![Laura Checa se quedó prendada de la playa La Salvaje desde su primera visita y ahora plasma lo que sintió allí en sus piezas.](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/09/14/ura-ceramica-inspirada-litoral-vasca-k6GE-U210130724875mvE-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Decoración (cerámica vasca)
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Decoración (cerámica vasca)
De La Salvaje al mundo: las piezas de cerámica que hace la manchega Laura Checa inspiradas en el litoral vascoCuando Laura Checa quiere pensar en algo inspirador, siempre se le viene a la cabeza la costa vasca. Ella nació en Castilla La Mancha y ha vivido en Canarias y Andalucía, pero «los acantilados de la playa de La Salvaje me fascinan». Fue amor a primer a vista. Tanto es así, que esas formas le sirvieron de inspiración absoluta para su primera y exitosa línea de piezas cerámicas.
Vino a Bilbao recién graduada. «Cuando terminé Bellas Artes en Granada supe que quería especializarme en este material. Estuve mirando opciones y el único máster que existe es el de la Universidad del País Vasco». Hizo las maletas y se plantó en el Botxo con todas sus ilusiones. «Fue una experiencia increíble. Y no solo por el profesorado, que es excelente», admite. También le abrió mucho la mente.
En la villa empezó a modelar macetas, vasijas, botellas... y en todas había algo del mar, de la costa. «Están llenos de aguas», explica. Líneas que recuerdan a las olas o a las cicatrices de las rocas de los acantilados. Bautizó su primera pieza, una maceta de formas suaves y redondeadas y tacto granuloso, con el nombre de 'ura'. No sabía mucho de euskera -«No tenía ni idea»-, pero ella era en ese momento exacto eso, agua. Y le gusta fluir como tal. «Fue un trabajo muy intenso», destaca. Que le ha marcado de manera indeleble
Luego, fue dando forma a una serie de botellas con dibujos en azul, jarras coquetas, tazas con formas orgánicas... Y ahora trabaja en una lámpara que sigue las líneas de ese primer trabajo por el que le preguntan a menudo. Todo ello lo hace con la influencia marina, pero también la necesidad de «hacer de lo cotidiano algo bello». Un principio que también ha seguido Bilbao en su reconversión de ciudad industrial y que soprende al visitante a cada paso.
Checa estuvo tan solo un año en la villa. «Y ahora me arrepiento», explica. «Fue el mejor año de mi vida», recuerda. Y le sirvió para abrirse a un nuevo mundo dentro del Arte. «Cuando llegué, venía de una escuela más figurativa, sin embargo, en la ciudad perdí este sentido y me dejé ir al lado más abstracto», explica. Ahora, todo esto lo desarrolla en su estudio de Tarragona, a donde ha llegado tras «varios tumbos», pero donde se siente «en casa». Pese a todo, aún se lamenta por no haberse quedado más en la capital vizcaína, tan presente en su obra.
Ura Cerámica es el nombre de su marca, pero su proyecto se llama Piensa en porcelana. Y se compone de otra parte importante que le permite financiar sus sueños: son las clases de cerámica. «Mi objetivo es que sientan el proceso», subraya. Lo que a ella le da las alas para volar. Además de la lámpara, «tengo en mente otras piezas, entre ellas, un set de vermú» con el que unirá el Cantábrico y el Mediterráneo.
- ¿Y más a largo plazo?
- Empezar a trabajar con hoteles, restaurantes de alta cocina... y hacer vajillas y demás. Pero siempre en formato pequeño porque a mí lo que me gusta es la manufactura.
Trabajar con esas manos que llegaron a Bilbao con miles de ideas y se marcharon con la posibilidad de convertirlas en realidad a golpe de torno. «Necesito poco para vivir y ser feliz. Como me dijeron una vez, no hay que morir de éxito».
La vida de Laura Checa está llena de idas y venidas. Es manchega de nacimiento, pero se ha mudado varias veces desde que era pequeña por cuestiones familiares. Ha vivido en Canarias, Cádiz y Granada. Y ha bebido de la cultura de cada uno de estos lugares. Así que cuando llegó a Bilbao, un lugar tan diferente a ese sur del que venía, era inevitable que se sumergiera a fondo para conocerlo.
Además, Checa es una persona a la que no le van las medias tintas. «Me entrego al 100%», detalla. Y no sabe hacer cosas que no le satisfagan en el mismo porcentaje. Por eso, cuando le llegó el turno de elegir carrera lo tenía tan claro. «Siempre he dibujado, desde pequeña, no concebía hacer otra cosa. De hecho, mi segunda opción de carrera era Arquitectura... pese a que las matemáticas no eran lo mío», ríe.
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