Vestidos a medida y cursos: así es la nueva tienda de un diseñador en Bilbao

Como otros tantos jóvenes, Salas se marchó a Madrid tras completar el bachiller artístico. Allí estudió indumentaria y estilismo en la escuela 'Arte Número 2', y enseguida empezó a trabajar como asistente en numerosas producciones de moda y publicidad. Con el fin de perfeccionar su inglés, se mudó unos meses a Londres, y terminó viviendo durante año y medio en Manchester, ciudad universitaria que le atrajo por ser «más autóctona, amable y menos agresiva». Regresó después un par de años a Bilbao, y desempeñó labores ya como patronista. Finalmente, encontró su sitio en Zaragoza, donde trabajó durante siete años para diferentes diseñadores. Pero la pandemia marcó un antes y un después en su trayectoria e hizo que se cuestionara sus próximos pasos. En el verano de 2021, Alejandro decidió regresar a sus raíces, a su querido botxo. «La verdad es que estaba muy contento, pero lo dejé todo: amigos, trabajo, casa… En cuanto me salió la oportunidad y después de ahorrar, decidí que había llegado el momento de lanzarme», recuerda este bilbaíno, que en sus ratos libres toca el piano y disfruta del contacto con la naturaleza.

Actualmente, el diseñador tiene clientela de todo tipo, con gustos de lo más dispares. En lo que se refiere a confección a medida, destacan sobre todo aquellas mujeres cuyos hijos o hermanas se casan próximamente, las cuales sueñan con lucir vestidos más especiales. «Algunas buscan modelos más recargados y otras huyen de los estampados. Yo suelo trabajar muy bien con alguna foto de referencia o con telas. Nos sentamos y juntos vamos decidiendo mangas, escote, colores, tejidos… También tengo señoras que quieren vestidos de verano más sencillos y fresquitos, y algunas hasta que se inspiran en el estilo de la reina Rania de Jordania», explica este maestro de la aguja, que también se ha estrenado con modelos nupciales. «La gente tiene una concepción errónea sobre esto. En muchas ocasiones sale más económico hacerte un traje de novia a tu gusto que ir a una tienda a comprarlo», matiza.

Mientras estaba en Zaragoza, el emprendedor se encargó de realizar íntegramente el vestuario de 'Burgués gentil hombre', comedia-ballet de Molière. Fue un encargo de mucho nivel para el grupo de teatro de la Asociación ADISLAF: entidad destinada a la atención integral de las personas con discapacidad intelectual. «Me encanta hacer este tipo de proyectos, y más si son solidarios. El vestuario escénico es pura fantasía, es con lo que más disfruto. Dejo volar mi imaginación, juego con diferentes personajes, investigo patronajes y estructuras…», aclara Alejandro, que también fue en su día asistente de la figurinista de cine Arantxa Ezquerro. Precisamente, su amor por este tipo de diseños artísticos le ha llevado a ganar hasta en cuatro ocasiones el conocido 'Concurso Internacional de Vestidos de Papel de Gueñes'. Una cita que tiene todos los años marcada en rojo en su calendario, y a la que piensa volver a presentarse el próximo 10 de septiembre. «Me encanta y me tiro meses con ello. Son materiales que no se trabajan normalmente y siempre salen cosas interesantes. La organización y el ambiente del certamen es muy profesional y nos cuidan un montón», reconoce.

Alejandro también participo hace algunos años en el Concurso Bilbao International Art&Fashion (BIAAF). Presentó «una especie de vestido a lo Paco Rabanne con resina y flores dentro». Gracias a este evento conoció al diseñador Andrés Jarabo, de la marca Humo, e hiló apasionantes propuestas para circo y ballet. «Ahora mismo tengo un encargo de unos tutús para una academia, y estoy esperando a que vengan las niñas para tomarles las medidas. Tengo los bocetos aquí, van a ir como de campesinas con unas florecitas, y el tul lo haré con degradado. Los lazos igual les pongo colores complementarios y hago un poco de contraste», se deleita el modisto, que reconoce encontrar mucha inspiración en la red social Pinterest.

El diseñador ofrece, además, clases de punto y ganchillo en su taller, técnicas que le encantan y que considera vienen pisando fuerte. Él se prepara su té, se desconecta del mundo y «entra en una especie de mantra». Por el momento, sigue ampliando su cartera y no se cierra a nada. «El otro día vino un señor que es payaso, quiere una especie de chaleco con colores y brillos porque tiene un espectáculo y toca el saxofón. Y también pasó una chica que hace teatro con muñecas», comenta divertido. Salas mantiene la ilusión intacta, como el primer día, y da la bienvenida a todos aquellos que quieran visitarle, concretando una cita previa con él a través de su página web. Con su recién estrenado estudio, solo le pide a la vida seguir igual de feliz que hasta ahora.