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Boquerini .
Jueves, 22 de octubre 2015, 10:28
Este sábado 24 de octubre levanta su telón la 60 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la popular Seminci, un festival que, sin apartarse demasiado del concepto de cine de autor, ha tenido una curiosa evolución desde su nacimiento en 1956 como Semana de Cine Religioso.
El Festival de San Sebastián había nacido tres años antes y ya era todo un éxito. Valladolid estaba en un periodo de cambio fundamental, se preveía su transformación como ciudad industrial, y un Festival de Cine podía ser un buen apoyo. Pero, ¿qué festival de cine podría ser adecuado para la ciudad?. Pucela era reconocida por sus iglesias, su imaginería religiosa, su Semana Santa, austera y silenciosa ¿Por qué no hacer un festival de cine religioso? Las autoridades franquistas lo apoyarían con alborozo y en aquellos años 50 el denominado cine de estampita constituía un poso fundamental en el cine nacional.
Como si de una procesión de Semana Santa se tratase, aquella primera Semana de Cine Religioso nació sin hacer demasiado ruido, casi en silencio. Y acorde con la temática y con la época, se inauguró con una misa. En silencio, pero con mucho entusiasmo por parte del inolvidable Antolín de Santiago y Juárez, autentico impulsor del certamen y su primer director, cargo que ocuparía hasta 1973, cuando el Festival se transforma y se convierte en la Semana Internacional de Cine Religioso y Valores Humanos, un añadido que no es baladí porque permitió que a través del certamen entrasen en España muchas películas de contenido social que la censura franquista tenía congeladas sin posibilidad de que se pudiesen estrenar en cines comerciales.
La Seminci nació pobre y con muchas dificultades. El cine en general estaba muy mal visto por las autoridades eclesiásticas de aquella España triste y opresiva de los cincuenta. Se consideraba un pasatiempo inmoral, y algunos eclesiásticos lo equiparaban desde sus púlpitos al mismo nivel que la embriaguez, el juego, el baile e incluso la blasfemia. Y que se iniciase un festival de temática religiosa era como intentar poner las cosas en su sitio. Había un modelo previo, una semana de cine religioso que por entonces tenía lugar en Viena, y las autoridades del todopoderoso ministerio de Información y Turismo no habían abandonado que el Festival de san Sebastián fuese también un festival de temática religiosa, por lo que en un hábil regate Antolín de Santiago (que era el delegado de Información y Turismo en la ciudad y manejaba la información cinematográfica en La Voz de Valladolid (antigua Radio Falange), se adelantó a lo que podría venir y puso en marcha la Semana de Cine Religioso de Valladolid.
La primera proyección de aquella primera Seminci fue un No Do, tras el cual, Juan Pascual, famoso locutor de La Voz de Valladolid, llamó al escenario del Teatro Calderón (aquel viejo teatro Calderón que aún no había efectuado la reforma que le dio lujo y esplendor en los primeros años 80), a las primeras estrellas invitadas por el festival: El primero en tomar la palabra fue el actor Jesús Tordesillas, que había fundado la denominada Santa Hermandad de la Cinematografía y que presentó la película de apertura: 'Una cruz en el infierno', con actrices como Marisa de Leza o Elena Espejo poniendo glamour.
Pero no hay festival sin festejos y tras la austeridad de la misa, en Valladolid se suceden las fiestas en La Hípica, una especie de club social con una pista de caballos y tres de tenis, y en el Museo de Bebidas. Durante la semana se alterna diversión con películas: 'La guerra de Dios', 'La gran mentira', 'El Judas' o 'Balarrasa', de Nieves Conde, la gran estrella de aquella primera semana, a cuya presentación acudió el propio Fernando Fernán Gómez que el filme pasaba de ser un soldado de Franco a convertirse en soldado de Cristo. Como se ve, de momento solo cine español, que se bastaba y se sobraba para llenar cuantas semanas de cine religioso fuesen necesarias.
El cine internacional llega al año siguiente con la proyección de títulos como 'La ley del silencio', de Elia Kazan, con Marlon Brando como protagonista, que levantó una enorme polémica paro que supuso el despegue de la Seminci.
La Seminci se empieza a caracterizar por mostrar una serie de películas de directores autores que pronto son su marca de fábrica. Gran parte de las películas de Ingmar Bergman llegan a España tras pasar por la Seminci, como también lo hace el cine social italiano, el cine de Robert Bresson e incluso el de François Truffaut (inolvidable el estreno, ya a finales de los 70 de 'La piel dura' ('L'argent de pòche'). En 1960 se añade lo de 'valores humanos' al enunciado del certamen, y llegan películas de Buñuel, de Visconti, de Billy Wilder En 1973 el certamen es ya simplemente a Semana Internacional de Cine de Valladolid.. y en 1975, aún con el dictador vivo, la Semana estrena en medio de una enorme expectación la prohibidísima 'La naranja mecánica'. El cine de autor en todo su esplendor.
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