Vivir el amor es una de las experiencias más maravillosas y gratificantes de la vida. A lo largo de la Historia, el amor ha estado presenta en cada episodio de la evolución de los tiempos. Muestra de ello, la podemos encontrar tanto en la literatura ... como en las diferentes expresiones del arte, escultura, pintura, cine o teatro. Hasta en los relatos y representaciones más bélicas se pueden localizar pinceladas de la importancia del querer. El amor nos hace crecer, nos alimenta el alma, nos abre a los demás, nos invita a viajar hacia lo más íntimo de uno mismo, nos permite vencer miedos, nos impulsa a la creatividad, nos anima a vivir el momento, nos invita a superar viejas heridas, nos despierta inquietudes que estaban dormidas... En definitiva, nos hace respirar intensamente la vida que corre por nuestro interior.
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Cuando se presenta ante nosotros, nos envuelve de tal manera que nos arrolla de forma impetuosa y, en muchas ocasiones, no nos permite clarificar mente y corazón. Aparece una persona que, entre miradas, revuelve cada rincón de nuestro mundo, interfiriendo en la razón. Se desencadenan torrentes de neurotransmisores que despiertan nuestra parte más pasional, provocando que nos adentremos en relaciones que, conforme va pasando el tiempo, pueden consolidarse en una relación de pareja saludable o todo lo contrario, contaminada y tóxica. Una de esas en las que resulta complicado ver que no es la mejor forma de vivir el amor.
En la aventura del querer, no es sencillo identificar a primera vista si la persona que nos despierta una atracción, agitando nuestra química interior, es o llegará a ser un buen compañero o compañera de viaje. Las primeras impresiones no siempre son las acertadas, pero, ¿quién te frena ante esa química que te arrastra, adentrándote a probar las mieles del enamoramiento, sin identificar que simplemente era una cobertura de caramelo con un interior amargo? Reconocer que estamos ante la persona equivocada, nos ayudará a evitar enredarnos en el tiempo y en una relación que se convierta en una infelicidad amorosa. O, si ya estamos viviendo la toxicidad en pareja, nos facilitará el poder tomar decisiones ante lo que queremos en nuestra relación.
En las relaciones de pareja, aunque haya amor, es importante aprender a identificar cuándo en una de las partes o ambas, aparecen actitudes y conductas que son inadecuadas e impropias de lo que es tratarse con amor. Actitudes que acaban extorsionando la vulnerabilidad del otro, tanto emocional como psicológicamente, pudiendo llegar a convertirse en un maltrato y, con ello, dejando de ser amor para convertirse en una relación tóxica.
Si lo que deseas es aprender a reconocer una relación tóxica, aquí proponemos algunas de las claves que te ayudarán:
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• Persona que te invade con promesas y halagos sumamente abrumadores de amor. Ten mente despierta si en tu camino aparece una persona, que de cero a cien invade tú vida con mensajes complacientes, idílicos y positivos. Date el margen de pensar, ya que esta es la etapa de la idealización y es más fácil equivocarnos.
• Depender emocionalmente del otro. Cuando la persona pone en manos de la pareja el sentirse feliz y solo así se siente plena, es el punto en el que ese componente de la pareja se despersonaliza emocionalmente y se debilita. Permítete sentir por ti mismo o misma, trabaja tu crecimiento y autoconocimiento personal para empoderarte. En una relación saludable no hay dependencia emocional, sino que las emociones se compensan para crecer en pareja y contribuyen al empoderamiento de la identidad de ambos.
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• Olvídate de las almas gemelas. En pareja no se tiene que tener los mismos gustos y estar de acuerdo en todos los ámbitos de la vida. Las parejas saludables se construyen en el respeto de las partes. No es necesario que los pensamientos y aficiones sean afines al cien por cien.
• Control, pérdida de autonomía y dominio de una de las partes. El control por parte de un componente de la pareja es una de las actitudes más tóxicas de amar. Si te ves envuelto o envuelta en que cada uno de tus actos esté supeditado a la aprobación de tu pareja, ya sea en forma de celos, pedir permisos o de dar constantes explicaciones de lo que se ha hecho o vas a hacer, recuerda que el amor de pareja saludable se construye viviendo en libertad y respeto de las dos partes.
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• Tu pareja absorbe todo tu mundo. Si tu día a día se ve supeditado a la pareja, abandonando todo aquello que estaba presente en tu vida social, ya sea familia, amigos o personas con las que compartías momentos y sientes que te falta algo, que echas de menos instantes y ratos compartidos con otras personas que no son la pareja, puede que estés entrando en una «soledad de dos» que te haga infeliz. Incluso si es por elección propia verse aislado en pareja, recuerda que el enriquecimiento de una relación de pareja saludable viene influenciado por relacionarnos socialmente con otras personas ajenas a la pareja.
• Falta de reconocimiento, criticismo, desconsideración, manipulación. Cuando te encuentras con que tienes la sensación de que tu opinión no cuenta y te conviertes en un ser invisible para tu pareja... ¡alerta, porque las dos opiniones cuentan! Si la crítica ante tu forma de actuar, de ser, de vestir es la parte predominante en la comunicación en pareja... ¡alerta, eso no es amor por muchos años y manías del otro vividas en pareja! Si te sientes que se ha puesto en evidencia tu persona sin consideración ni empatía... ¡alerta, eso no es amor! Si no ejerces tu libertad en los momentos de intimidad sexual... ¡alerta, eso no es amor de pareja!
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• El buen amor de pareja no despoja al otro de su ser y sus valores. Quien quiere bien respeta a la otra parte, le ayuda a mejorar con una crítica constructiva sin dañar su autoestima, le hace visible y su opinión cuenta, le hace empoderarse en sus momentos de intimidad. En una pareja saludable, la admiración es una de las raíces que afianza la identidad de cada una de las partes.
• El nivel de felicidad. En la vida de una pareja, la felicidad tiene diferentes momentos de intensidad. Es natural que en las distintas etapas de la relación la felicidad fluctúe, incluso haya momentos puntuales de grandes dudas sobre el amor. Si a lo largo de tu estado en pareja, prevalecen sentimientos de dolor, siendo el sufrimiento la tónica de la relación, has de reflexionar sobre qué recompensa te aporta esa persona para mantenerte en esa dinámica emocional. Recuerda, el equilibrio y el éxito de la relación saludable ha de medirse por mayor porcentaje de momentos de felicidad que de sufrimiento.
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• Vivir la pareja es una de las formar más grandiosas de compartir la vida. Verse envuelto en una relación tóxica, nos puede llevar a caer en la pérdida de la propia identidad y acarrear grandes problemas emocionales y psicológicos. En muchas ocasiones, es difícil reconocer qué tipo de relación se está viviendo. Por ese motivo, ser conocedores de que en el amor no todo es idílico, nos ayudará a identificar las señales que nos alertan de la posible relación tóxica y poder escapar. ¡Cuidar la salud emocional de la pareja es esencial y aunque parezca complicado, salir de las relaciones tóxicas es posible!
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