«Volar una cometa, aprender tres chistes nuevos, caminar un buen rato sin zapatos o decir 'te quiero' mirando a los ojos». Son algunos de los deberes que el 'profe' Manolo puso a sus alumnos de tercero de primaria el verano pasado. La lista de ... 45 tareas, sin teoría ni ejercicios, que elaboró este docente andaluz se hizo viral y fue compartida más de 46.000 veces. Este año Manuel Gordillo ha vuelto con sus 'Deberes de Vida', un libro en el que propone numerosas actividades lúdicas y motivadoras para hacer en familia, con amigos y al aire libre. «Aprendemos lo que nos motiva y emociona», asegura. Una filosofía que cada día comparten más pedagogos y profesores, que recomiendan aparcar los típicos cuadernillos Rubio convencidos de que no solo se adquieren conocimientos a través de los libros.
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Con la llegada del verano, muchos padres se enfrentan a este clásico dilema: deberes, ¿sí o no? La respuesta depende de muchos factores, entre ellos, las necesidades de cada alumno y sus resultados académicos. Sin embargo, cada vez son más los expertos que defienden 'deberes alternativos' destinados a reforzar las destrezas, los lazos familiares o las habilidades sociales de los escolares. «Es preferible sustituir las tareas de toda la vida por actividades. Nuestros hijos tienen que saber que el verano es para disfrutar y que pueden adquirir conocimientos o hábitos mientras se divierten», afirma Beatriz Alonso, pedagoga en el Centro Psicología Bilbao. Tampoco la profesora de Primaria Sara Castillo es partidaria de mandar deberes para el verano. Lo único que pide a todos sus alumnos, sin excepción, es que «lean lo que les guste, pero que lean». Una opinión que comparte la psicóloga Nerea Bergara, que «recomienda hacerlo a cualquier edad y dejando que sean ellos los que elijan la lectura que les apetezca».
Los padres tienen a su alcance numerosas herramientas para estimular las capacidades de sus hijos sin que sea necesario recurrir a los clásicos cuadernillos de ejercicios. «Si sus hijos tienen que entrenar la expresión escrita o la ortografía pueden hacer la lista de la compra o apuntar lo que van a meter en su maleta. De esa forma, no solo mejorarán la letra y aprenderán a poner las tildes correctamente, sino que se sentirán integrados en la familia y asumirán responsabilidades», afirma Alonso. Leer una receta, por ejemplo, es una manera de practicar la lengua y la comprensión escrita, mientras que al pesar los alimentos reforzarán las Matemáticas. «También repasarán las cuentas si hacen la compra y mejorarán su atención si dedican una mañana a recoger las conchas blancas que encuentren en la playa».
Beatriz Alonso - pedagoga
Para la psicóloga Nerea Bergara el verano ofrece muchas posibilidades de trabajar lo que se ha estudiado durante el curso sin tener que abrir los libros. Se trata, en su opinión, de aplicar a la vida real lo que han aprendido en clase. «Si han estudiado los climas y vamos a viajar a Tenerife podemos explicarles la variedad de microclimas que tiene la isla; si han visto los ecosistemas pues nos vamos de excursión a Urdaibai y si han trabajado con poleas en Tecnología, podemos aprovechar para hacer inventos», señala. En definitiva, que no piensen «de esto me olvido porque ya lo he estudiado» y entiendan que lo que estudian en el colegio «está relacionado con la vida».
Consiste en buscar fórmulas para que su verano no vaya a asociado, como les pasa a muchos adultos, a la típica cancioncilla de 'Vacaciones Santillana'. «El objetivo es que estén activos, que hagan la cama, recojan su cuarto, ayuden con las tareas de casa... que aprendan de una forma lúdica y no desde un aspecto académico, que en ocasiones es desmotivador para ellos», señala Alonso. Parece sencillo, pero para muchos padres no es tan fácil dar con las técnicas adecuadas. «Se quedan sin recursos, no saben qué hacer para que sus hijos aprovechen el verano y por falta de conocimiento acaban cayendo en los extremos: o les llevan a una academia tres horas al día o, como han aprobado todo, les permiten no hacer nada y acaban viendo la tele o con una inactividad total», observa esta pedagoga, que recomienda buscar «un término medio».
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SARA CASTILLO - PROFESORA
Pero, en caso de haber suspendido alguna asignatura, ¿tampoco tienen que abrir un libro de texto? «El primer paso es saber por qué no han superado esa materia», apunta Alonso. Una afirmación que comparte la psicóloga Nerea Bergara, que es partidaria de que los padres analicen en qué ha fallado su hijo y piensen en lo que necesita corregir para el siguiente curso. «Una vez detectado el problema, lo que hay que hacer es buscar soluciones, pero sin hacer un drama o castigarles todo el verano sin móvil». «Si ha suspendido porque no ha sido responsable, no se ha sabido organizar o no ha apuntado las fechas de los exámenes, el verano es un buen momento para que adopte responsabilidades: levantándose a una misma hora, ayudando en casa, haciendo las compras… Si no se organiza en su vida diaria, difícilmente lo va a hacer en los estudios», asegura la especialista de Centro Psicología Bilbao. Por el contrario, si el suspenso viene asociado a una dificultad académica, como puede ser un problema de comprensión o razonamiento lógico, sí recomienda reforzar esa materia durante media hora al día en Primaria o Secundaria; y durante una hora en Bachillerato. Y, en algunos casos, aconseja realizar un curso de técnicas de estudio. «Hay alumnos que suspenden, aún esforzándose, porque no saben estudiar con eficacia. Se da por hecho que tenemos que saber estudiar y no siempre es así».
Nerea Bergara - psicóloga
El verano para los escolares es tan largo que algunos se olvidan de lo aprendido en clase. Pasa, sobre todo, en los primeros cursos de Primaria, cuando los conocimientos son muy memorísticos, como las tablas de multiplicar. Para recordar, basta con que «hagan una ficha al día, alternando las de Lenguaje y las de Matemáticas», aconseja la profesora de Primaria Sara Castillo. «Si van a pasar mucho tiempo en casa, pueden aprovechar para hacer media hora diaria de deberes y mejor por la mañana, para que desconecten el resto del tiempo», afirma. En su opinión, si se van al pueblo o a algún destino vacacional es preferible dejarles desconectar. «Ya repasarán dos semanas antes de volver al cole». También Bergara aconseja hacer «un poco de cálculo cada dos días» porque sino en verano desaprenden. Eso sí, sin convertirlo en una norma impuesta. «Es muy importante involucrar a los niños, aunque sean pequeños, y dejar que ellos mismos decidan cuándo van a hacer las tareas para que aprendan a responsabilizarse y a tomar decisiones».
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