Claves para sacar tiempo
Cómo llegar a (casi) todo: claves para sacarle horas al díaClaves para sacar tiempo
Cómo llegar a (casi) todo: claves para sacarle horas al díaEstás leyendo BizkaiaDmoda, la Newsletter de tendencias de moda, belleza, decoración, salud, relaciones de pareja y más cosas bonitas cada semana en tu mail, por Virginia Melchor. Si quieres recibir este boletín cada domingo en tu mail, apúntate aquí.
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¿Cómo llego a ... todo? No llego. Yo no llego. Lo dejo claro ya en la primera línea y añado el 'casi' en el título para no llevar a error. De hecho, a veces caigo exhausta y me quedo dormida con el bolso puesto. Me da vergüenza contarlo, pero es así. Intento planificar las tareas: el domingo paso la aspiradora, el lunes voy al súper, el martes toca lavadora... Y he llegado a ponerme alarmas para asignar a cada quehacer un tiempo determinado, pero nada, no me da la vida. A tomar por saco. Una de las técnicas que practico últimamente -no imitar en casa- es hacer varias cosas a la vez. El domingo pasado, mientras sacaba a mi perro en el parque de Doña Casilda, leía un libro por trabajo, me pintaba las uñas y comía (sushi) al mismo tiempo. Y... desastre. Se me cayó la salsa de soja en el pantalón y llegué tarde al compromiso que tenía.
Creo que muchas veces confundo las verdaderas obligaciones con mi propia autoexigencia. Y tengo que aprender, de una vez por todas, que no pasa nada si la funda del sofá no está perfectamente colocada o tiene pelos de Lope. NO-PASA-NADA. Ya he comentado alguna vez por aquí que esta exigencia desmedida es marca de la casa y de mi cuadrilla, que estamos todos cortados por el mismo patrón. Eso sí, la carga de la perfección se sigue depositando todavía hoy en las mujeres. Se espera de nosotras que podamos con absolutamente todo. Y, claro, esto genera conflictos con la autopercepción. Sentimos que no somos suficientemente buenas madres, profesionales o amigas. La productividad tampoco es bastante, por lo que si nos tomamos un día de descanso o no llegamos a todo sentimos que vagueamos.
Las redes sociales no invitan precisamente a la relajación. En Instagram parece que todo el mundo cocina como un chef, entrena como Patry Jordán y es el padre o madre perfecto. Con semejante presión, ¿quién piensa en relajarse? «Vivimos en una sociedad que premia el ser altamente productivo y, en paralelo, nos bombardea con las ventajas de la vida lenta centrada en el presente. Creemos que relajarnos es perder el tiempo y nos sentimos culpables por descansar», defiende la psicóloga Nerea Bergara.
He preguntado a tres psicólogas sus claves para no ir derrapando por la vida:
- Priorizarse a una misma. «Para optimizar el tiempo, necesitamos conocernos y revisar nuestra vida priorizándonos. ¿Qué necesito? ¿Cuáles son mis necesidades y valores? ¿Estoy siendo fiel a ellos? Por ejemplo, si somos muy familiares, pero no tenemos tiempo para estar con los nuestros, no seremos felices», explica la psicóloga clínica Natalia Gómez-Rubiera.
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- Organizar las tareas en proyectos. «Si damos un significado a nuestras tareas y las dotamos de sentido, no tendremos la sensación de hacerlas por obligación o estar perdiendo el tiempo. Así, pasar la ITV, por ejemplo, no será un tormento, sino una forma de velar por nuestra seguridad y la de los nuestros», sostiene Bergara.
- ¿Para tener tiempo? No perderlo. «Conviene analizar nuestro día y apuntar en qué cosas perdemos el tiempo (al teléfono, en redes sociales, en aspectos insignificantes...), porque nos sorprenderíamos», asegura Gómez-Rubiera.
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- Aprender a decir 'ahora no puedo'. «Debemos aprender a decir 'ahora no puedo' a los demás y proponer cuándo podremos cumplir con lo que nos piden, así el otro se quedará satisfecho y nosotros sentiremos que controlamos nuestro tiempo», explica Bergara.
- Cada cosa a su tiempo. Descansar y delegar. «Conviene realizar las tareas más duras en las primeras horas y las menos intensas al final del día, cuando baja la energía. Además, descansar entre labores es necesario y más productivo que hacer las cosas sin parar. También es importante aprender a delegar y no considerar que sólo uno mismo es capaz de hacerlo bien», apunta la psicóloga clínica Amaia Bakaikoa.
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- Sacar tiempo para no hacer nada. «La clave está en tener espacios para despejar la mente, respirar y vivir el presente. Se nos está olvidando cómo aburrirnos y esto nos priva de estar más conectados con nosotros mismos», señala Gómez-Rubiera.
La escritora y ponente Sol Aguirre, de quien ya he hablado por aquí, compartió hace un par de meses en Instagram las ocho herramientas que usa cuando se agobia por no llega a todo. «Paro lo que estoy haciendo y respiro profundamente. Me recuerdo que nadie muere si yo no termino las tareas que creo que tengo que terminar. Estresadas no pensamos con claridad», reflexiona. Además, revisa y desgrana por escrito cuáles son sus «objetivos 'smart'» en todos los ámbitos de su vida. «Si no tienes tu lista, este es el momento. Los objetivos 'smart' son específicos, medibles, alcanzables, relevantes (para ti) y definidos en el tiempo». Y aporta algunos ejemplos: aprobar el examen C1 de inglés en dos meses, ir al cine una vez por semana, dormir 7 horas al día o incrementar la facturación en un 20% en seis meses. «Me pregunto para qué voy a hacerlo todo y si eso me acerca realmente a mis objetivos. Tacho de la lista lo que no me lleva a ningún propósito, lo que no impacta, lo que no importa. Sé honesta contigo misma».
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Después Sol Aguirre decide qué es lo urgente (eso que lleva a consecuencia negativa si no se hace ya) y qué es lo importante (eso que le acerca a su objetivo, pero no hay que hacer ya mismo) de los elementos que quedan en su lista. «Me centro en lo urgente y me pregunto cuál es la manera más sencilla de hacerlo, cuánto tiempo requiere y si hay alguien que lo pueda hacer por mí. Si lo va a hacer otro: se lo comunico ya. Y si lo voy a realizar yo: bloqueo ese tiempo en mi agenda. Hago lo mismo con la lista de lo importante». Con tal de no procrastinar y mantener la motivación, se recuerda que «lo importante no es tener ganas, sino dar un paso cada día» hacia su objetivo y el bienestar que eso le regala.
El otro día me di la vuelta en la puerta del gimnasio. En la puerta. Tal cual. No podía con la vida y me piré al sofá. Tenemos derecho a descansar, a la pereza, a no estar al cien por cien para todo el mundo todo el rato, a equivocarnos, a no aprobar ese examen, a no ser las mejores. «Deberíamos mostrar más compasión por nosotras mismas y por los demás, desarrollando más el amor propio. Tenemos que aceptar el error, la imperfección y la escala de grises en nuestra vida», reflexiona Nerea Bergara. Es necesario relativizar para vivir mejor. Y fallar. A tomar por saco. Los desatinos forman parte de nosotras y los nuestros nos quieren con el pack completo. Tengo pelos de Lope en el sofá. Y no llego a todo. ¿Y qué?
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Hasta el próximo domingo. Sé feliz.
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