Del Arriaga al Zubizuri: así son las gafas inspiradas en edificios e iconos de Bilbao

La colección está realizada por Amelié, estudiante del Institut Superieur D'Optique Paris, que realizó las prácticas en este atelier atraída por el mimo artesanal y la atención al detalle con los que hacen sus gafas. Esta joven francesa, que ya seguía su trabajo desde hace tiempo por Instagram, no dudo en llamar para pedirles hacer las prácticas en Bilbao con Imanol Carretero como mentor, gerente del negocio.

Este emprendedor de 32 años, natural de Estella, es óptico optometrista y su visión es la de un maestro artesano muy alejado de la producción en serie. Cuando empezó su andadura en el sector en una óptica en Algorta, este joven vio que la realidad de este mundo no era lo que él creía. «Para las multinacionales, que son las que mueven toda la distribución, una empresa pequeña no tiene ni peso ni valor ninguno y me dejaban tirado a la mínima», reflexiona Imanol sobre los motivos que le llevaron a fabricar él mismo. Además, muchos clientes acudían a la óptica porque se les rompían las gafas y no había repuestos. «No les quería poner en la situación de comprar una nueva, así que al final acabábamos haciendo nosotros toda la gafa», explica.  

El proceso de fabricación ha consistido en ensayo y error. «Hemos tardado unos tres o cuatro días en realizar cada modelo, unas 24 horas con cada gafa», cuenta. Gracias a tutoriales de YouTube y a muchas, muchas horas de pruebas, él y su equipo han aprendido a utilizar las máquinas de control numérico, a tratar el acetato de celulosa, que es la materia prima de sus creaciones… «Los procesos de fabricación artesanales que hacemos nosotros no resultan nada sencillos. El acetato de celulosa, que es el material que se ha usado toda la vida, es una garantía para que no den alergias a los clientes, además, se ajusta muy bien al calor para lijarlo, pulirlo y cortarlo para hacer las diferentes formas. Se trata de una tarea muy laboriosa, pero merece la pena porque es mucho más resistente y versátil para hacer cambios», cuenta Carretero. En este proceso, han ido más allá al ser capaces de combinar diferentes acetatos para conseguir varios colores en una misma gafa. Además de innovadores en el sector, también les preocupa la sostenibilidad, ya que utilizan todos los restos que van quedando en el proceso para luego realizar sus propias láminas de acetato de celulosa. 

  

En concreto, estas 'gafas museo', como Imanol las llama, no se pueden comprar, pero si alguien las quiere iguales están dispuestos a replicarlas. «Lo que queríamos demostrar con este proyecto es que podemos fabricar casi cualquier cosa y hacer realidad los deseos de nuestros clientes», asegura. Lucir por Bilbao el modelo inspirado en el Teatro Arriaga sale por 399 euros y el Zubizuri, por ejemplo, «costaría algo más porque lleva mucho trabajo manual».

Imanol regenta desde el 2017 ' MaldeOjo' en el Casco Viejo, «un rincón especial en el que se venden gafas especiales», tal y como indica en su perfil de Instagram. Se trata de un espacio diferente en el que se respira buen rollo y «el público más canalla e inconformista» encuentra lo que busca. Y no son, precisamente, los modelos de Gucci o Prada que ofrecen las grandes cadenas, sino una cuidada selección de marcas alternativas. «Vendemos gafas de firmas que solo se dedican a hacer gafas y ofrecen calidad a buen precio, con opciones desde 100 euros», resume este óptico su filosofía.