Borrar
El primer autorretrato que me hice tras el diagnóstico. OLATZ VÁZQUEZ
«Mi vida ya no es la misma, el cáncer aparece para cambiarlo todo»
Diario contra el cáncer

«Mi vida ya no es la misma, el cáncer aparece para cambiarlo todo»

La periodista Olatz Vázquez, de 26 años, relata en primera persona cómo afronta un cáncer gástrico con metástasis abdominal, empeorado por los dos meses que se retrasó el diagnóstico por culpa del coronavirus

olatz vázquez

Miércoles, 14 de octubre 2020

«Olatz, hemos recibido los resultados de la biopsia y el tumor es maligno. Ahora mismo vas a recibir tal cantidad de información que caerá sobre ti como una losa, pero necesito que prestes atención…». Nada. No puedo. Dejo de escucharle. Me acaban de confirmar que lo que tengo es cáncer. Miro a mi derecha. Veo a mi madre, ahí, sentada, llorando, pero prestando mucha atención a lo que el cirujano me estaba explicando. Tras de mí noto a mi pareja, que me coge de los hombros y me aprieta, como si con ese gesto me estuviera diciendo «tranquila, todo va a ir bien».

«Además del tumor del estómago, en el TAC aparece que tienes metástasis en la zona abdominal». Cáncer y metástasis en una misma frase. El miedo me invade por dentro. Quiero llorar, quiero gritar. Quiero escapar de ahí. Miro a la enfermera que acompaña al doctor. Puedo ver en sus ojos azules la palabra «pobrecita». Pobre de mí, que con 26 años me toca luchar contra algo que desconozco.

Cáncer. En mi vocabulario no existía esa palabra. No conozco nada sobre ella. Qué es, por qué aparece, y por qué a mí. Por qué. Sin antecedentes familiares, llevando una vida sana, sin fumar, sin beber. Por qué a mí.

Olatz Vázquez

«Pobre de mí, que con 26 años me toca luchar contra algo que desconozco»

«Parece que no tienes ningún órgano más afectado; la metástasis está bastante localizada en tu abdomen. Por eso, si te parece Olatz, este mismo viernes vamos a entrar a quirófano y vamos a practicarte una laparoscopia, que consiste en introducirte, a través de tres pequeños cortes, cámaras para ver la magnitud de tu enfermedad».

Asiento con la cabeza. No puedo ni hablar. La enfermera me entrega varias hojas: consentimiento de anestesia, consentimiento de operación, consentimiento de riesgos, etc. Firmo sin apenas leer nada. «Ya sabes que, debido a la alerta sanitaria, antes de cada intervención hay que realizarte una PCR. Te la van a hacer ahora mismo, ¿vale? Por favor, acompáñala». La enfermera asiente, se levanta y nos guía hasta la planta baja.

olatz vázquez

Se acerca donde las enfermeras que están en ese momento practicando la prueba. Espero, apartada, a que llegue mi turno. Mi pareja me acompaña. Le miro. «No puede ser, Urko, no puede ser». Me abraza. «Olatz, pasa». Me siento en el sillón. Pero no puedo. Empiezo a llorar, desconsoladamente. Pierdo el control. Grito. Urko corre a abrazarme. Una mujer sale de su despacho, alarmada. «¿Qué pasa?». Las enfermeras le tranquilizan. «Nada, nada, solo está un poco nerviosa». Levanto la mirada. Las miro armadas con sus EPIS. Solo veo sus ojos. «Me acaban de decir que tengo cáncer. No puede ser, no puede ser, por favor». «Lo sabemos. Estate tranquila. Todo va a ir bien».

Salgo del hospital. Hace calor. Mi padre se aleja; va a por el coche. Nos pide que le esperemos en la puerta. «¿Sabéis qué? Dentro de mí cabía la pequeña posibilidad de que, una vez más, se hubiesen equivocado conmigo; que lo que vieron en la gastroscopia fuera algo menor. Lo que venían diciéndome desde hace más de un año: será una gastritis, una úlcera… Pero no. Tenían que acertar justo en esto».

Olatz vázquez

Montamos en el coche. Miro a través de la ventana. Un silencio invade el espacio. Nadie se atreve a decir nada. Supongo que no sabrán qué decir. Yo tampoco lo sé, y a día de hoy sigo sin saberlo. Han pasado más de cuatro meses desde ese día y todavía hay cosas que me cuesta digerir, que me cuesta recordar.

Los momentos de silencio desaparecieron. Pasamos a la normalización y a convivir con una enfermedad que nos ha roto todos los esquemas. Pasé de trabajar a encerrarme en casa; de ir a la playa a evitar los rayos de sol, de darme largos paseos a tener que descansar cada cinco minutos. La vida, mi vida, ya no es la misma. Porque el cáncer es así: aparece para cambiarlo todo.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo «Mi vida ya no es la misma, el cáncer aparece para cambiarlo todo»