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Pasar una mañana en ARVO Coffee & Plants supone 'viajar', casi tanto como lo han hecho sus dueños. Al cruzar la puerta de este nuevo establecimiento, te trasladas a esas cálidas y acogedoras cafeterías de cualquier ciudad cosmopolita como París, Berlín o Ámsterdam. No has salido de Bilbao, pero sin duda te lo parece. El ambiente, los clientes extranjeros, la decoración minimalista… es como hacer turismo sin salir del 'botxo'. Empezar el día sin prisas y desayunar pausadamente es algo que a todos nos llena de energía para el resto de la jornada. Y seguro que agradeces hacerlo en este oasis 'healthy', donde además de tomar un café puedes comprar una planta. Esta es la dulce historia de Matyas Szerb y Nuria Arias López, él húngaro de 30 años, ella madrileña de 33. Una pareja de viajeros incansables que, tras recorrer Europa, América y Oceanía durante años, se instala en Bilbao y decide abrir un local especializado en comida sana y en la segunda bebida más consumida del mundo: el café.
Estos jóvenes emprendedores, que se conocieron en un remoto pueblo minero de Australia, en pleno desierto, son nómadas por naturaleza. «Él venía de viajar durante cuatro años y vivir en distintos lugares; y yo de un viaje sola con mochila alrededor del mundo durante un año», cuenta Nuria. Él estudió Dirección de Empresas y Marketing en Budapest y, cuando empezó a recorrer mundo, trabajó en bares y hostelería durante ocho años. Más tarde, se formó como barista en Nueva Zelanda y en Administración hotelera en Australia. Ella viene del campo de la educación, y ha ejercido como Guía Montessori durante diez años en distintos países. Su familia tenía un bar en Madrid, y la emprendedora lo ha vivido desde pequeña, algo que le ha aportado perspectiva y experiencia en hoteles y restaurantes. Cambiarse de ciudad siempre formaba parte de sus planes. Sin embargo, hay veces que el destino es caprichoso y, de repente, éste quiso que pararan.
Hace dos años aterrizaron en el 'botxo' debido a la pandemia, convirtiéndolo en su hogar. «Antes del covid, Matyas viajó a Hungría para ver a sus familiares, pero por la situación pandémica no pudo regresar a Australia, donde vivíamos en aquel momento. Estuvimos siete meses separados, cada uno en un continente diferente. Entonces, me salió una oferta de trabajo para hacer una sustitución en un colegio de Bilbao y nos pareció una gran idea mudarnos a esta ciudad, donde teníamos el mar cerca para poder surfear», cuenta Nuria. Al llegar, enseguida se percataron de que el concepto de cafeterías de especialidad aún no estaba muy extendido. Y como buenos consumidores de almuerzos sanos, a la vez que apasionados del café - les costaba encontrar un establecimiento atractivo donde lo elaboraran bien -, decidieron abrir su propio negocio hace dos meses, localizado a menos de 500 metros del Museo Guggenheim, en el número 9 de la calle Barraincua.
ARVO es en Australia la abreviatura de 'afternoon', traducido en castellano como 'tarde'. Un nombre que hace honor al país tan particular donde vivían estos inquietos jóvenes, y que define a la perfección su modelo de negocio: una cafetería que abre solamente de día. A sus dueños les gusta comenzar la jornada de forma pausada, dándose un respiro temprano para escucharse y tomarse un buen tentempié. Es un modo de vida que invita a cuidarse. «Al viajar, me cautivaron las cafeterías de ambiente joven y surfero con açaí bowls a pie de playa cuando vivía en California. Más tarde, tuve la suerte de trabajar en un ambiente similar en Australia, donde el menú de desayunos era amplio y hecho para disfrutar de esta comida, lo que me permitió conocer bien el negocio desde dentro», explica Matyas. Nuria comenzó a interesarse por las cafeterías especializadas mientras estaba en Londres y, más adelante, con las que abrieron en Madrid, que «rompían con la idea tradicional».
Este espacio tiene alma y personalidad propia. Disponen de una carta repleta de deliciosas opciones para todos los gustos, y promueven una selección de platos más sanos. Además, no venden refrescos comerciales, sino bebidas como limonada casera con menta o kombucha. Su menú está compuesto de tostadas de masa madre de distintos tipos, dulces y saladas, boles de açaí y espirulina, tablas para picotear y postres caseros sin harina y alternativas al azúcar. Lo cierto es que todas tienen público, aunque «la tostada más elegida sigue siendo la Byron Bay, con base de aguacate; y la Yamba, con base de hummus», aclara Matyas. También triunfan sus barritas proteicas y bizcochos de calabaza y plátano. Tahini, dukkah, coco rallado, semillas de sésamo, humus de remolacha… lo mejor es dejarse sorprender.
El café, lógicamente, tiene una relevancia crucial en ARVO. Nuestros protagonistas crecieron bebiendo marcas más comerciales, pero ya de adultos aprendieron a distinguir entre calidades y sabores. En su caso, controlan todo el proceso de forma minuciosa para lograr un resultado óptimo. Empiezan comprando granos de muy buena calidad en San Sebastián. Igualmente, utilizan café de América del Sur para elaborar sus 'espressos', que tienen notas de nuez, chocolate y caramelo, y se mezclan muy bien con la leche. La suya siempre es fresca, y proviene de una pequeña granja familiar ubicada en Navarra. También ofrecen leche de avena y sin lactosa. A destacar, los cafés más frecuentes son el café con leche y el cortado, aunque «tenemos bebidas calientes que no contienen café como el chai latte, con té negro y especias, kurkuma latte y Golden milk, que tiene antioxidantes, ayuda a reducir la inflamación y mejora la memoria», explica Nuria.
Estos incansables viajeros han introducido un delicioso y completo 'brunch' los fines de semana. Éste incluye un combo de tostada, zumo de naranja o mimosa (cava con zumo de naranja), un tarrito de overnight oats (avena), un dulce y un café (solo, con leche o cortado) por 12 euros. Las plantas, que además de decorar el espacio están a la venta, se encargan de purificar al ambiente y crear una atmósfera especial que consigue que te sientas como en casa. Un lugar en el que los perros son bienvenidos y que, a pesar de ser un proyecto pequeño y familiar, continuará creciendo para contagiar a sus clientes de la amabilidad y el espíritu viajero de Matyas y Nuria.
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