Psicología

El duelo: cómo sobrellevar la muerte de un ser querido

Es necesario conocer y desterrar ciertos mitos para ayudar de forma sana a aquellas personas que se encuentran inmersas en este doloroso proceso

Miércoles, 13 de enero 2021, 16:08

Como decía Confucio, «a veces nos cuesta entender la vida, ¡cómo para entender la muerte!». La vida y la muerte son conceptos que, a pesar de estar situados en dos polos opuestos, están tan cerca uno del otro que a veces se «pisan los ... talones».

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La muerte es natural e inevitable, misteriosa y sigilosa, y genera una constante sensación de incertidumbre. No sabemos cuándo, cómo o dónde nos sorprenderá, y nos aterra con la idea de 'saludar', con o sin aviso, a alguno de nuestros seres queridos. Siempre está presente, desde el mismo día en el que hicimos nuestra aparición en el mundo. Si nos preguntaran, seguramente diríamos: «yo no tengo miedo a la muerte, pero sufriría inmensamente si le ocurriera algo a una persona que quiero». El cómo afrontamos esas pérdidas, cómo nos adaptamos, cómo nos rehacemos con el tiempo y cómo conseguimos recuperar la relación con los demás, con el entorno y con nosotros mismos, forma parte del proceso de duelo que experimentamos todas las personas ante las pérdidas de nuestros seres queridos.

El duelo por el fallecimiento de alguien al que queremos es una experiencia vital y global, un proceso dinámico en el que se experimenta sufrimiento emocional ante un problema irreversible. Aunque la muerte de un ser querido es siempre algo dramático, no hay una sola manera de enfrentarse a ella: somos seres únicos y tenemos diferentes modos de vivenciar las pérdidas. Cuando estamos en duelo, tenemos la impresión de que lo que sentimos es único y exclusivo, sin embargo, cuando ponemos en común nuestras experiencias y emociones, nos damos cuenta que muchas personas experimentan lo mismo, e incluso lo sufren de una manera secuencial y en el mismo orden que nosotros.

@itziaraguilera

Aunque se trata de un tema complejo, todos nos atrevemos a dar opiniones, explicaciones y hasta «consejos curativos» a las personas que sufren pérdidas. Se ha escrito y hablado mucho sobre duelo, dándonos ideas falsas que han generado confusión, tanto en los propios dolientes como entre los profesionales. Hablemos de algunas de ellas.

Falsas creencias en relación al proceso de duelo

1. La gran paradoja a la que nos enfrentamos cuando tratamos de ayudar a los dolientes, es que deseamos dar una solución a un problema que no la tiene. Este interés en «dar soluciones» para ayudar a aliviar su dolor, hace que nos adelantemos con sugerencias inaceptables, que están fuera de lugar en el momento en el que se encuentra la persona que sufre la pérdida. No hay un tiempo concreto para vivenciar el duelo, es falso pensar que el duelo tenga una duración definida, como oímos muchas veces. Tenemos que ser capaces de respetar el ritmo de cada persona a la hora de afrontar la pérdida, porque cada una tiene su situación personal, relación o vínculo con la persona que falta, sus circunstancias, personalidad y experiencias diferentes, individuales e irrepetibles. Cada etapa puede ser vivida con distinta intensidad y duración, y es importante tenerlo en cuenta para poder conectar a nivel emocional y hacer que la otra persona se sienta acompañada.

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2. Que el duelo siempre tiene que hacerse con la ayuda de un profesional, es otra idea completamente falsa. El duelo es un proceso natural y que, llevando ritmos diferentes en cada caso, sigue su curso. Así, la mayor parte de las personas se consiguen rehacer y sobreponer a las pérdidas con las herramientas personales, ayuda de sus familiares, amigos, trabajo, etc. Es cierto que hay otro grupo de personas para las que la experiencia resulta más compleja, no consiguen sobreponerse al dolor y por eso necesitan ayuda profesional. Por lo tanto, demos un margen a aquella gran mayoría que hace un proceso adaptativo natural.

