Psicología

¿Sabes enfadarte de manera inteligente?

Comparto unas claves esenciales para gestionar de forma efectiva este momento tenso y poder mantener el autocontrol

Miércoles, 14 de agosto 2019, 14:03

¿Quién no se ha enfadado en algún momento de su vida? Enfadarse es una forma natural de manifestar un estado del ser. Es una emoción compleja que habitualmente se experimenta de forma negativa, desagradable y resulta difícil de gestionar. Pero, como no podía ... ser de otra manera, el sentirse enfadado tiene su lado positivo, ya que nos permite, entre otras cosas, ser asertivos y saber poner límites. Así, conseguimos defender nuestras ideas, opiniones y acciones y defender a los otros. Nos permite reconocer lo que nos duele y poder cambiarlo; nos facilita identificar lo que sí queremos y lo que no. En definitiva, nos ayuda a desarrollarnos como personas.

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La dificultad reside en cómo gestionamos ese enfado y qué hacer para mantener el autocontrol sin perder las formas y acabar, no sólo hiriendo a las partes implicadas, sino perdiendo todo sentido de razón. Aquí comparto unas claves esenciales para gestionar de forma efectiva el enfado.

«20 reglas claves para controlarnos, saber manejar el enfado y evitarlo»

1

No hagamos una montaña de un grano de arena. Hay una diferencia en las consecuencias que acarrea el estar molesto o sufrir una catástrofe de vida o muerte. ¿Qué hacer para dejar de ser tremendista, evitar una reacción totalmente neurótica y reaccionar de forma calmada y sensata? Es importante darse cuenta de lo que es una cuestión de vida o muerte y lo que no. Cada vez que te enfades pregúntate después si es para simplemente estar molesto o si es una verdadera catástrofe; si consigues hacerte esa pregunta antes de que se desencadene la tormenta mejor, pues estarás dando pasos de gigante hacia el autocontrol.

2

No siempre tenemos que salirnos con la nuestra. Ser realistas es básico, y saber que no siempre se puede tener o hacer lo que uno quiere nos evitará muchos enfados caprichosos, aprender a perder nos ayudará a sufrir las frustraciones de manera menos traumática sin desencadenar reacciones neuróticas.

3

Cultivar la empatía, la autoestima y el buen humor porque te dará muy buenos resultados y te sentirás mejor.

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Distinguir entre lo que es frustración y lo que es perturbación. Saber lo que son hechos desagradables que te incomodan y hacen que te sientas mal, en definitiva que te sientas frustrado pero sin alterarte; y lo que son perturbaciones emocionales basadas en pensamientos neuróticos que nos conducen a comportamientos agresivos. Bajo un mismo hecho frustrante, mientras una persona se mantiene en calma sin alterarse, otro monta en cólera. Si somos consciente de ello podremos controlarlo.

5

Conocer cuáles son nuestros temores nos puede evitar muchos enfados. Muchas de las caras largas que nos cruzamos en la vida vienen marcadas por los miedos que desean enmascarar, son personas que tapan su inseguridad y desconfianza a base de enfados, pensando que así mantendrán el control. Es el caso de los celos.

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6

Escucha tu forma de expresarte, no olvides nunca que el lenguaje que utilizamos es clave y te mostrará ante los demás.

7

Mantén a raya la autocompasión. Compadecerse de uno mismo, aunque no lo parece a primera vista, está muy relacionado con el enfado. Uno de los mayores enemigos que podemos tener es nuestro propio «yo», en ese punto entra la autocompasión. Compadecernos es una de las formas de autocastigarnos que nos puede conducir a los estados de tristeza si no se corta a tiempo y a generar enfados constantes, tanto con los demás como con uno mismo, al autoculparnos. Ejemplo: Ceder continuamente ante el otro, haciendo que la frustración y la amargura crezca mientras el otro se siente bien cada vez que consigue lo que busca, hasta que un día la «olla express» se destapa y llega la guerra.

