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«Que nuestra forma de caminar ayude a mejorar el mundo». Este es el lema que Diana Pablos eligió para su nueva vida. Tras casi quince años como analista de sistemas informáticos en una multinacional, dejó un trabajo fijo para lanzarse a un futuro incierto. ... Hace dos años, a sus 39, decidió «luchar por un sueño» y dar salida por fin a sus inquietudes creativas. De niña, lucía orgullosa los vestidos que su madre confeccionaba para ella y su hermana. Y disfrutaba contemplando los lienzos que pintaba su padre. Pero su vena artística brotó a través del baile. Se apuntó a ballet a los doce años y no se quitó las puntas hasta hace poco. Aficionada a la moda, las zapatillas deportivas y el arte, ha puesto diversión y pasión a su carrera profesional porque ya no se conformaba con ser feliz dos días a la semana pudiendo serlo los siete. En 2022 creó Evet Brand, una firma de zapatillas sostenibles, estilosas y solidarias que cada mañana le recuerda que va por el buen camino. «Es una carrera de fondo, hay un montón de dificultades, días negros.... pero en los momentos bajos, solo tengo que pensar en lo que hacía antes y me vengo arriba. Estoy súper contenta con mi nueva vida. Y tengo menos solvencia que antes, pero con un sueldito justo tan feliz», asegura esta emprendedora getxotarra.
Decidió que si cambiaba de vida dedicaría su día a día hacer algo bonito, algo que reflejase su propia esencia y personalidad. Por eso pensó en Laura, su antigua profesora de ballet, para protagonizar las fotografías de su primera colección de zapatillas. «Muchas campañas buscan la perfección física y yo quería trasladar la belleza del talento», explica. Diana sentía que debía tener un gesto solidario que enriqueciese aún más su proyecto. Las bolsas de algodón que incluyen las sneakers, para protegerlas del polvo o llevar en la maleta, las confeccionan mujeres en riesgo de exclusión social de zonas rurales de la India. «Siempre hemos tenido en casa niñas apadrinadas con la fundación Vicente Ferrer y pensé que era una forma bonita de seguir ayudando», cuenta emocionada.
Su primer lanzamiento consta de seis modelos de zapatillas -con opciones para ellas y ellos- hechas a mano en un taller familiar de Alicante. Sus propuestas más deseadas incluyen detalles en purpurina, que aportan un toque elegante inesperado. La ilusión y las ganas que Diana ha volcado en su proyecto se perciben en el entusiasmo con el que describe las bondades de sus zapatillas. «Están confeccionadas con piel italiana de napa suave y flexible, que se adapta al pie haciéndolas súper cómodas; además llevan una plantilla de casi 3 centímetros realizada con materiales reciclados, cordones de algodón orgánico…», presume esta getxotarra que busca promover un estilo de vida «consciente y amable» con el planeta y las personas.
Diana ha cumplido otro sueño al abrir su propio showroom, en el número 4 de la calle Particular de Club de Las Arenas, donde recibe a sus clientes bajo cita previa para enseñarles sus creaciones. «He notado una aceptación que no me esperaba. La gente valora cada vez más el trabajo artesanal, la calidad y los artículos hechos con cariño», celebra. También se pueden encontrar sus zapatillas -cuestan 175 euros- en 'Muchart', la tienda de arte y artesanía que Beatriz regenta en el Puerto Deportivo de Getxo. «Mi objetivo ahora es distribuirlas en comercios multimarca tanto 'online' como físicos para llegar al mayor público posible», señala.
Diana reconoce que «hay que trabajar duro», porque a veces los proyectos personales son los que más tiempo absorben. «Yo sola me encargo de todo: llevar las redes sociales, gestionar los pedidos, diseñar, crear la web…», detalla. Eso sí, no lo cambia «por nada». «Ahora estoy pensando en lanzar un modelo de bolso en varios colores y también un cinturón que combine con las sneakers», adelanta ilusionada. Reconoce que quizá sin el apoyo de su familia no se hubiese atrevido a hacer un triple salto mortal y tirarse a una nueva piscina. «Mis padres, pese al esfuerzo que supuso pagarme la carrera, me ayudan de forma incondicional. Y también estoy muy arropada por mi marido. Lo mismo me echan una mano poniendo las luces de Navidad en el showroom que moviendo cajas», agradece. A sus 41 años, esta emprendedora perfeccionista y tenaz espera seguir «caminando pase lo que pase», pisando fuerte con sus zapatillas con purpurina. «De momento subsisto, pero es muy difícil aguantar. Hay que pagar el alquiler del espacio, la luz, la cuota de autónomos… Eso sí, con mucho esfuerzo y perseverancia espero mantenerme, porque hacer algo que te llena es una maravilla».
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