meca del cine vivió uno de los periodos más tenebrosos de su historia. El Comité de Actividades Antiamericanas, que presidía el tristemente célebre senador Joseph McCarthy, comenzó a perseguir a los intelectuales -guionistas, directores, actores, músicos...- más destacados de Hollywood acusados de izquierdismo, en lo que se denominó 'la caza de brujas'. Los estudios se bajaron los pantalones y aquellos artistas que se negaron a declarar o a acusar a sus compañeros por sus ideas políticas fueron tachados de las producciones, se les impidió trabajar, que se citasen sus nombres y fueron condenados al ostracismo. Algunos emigraron a Europa para proseguir sus carreras en el viejo continente, caso de directores como Joseph Losey o Jules Dassin, otros se vieron obligados a no firmar sus trabajos o hacerlo bajo pseudónimos, como Dalton Trumbo o Abraham Polonsky, y hubo quienes, temerosos de lo que le pudiese ocurrir, aceptaron denunciar a sus compañeros, como Elia Kazan.
Aunque el Comité de Actividades Antiamericanas existía desde mediados de los años 30, no fue hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial, con la aparición de la Guerra Fría y el inicio en 1950 de la Guerra de Corea, cuando desató una paranoia en la sociedad norteamericana, que acabó con el 'New Deal' del presidente Roosvelt que había acogido en Estados Unidos a grandes intelectuales de izquierda europeos huidos de los regímenes fascistas de Alemania, Italia y España.
La caza de brujas comienza en 1950. Joseph McCarthy, un senador por Wisconsin, decide denunciar una conspiración comunista en el mismo seno del Departamento de Estado. Gente de los medios de comunicación, del Gobierno e incluso algunos militares son acusados por McCarthy de sospechosos de espionaje soviético y de simpatizar con el comunismo, en un momento en el que las fuerzas anticomunistas crecían, apoyándose en la paranoia, el miedo y en la delación. Olvidando el principio jurídico de la presunción de inocencia y ante cualquier denuncia, el Comité del Senado, presidido por McCarthy, aplicaba la presunción de culpabilidad y era el acusado quien tenía que desmentir y probar su no pertenencia o simpatía por el Partido Comunista. Quienes reconocían su culpa, podían lavarla delatando a sus camaradas. Su actividad destinada a desmantelar eventuales infiltraciones de agentes comunistas en la administración pública se extendió pronto a Hollywood que fue donde el método tuvo más éxito, debiendo los acusados hacer frente a un control de lealtad a los Estados Unidos que costó la carrera a varios de ellos.
Deserciones y chivatos
La industria del cine se amedrentó, provocando deserciones en las filas de los defensores de la libertad, pero algunos se enfrentaron directamente contra McCarthy. El dramaturgo Arthur Miller escribió 'Las brujas de Salem' como respuesta al terrible clima de delaciones que se vivía. Actores como Humphey Bogart, Lauren Bacall o Gene Kelly encabezaron una marcha en Washington para denunciar los métodos de McCarthy. Consciente de que iba a ser llamado a declarar, Charles Chaplin se exilió a Europa y ya nunca más volvió a pisar los Estados Unidos. Sin embargo fueron muchos los que claudicaron y empezaron a denunciar a sus compañeros, muchas veces en base a rumores, diciendo que habían formado del Partido Comunista norteamericano, muy poderoso entre los sindicatos de obreros antes de la segunda Guerra Mundial. El primero en testificar entre los integrantes del mundo de Hollywood fue el productor Jack L. Warner, máximo jefe de la Warner, que admitió que suponía que la infiltración comunista estaba muy extendida en la industria del cine. Algunos de los llamados a declarar salieron del paso como pudieron. Es el caso de John Ford, que había dirigido 'Las uvas de la ira', que el Comité consideraba como un panfleto comunista. "Me llamo John Ford y hago películas del oeste", fue todo lo que dijo el cineasta, quedando libre de cualquier acusación. Elia Kazan, que vio su prestigio como director de cine y de teatro en peligro, se fue la lengua y dio los nombres de quienes habían sido compañeros suyos en el Partido Comunista en los años 30. También el actor Adolphe Menjou no tuvo reparos en delatar a compañeros.
Entre los que plantaron cara al Comité de Actividades Antiamericanas, destacan los llamados '10 de Hollywood', que se acogieron a la Primera Enmienda de la Constitución Americana para no declarar sobre sus afiliaciones políticas, pasando a formar parte de una lista negra y condenados a penas de cárcel por "desacato al Congreso": Alvah Bessie (guionista), Herbert J. Biberman (guionista y director), Lester Cole (guionista), Edward Dmytryk (director) -después claudicaría y denunciaría a sus compañeros-, Ring Lardner (guionista), John Howard Lawson (guionista), Albert Maltz (guionista), Samuel Ornitz (guionista), Adrian Scott (productor y guionista) y Dalton Trumbo (novelista, guionista y director). En el caso de este último, fue Kirk Douglas, protagonista y productor de 'Espartaco', el que exigió que como autor del guión apareciese el nombre de Trumbo, y no con los pseudónimos que se había visto obligado a utilizar hasta entonces. Entre los que colaboraron con el Comité y denunciaron a otros cineastas, pronunciando además discursos patrióticos de tono anticomunista, cabe citar también a Gary Cooper, Ronald Reagan y Robert Taylor.
La caza de brujas de Hollywood tuvo una resonancia mundial inmediata. Cabe recordar que en la película de Berlanga'Bienvenido Mr. Marshall', el personaje del alcalde de Villar del Río, encarnado por el genial Pepe Isbert, sufría una pesadilla en la que era llamado a declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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