maría calvo
Domingo, 5 de junio 2022
Lo primero que veía cada mañana era el mar. Siempre tenía la ventana abierta, también la puerta de casa. «Alguna vez me encontré a amigos dentro mientras yo bajaba a darme un baño», recuerda con cariño. Sus vistas eran de color turquesa, de cielo y ... terracota, de alguna nube que iba y venía arrastrada por la Tramontana. La suya fue una historia de flores silvestres, de piel con escamas, de Tango en el agua y alguna estrella de mar. Un largo viaje de carreteras secundarias, paseos en bicicleta y calas desiertas en agosto. Su Mallorca eran cortinas que ondeaban con la brisa, naturaleza en bruto y olor a eterno verano. Este podría ser el guion de una novela romántica o el nuevo anuncio de Estrella Damm, pero fue la realidad de Icíar Echevarría durante quince largos años. Martinas Design Studio es su proyecto más personal, un relato fraguado en la isla y materializado en Bilbao que comenzó con un amor de verano.
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Esta bilbaína se licenció en Dirección de Empresas y, tras pasar varios veranos en Mallorca, la impulsividad de su juventud le hizo volver en septiembre sin billete de vuelta. Allí se había enamorado, pero lo que no intuía por aquel entonces es que su verdadero idilio sería con la isla. «Fue un flechazo total, me fascinó la vida balear», asegura. Su carrera le llevó a trabajar en el sector financiero durante muchos años, casi por inercia, sin tener demasiado clara su vocación. «Llegué a la banca por casualidad y me dejé llevar. Me ofrecían unas buenas condiciones y eso me daba seguridad. Lo bueno es que podía compaginarlo con mi vida y disfrutar de la isla».
En su tiempo libre comenzó a pintar, a experimentar con bowls y platos de loza, a restaurar muebles y a crear arreglos florales que ella misma hacía con todas las ramitas que iba encontrando en los alrededores de su casa. Aquel remanso de paz le resultaba tremendamente inspirador. Al mismo tiempo que el sector en el que trabajaba iba tomando una dinámica que no comulgaba con sus ideales, la naturaleza fue ganando terreno en su imaginario creativo. Los paisajes que le rodeaban y sus propias vivencias fueron llenando su corazón y su cabeza de ideas, de colores, de texturas y de una belleza en la que pudo vislumbrar un proyecto propio y real. «Solo tenemos una vida y pasa muy rápido. ¿Quería estar en el mismo puesto hasta los 65 años haciendo algo que no me emocionaba ni un poquito? me pregunté». La respuesta la tuvo clara.
Se fue y nunca miró atrás. «Lo hice muy segura». Por aquel entonces tenía 38 años y la única responsabilidad de ser fiel a su instinto. Dejó su isla de atardeceres dorados para volver a su Getxo natal, teniendo en mente rendir el mejor homenaje en forma de proyecto a esos rincones en los que fue tan feliz. En ese momento de reciclaje laboral decidió hacer el postgrado en 'Pattern Design' que impartía INEDI. Abría así una nueva etapa de estudios especializados en diseño de estampados y superficies que le ayudaron a sentar los cimientos de su nuevo proyecto. Llegaron meses de duro trabajo y celebraciones por partida doble: al poco de nacer su hija Martina, también se hizo realidad su sueño profesional, al que bautizó con el nombre de su pequeña. Todo estaba por hacer, todo iba a ser posible.
Martinas Design Studio se puede definir como un universo para el hogar inspirado en la naturaleza y en la luz de Mallorca. Es una mezcla equilibrada entre artesanía, materiales nobles y diseño, fruto del poso que ha dejado el encanto mediterráneo en los recuerdos de Icíar. Un cactus, el fondo marino, el vaivén de las olas, unas florecillas que brotaban en un rincón de Deià, el sol ocultándose en la Serra de Tramuntana, las huellas de su Golden sobre la arena… Todo lo que le rodeó en aquellos años es ahora susceptible de ser plasmado en tazas, bowls y bandejas de loza y gres, en papel pintado, en cojines, manteles o bolsos de lino…. ¿Su objetivo? Hacer del hogar y de nuestro día a día algo más bonito y amable. «Martinas DS es como llevar la naturaleza a casa. Realmente creo que rodearse de belleza nos hace sentir bien, está demostrado, es un proceso químico. Hoy, que vamos con el piloto automático puesto, creo que deberíamos disfrutar más de estos momentos cotidianos», asegura.
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Icíar comienza el proceso creativo plasmando sus ideas en papel, con lápiz, carboncillo, ceras o acuarelas. «Tuve una primera fase muy creativa. Era muy libre, hacía lo que me salía, no me puse límites», nos cuenta. Esos dibujos, más tarde, son estampados en diferentes superficies, utilizando técnicas muy concretas y haciendo constantes ajustes de color. «Hay que hacer muchísimas pruebas», asegura. Las piezas de loza y gres se fabrican en alfarerías exclusivas de España y Portugal, así como el textil de lino, que es el mismo que utilizan marcas de lujo consagradas. Calidad al servicio del diseño, pero accesible para el cliente. Sus productos presumen de la belleza imperfecta moldeada por manos artesanas, de ahí que conocidas tiendas de decoración de distintos puntos del globo hayan arrasado con sus colecciones. «Estoy abrumada y emocionada con la acogida», reconoce.
Lanzar este proyecto justo antes de estallar la pandemia es de valientes, pero hacerlo tocando puerta por puerta para posicionarlo en tiendas físicas es solo apto para románticos como ella. «Soy de la vieja escuela. Habría sido más fácil vender primero online, pero mi apuesta fue hacer una gira por comercios seleccionados». Lo hizo de esta manera porque considera que unos artículos tan especiales y de esta calidad ganan al natural: hay que verlos, tocarlos, sentir su tacto… Los productos de Martinas DS, que se pueden ver también en su perfil de Instagram, no solo están disponibles en su página web, sino en algunas de las mejores tiendas de Mallorca, Madrid, Sotogrande, Granada, Sevilla o Getxo, y con puntos de venta también fuera de nuestras fronteras: de Reino Unido a Francia, pasando por Florida o Hawaii. Va a ser cierto aquello de que el Mediterráneo atrapa al mundo.
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Aunque pueda sorprender que en cuestión de dos años ya acumule más de 100 referencias, Icíar Echevarría prefiere llevar un crecimiento lento pero firme, al ritmo 'slow' de su isla. Le quedan ideas para rato, puede que el norte también le despierte los sentidos. Tiene vistas a aumentar su catálogo para seguir creando hogar en su más cálida expresión y, quién sabe, si abrir su propio showroom con un puntito especial. De momento, esta vizcaína de alma isleña seguirá dando vida a sus recuerdos desde un bonito despacho de Loiu, sin descartar que en un futuro lejano vuelva a amanecer viendo el manto esmeralda de esa cala que durante 15 años nunca se cansó de fotografiar.
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