3. En relación con lo escrito anteriormente, las personas que tienen un duelo complejo, no podrán sanar con el paso del tiempo y sin una elaboración del duelo guiada, profesional y competente. El tiempo no lo cura todo. Se describen casos en los que, si no se pone remedio, con el paso de los días se empeora el estado de salud mental y física. De hecho, es posible que para muchas personas el primer año después de la pérdida sea menos duro que los años posteriores.

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4. Otra idea falsa es pensar que el duelo finaliza cuando se hace la despedida del ser que se ha ido. ¿Cómo te despides de tu hijo/a, pareja, padre o madre? No se trata de acabar con el duelo escribiendo una carta de despedida o pudiendo decir «adiós» para siempre, sino encontrando significados nuevos para adaptarte a la situación y recobrando la necesidad de vivir encajando la pérdida. Además, cada persona tendrá presente a su ser querido a su manera, algunos llevarán consigo su recuerdo en el corazón, otros una imagen en su bolsillo y otros sus palabras en su cabeza. No hay normas para saber de qué manera nuestros seres queridos fallecidos nos acompañarán el resto de nuestra vida.

5. Otro gran mito es que los duelos hay que hacerlos en soledad. ¡Nada más lejos de la realidad! Necesitamos tener al lado personas a las que queramos y nos quieran, necesitamos contacto interpersonal. Otra cosa es que requiramos de nuestros momentos en soledad para pensar, recordar o hasta llorar, pero no sanaremos una pérdida si no es a través de la relación con otros. El apoyo es vital para la supervivencia emocional. Hay autores que apuntan, incluso, que la falta de este apoyo llevaría a generar otra pérdida secundaria. La idea de que en soledad nos hacemos más fuertes y nos ayuda a expresar mejor las emociones es completamente falsa. No tenemos posibilidad de expresión emocional si no es con alguien a quién queramos. Estar acompañados en esos momentos es, no solo de gran ayuda, sino necesario para elaborar el proceso de duelo.

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6. También oímos muchas veces la falsa creencia de que es mejor que nos deshagamos cuanto antes de las pertenencias y recuerdos de las personas que faltan. Cada uno tendrá que seguir su propio ritmo: quedarse con lo que quiera, quitar todo, guardar parte, llevar siempre consigo algo de la persona fallecida, lo que necesite. Nadie nos puede decir qué y cuándo nos tenemos que desprender de esos recuerdos. Lo que hagamos será fruto de unas emociones y sentimientos que son exclusivamente nuestros. No caben orientaciones de otros porque esto podría llevar a arrepentirnos en fases posteriores de haber tomas decisiones equivocadas.

7. La idea de que debemos hacer muchas cosas para evitar llorar o sentir tristeza y de que esto nos ayuda a hacer el duelo, también es falsa. Se ha investigado mucho a este respecto y se concluye que no expresar y/o reprimir estas emociones, puede ser un indicador a largo plazo de un posible duelo complicado o incluso patológico. En el proceso de duelo es necesario y sano dejar que fluyan las emociones de manera natural.

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Son innumerables las falsas creencias sobre las que podríamos seguir argumentando y que hoy en día seguimos escuchando: que ir al cementerio impide la elaboración del duelo, que hay que aconsejar a las personas en duelo lo que tienen que hacer, que los niños tienen que permanecer ajenos a todo lo relacionado con la muerte del familiar, que no hablar de la enfermedad o de la muerte ayuda a sanar, que el dolor desaparece si lo ignoras, que solo el que llora es el que sufre la pérdida de verdad, que la ansiedad y la depresión van asociadas al duelo, que las terapias sobre duelo generan más dolor, que los rituales de duelo como funerales, velatorios o entierros imprimen sentimientos más dolorosos, y un largo etcétera.

Resulta necesario que desterremos estos mitos por el bien de las personas a las que tratamos de ayudar, porque la muerte siempre acecha y, aunque nunca estaremos preparados para darle la bienvenida, por lo menos seremos conscientes de que estas creencias nos hacen todavía más vulnerables y nos impiden acercarnos con respeto a las personas que sufren.

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