En el anterior artículo ya desarrollamos el tema de la soltería en estos tiempos tan extraños y, muchas veces, duros, que nos ha tocado vivir. No obstante, pasamos por encima de un tema que da mucho que hablar, así que hoy vamos a profundizar ... en él. Se trata de aquellas aplicaciones móviles que se conciben, muchas veces, como el último recurso para ligar. Sin embargo, con este repentino cambio de circunstancias, ahora parece que se ha convertido en la única opción válida para mucha gente. Es por ello que vamos a tener la ayuda de la psicóloga y sexóloga Irene Navarro para hablar de esto, ya que está familiarizada con ello.
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Para empezar, es importante señalar que no solo son utilizadas por personas sin pareja, recordemos que los modelos abiertos también existen (los diferentes tipos de no monogamias). Para seguir, debemos quitarles el estigma, y más si estas aplicaciones en nuestro entorno son concebidas para «desesperadas y desesperados». Es una vía de socialización y encuentro con otras personas igual de válida que cualquier otra. No es más fría, ni peor, ni más falsa. Es más, puede ser positivo, sobre todo en este momento de restricciones y limitaciones que han podido afectar a nuestro bienestar emocional. Quizás el problema radique ahí, en que muchas veces acudimos a ellas como último recurso. No nos lo tomamos en serio y creemos que esa gente está desesperada y que el resto estamos ahí solo de paso o por presión social.
Veamos qué ha estado ocurriendo, primero, fijándonos es las tendencias. Por ejemplo, es cierto que durante el confinamiento se observó un aumento en el consumo de pornografía a través de Internet y en la venta de juguetería erótica. A la par, el sexting también ha sido un recurso más utilizado (parte de lo que nos proponía el libro de Nayara Malnero recomendado hace unas semanas). Esta práctica no es más que el hecho de enviar y recibir mensajes con contenido erótico (en formato de texto, imagen o vídeo) sin otro fin que el de excitarse manteniendo una conversación subida de tono con otra persona que puede ser conocida o no. Con esto queremos decir que hemos buscado otras vías para trabajar nuestro erotismo, dentro de lo cual también entran estas aplicaciones (utilizadas como medio para entablar una conversación o hasta el mencionado sexting).
Visto esto, fijémonos en nuestras motivaciones y sus posibles efectos perversos. Lo primero es reflexionar sobre por qué estamos allí. Si lo hacemos buscando cubrir carencias emocionales, debemos ser conscientes de que lo primero es estar bien con nosotros mismos. De lo contrario, ahí puede aparecer una dependencia que, en caso extremo, desemboque en adicción. Además, aunque nos ayuda a superar nuestra timidez o miedo, puede hacer que nos cueste salir de nuestra zona de confort una vez ha llegado el momento de conocer a alguien en persona. Podemos imaginar que es como cuando un niño aprende a nadar usando manguitos: aprende bien la técnica y tiene mucha soltura, pero si solo lo practica con manguitos, el día que intente nadar sin ellos probablemente se va a sentir inseguro e incluso incapaz. Ante todo, tómate tu tiempo (igual tu intención no es quedar), pero déjaselo claro a la otra persona, por respeto. Cumpliendo eso y protegiéndonos, nunca dando datos o materiales personales a personas que no son de confianza (por ejemplo, si enviamos fotos o vídeos, una buena idea es que no se nos reconozca en ellas), todo irá bien.
Pasemos ahora a las actitudes. ¿Han cambiado mucho o no es para tanto? En realidad, si bien ha habido un mayor número de usuarias y usuarios en las app, las tendencias se mantienen dentro de su marco. Es decir, ocurren diferentes cosas según tu orientación sexual (bisexual, homosexual, heterosexual…), lo que buscas (relaciones con mujeres, hombres o personas no binarias) y dónde lo buscas (en Wapa, Grindr, Badoo o Tinder). Una de las quejas más usuales es que ellos pecan de impulsivos y ellas de precavidas. No siempre es así e igual esas actitudes gustan, pero si crees que esto te describe, una buena idea podría ser intentar hacer las cosas de forma diferente. Todo ello porque las personas usan estas app de forma muy similar a antes de la pandemia. Hay más personas dentro, sí, pero poco ha cambiado.
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En definitiva, tiene pinta de que no es tan importante que se utilicen más porque haya habido una crisis coyuntural (de esta vamos a salir relativamente pronto), sino que tiene más impacto cambiar nuestra forma de verlo. En realidad, no dejamos de trasladar nuestros prejuicios sociales a estos medios. Si entramos pensando que todos ellos «solo quieren follar» y que todas ellas «son unas estrechas», no tendremos buenos resultados, porque alimentaremos esa imagen que tanto daño le hace al propio erotismo. Vamos a darle una oportunidad, primero a estas app y, luego, a las personas que nos encontramos en ella. ¿Prefieres otros métodos?, genial, pero esta vía no es peor que la tuya.
Si quieres contactar con el autor, Aritz Resines Ruiz, o con su colaboradora de esta semana, Irene Navarro López, puedes escribirles en www.xelebreak.com o en www.inavarro.es, respectivamente.
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