8

Eliminar los reproches. El reproche sólo conduce al resentimiento y al distanciamiento. El reproche es directamente proporcional al sentimiento de frustración, cuanto más eches en cara peor se sentiría el otro y en consecuencia ambas partes. El reproche aumentará el enfado que llevas dentro de ti mismo y además dificultará que puedas encontrar una solución porque acaba provocando distracción. No crucificar al otro por una conducta errónea y ponerle el cliché de malo o detestable. Para evitar ese error separemos siempre a la persona de lo que son sus actos, puedes permitirte criticar sus acciones pero nunca ataques a la persona. Recuerda que todos tenemos defectos.

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9

Miremos hacia nosotros mismos y aceptémonos tal y como somos. No es hablar por hablar, ¡pasa a la acción!

10

Controlar las profecías que tienden a cumplirse por naturaleza. Aquello que esperamos del comportamiento de los demás y de nosotros mismos se encuentra estrechamente determinado por lo que esperamos de ellos y de nosotros. Si dejas salir por tu boca pestes de los demás o de ti mismo, al final acabarán siendo realidad. Cuida tu lenguaje y mantén a raya los reproches.

11

No hacer lo que no deseas que te hagan. Si tú les pegas o chillas a tus hijos lo más probable es que ellos devuelvan la misma moneda. Dar ejemplo no sólo con nuestras palabras sino también con nuestros actos.

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Párate a pensar antes de actuar, piensa y repiensa y cuenta hasta 10. En caliente dejamos salir la fiera que llevamos dentro y las consecuencias pueden salirnos caras.

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Piensa que todos podemos controlar nuestro enfado, piensa en positivo nunca negativo. Deja de creer en ideas que originan tristeza, enfados o temor, corta la cadena de pensamientos negativos que lleguen a tu mente, recuerda que tú tienes el control.

14

Conviértete en observador de los demás y en especial de ti mismo. Saca tu lado más analítico y encuentra respuestas.

15

Analiza las causas, te puedes llevar una sorpresa y darte cuenta de que el problema lo generas tú mismo.

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16

Reflexiona sobre las posibles opciones, los pros y los contras. Pregúntate: ¿Realmente merece la pena? ¿De verdad me interesa llegar a perder el control?

17

Abandona la idea de que son los demás los que te hacen enfadar. Tienes que ser capaz de entender tu parte activa en cualquier situación.

18

Si te ves envuelto en un enfado lo mejor es mantener la calma, dirígete a la persona con un tono amable y conciliador, no des razones para que te ataque. Mantener la serenidad es clave, «apaguemos el fuego con agua». Si descubres que estás perdiendo los estribos, respira y háblate interiormente con palabras de calma. Ejemplo: «Tengo el control y recupero la calma, nada puede alterarme si yo no lo permito». En último caso si no consigues calmarte, por lo menos procura fingir el estado de serenidad y dejar que la otra parte se desinfle con sus reproches. Tu calma tendrá sus frutos si le das tiempo.

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19

Enseña a los demás lo que hayas aprendido de las consecuencias, es bueno, pero si les hacemos ver las consecuencias lógicas será mucho mejor. La mejor forma de cambiar es reconocer que tenemos un problema, de lo contrario seguiremos bajo los efectos de nuestra propia ineficacia y estupidez. Una consecuencia natural enseña muy bien su lección. Por ejemplo: En el caso de los niños que dejan los juguetes o ropa sin recoger, sería muy efectivo hacer desaparecer esas cosas por un tiempo y así hasta que se den cuenta de que van a quedarse sin ellas si no recogen; otra alternativa es apagar el televisor cada vez que dos hermanos no se ponen de acuerdo para verla y no volverla a encender hasta que se hayan calmado.

20

Aprende a pedir perdón y a perdonar pero no olvides lo que hiciste mal, y así no caer de nuevo en las redes y manejar la situación desde la firmeza manteniendo la dignidad. ¡Pedir perdón nos dignifica!

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Espero que estos consejos os resulten útiles y que dejéis atrás cualquier enfado, ¡porque estamos en verano y se trata de disfrutar!

¡Un abrazo amigos!

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