Helena Rodríguez
Sábado, 31 de agosto 2024, 01:14
Un día cualquiera sales del metro y el joven que camina frente a ti te dice: «Esos pantalones te sientan genial». ¿Qué haces? ¿Pasas? ¿Respondes? ¿Piensas que es un 'flipao'? ¿Sonríes, agradeces que unas palabras amables te saquen de las preocupaciones diarias? Cada cual sabrá cómo reaccionaría ante esta situación que desde hace poco más de un mes le puede pasar a cualquiera en Bilbao. Al menos a cualquiera que llame la atención de @pablo.doubleg, el nombre en Instagram de Pablo González, un joven de 23 años que con sus gestos y palabras amables se ha vuelto viral en Instagram.
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Hace dos semanas era un bilbaíno más. Con su trabajo y sus preocupaciones del día a día. Lo normal de un chico de su edad. Sin embargo, sentía que necesitaba algo más, ese algo que todos guardamos en un rinconcito y pocas veces damos el paso de afrontar. En su caso, era el temor a no decir algo por el miedo al qué dirán. Y no cualquier cosa, sino decir cosas bonitas o expresar en voz alta que alguien le agrada por cualquier circunstancia, ya sea una chica que le parece atractiva, una señora con carrito de la compra, un jubilado con una gorra chula o un peregrino.
Su forma de afrontar esa barrera, grabando sus interacciones con personas desconocidas, le ha convertido en una de las caras más virales de Instagram de los últimos tiempos. Alguien que pasó, en tan solo dos semanas de tener 500 seguidores a contabilizar 150.000. Ahora, algo más de un mes después de comenzar con este curioso proyecto, suma 213.000 personas que visualizan sus vídeos. Una locura.
Durante una estancia en una gran ciudad tailandesa se dio cuenta de que ninguno de sus vecinos saludaba en el portal, ni al entrar en un establecimiento. «La gente no hablaba. Era una sociedad de individuos aislados que van a lo suyo y eso me impulsó hacer algo», cuenta González a EL CORREO.
De vuelta en Bilbao se puso manos a la obra o más bien el móvil y se lanzó a ser amable con la gente y de paso a vencer su miedo a hablar con personas desconocidas. Le sirve, no lo oculta, como una forma de armarse de valor y hablar con chicas que le llaman la atención y a las que antes no era capaz de acercarse. Eso sí, desde la educación y sin ser invasivo como se puede ver en sus vídeos.
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Podría pensarse que ha recibido alguna que otra mala contestación, pero en este tiempo no ha tenido experiencias especialmente negativas. «Si no les gusta, la gente pasa y no dicen nada», admite. Sin embargo, cuenta que la mayoría de las veces los ciudadanos «reaccionan bien». A veces solo recibe una sonrisa sorprendida y cómplice; otras, algunas palabras de agradecimiento y otras la conversación se alarga. Le pasó el 17 de agosto cuando se acercó a un chico que pedía en la calle. Le preguntó si necesitaba algo y acabó invitándole a algo tan sencillo como un café con leche y un pintxo de jamón. Un tiempo que le sirvió para conocer la historia personal del joven anónimo y empatizar con él. «¿En qué momento salir a la calle y ver a personas sin hogar pidiendo dinero se volvió algo normal?», se pregunta en el post de aquel día.
Acumula más de 123.000 'likes'. Dos días después subió el que él llama 'el viral'. 1,3 millones de likes que le demostraron que su iniciativa no era «una locura», como le dijeron al principio algunos amigos y allegados. Su saludo al cura que cruza un paso de peatones en Moyúa -«tenga buena tarde en nombre de Dios»- o su conversación inicial con el jubilado de la gorra sacan, como poco, una sonrisilla al espectador.
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Y es que entre los que mejor reaccionan a la interacción con este joven desconocido son las personas más mayores. Él cree que es porque «muchos han vivido en pueblos y en épocas en las que hablar cara a cara con la gente era la única forma de relacionarse y para ellos es más natural». Tanto como esa conversación que propicia el sencillo «bonita gorra amigo» de Pablo.
- ¿Perdón?
- La gorra, que está chula.
- Ah sí...
-Le queda guay.
- Es de las baratas.
- (...) pues la lleva bien conjuntada.
- Oye pues muchísimas gracias. Algo bueno hay que escuchar.
- Por supuesto. Aquí solo damos cosas buenas.
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- Me gusta esa actitud. Magnífico, siga.
Poco a poco la comunidad de Pablo ha ido creciendo, alimentada y enternecida por conversaciones como esta. Él, que ahora sube menos contenido porque quiere enfocarse «en mejorar la calidad», busca extender su proyecto y que más personas se unan a «la buena vibra» que da ser amable. Así que ha puesto en marcha su reto social, en seis niveles.
«Lo puedes hacer de camino a donde vayas y puedes alegrar la mañana de aquellas personas con quien te cruces. ¿Prefieres ser de esas personas que miran al suelo, el móvil, para otro lado,... o prefieres ser de las personas alegres que transmiten buena energía a los demás? Las personas con quien te cruzas, al igual que tú, son seres humanos. Con sus problemas y sus incertidumbres. Tienes el poder de alegrarles la mañana. Y darte un 'boost' de energía a tí mismo».
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Y tú, ¿te has encontrado con Pablo y su buena vibra? ¿Seguirías su ejemplo?
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