Son bilbaínas y no quieren revelar su identidad, aunque por su ropa las conocerás

Pink Papesse es «la loca de los trapos» y se caracteriza por pintar su mundo de color rosa. Nació con el don de la creatividad – Antoñita la Fantástica le llamaban – y jugaba a quemar 'La Rueda de la Moda' con su lápiz de grafito (los que crecieron entre los 80 y los 90 sabrán de lo que hablamos). En su casa se veían en la obligación de poner los pies en la tierra a una joven soñadora que creció con Vogue como revista de cabecera, y acabó estudiando «por herencia familiar» Derecho Económico en la Universidad de Deusto. Intentó «poner vallas al campo», especializándose en Derecho Mercantil, Laboral y Derecho de la Competencia, pero acabó saltándolas todas. Encontró su conexión con el sector textil gracias a un Master de Empresa y Moda en el ISEM (Madrid) que le permitió comenzar a cultivar esa parte creativa que siempre había permanecido latente. Una tirada de cartas le dio el empujón definitivo: «Pibe, vos sos una artista», le dijo la tarotista, algo que también había intuido ya una de sus profesoras durante su adolescencia. No hubo vuelta atrás.

Desde que tomó sus propias riendas, se ha podido dedicar a la moda al más alto nivel. Comenzó a trabajar en el Departamento de Compras de una gran empresa, estudió diseño y patronaje en el IED por las noches y diferentes cursos en Saint Martens, London College of Fashion, Institut Français de la Mode, La Tecnocreativa y Clases Magistrales del Museo Balenciaga. Ahora compagina The Curiousers con la Consultoría de Diseño de Moda en 2D Y 3D, 'business advisor' de 'retailer' y proveedores nacionales e internacionales. La moda le entusiasma en cada una de sus facetas, aunque lo que más le gusta es idear prendas nuevas y originales, tanto en su diseño como en la combinación tejidos, estampados y colores. Ella misma tiene un estilo único a la hora de vestir, es la diseñadora del clan y se define como «la artista de la pista» de este tándem creativo.

Lemon Diplomatic es la otra cara de la moneda, «la loca de los libros», la que tiñe su arte de amarillo. «O de limón mejor. Es que a mí me dices amarillo y me viene a la cabeza una disfunción hepática o estomacal, así que pensé que suena mejor 'lemon', que es el ingrediente que más aprecio en un perfume y mi sabor favorito de helado». Su pasión es la literatura y la cultura en general y reconoce tener la inmensa suerte de poder dedicarse a ello de manera profesional. Lo de 'Diplomatic' es un juego de palabras con el periódico Le Monde Diplomatique y un rasgo, el de la diplomacia, que le define. Es la parte ácida de este dueto, más sobria y moderada que su compañera a la hora de vestir. «Nunca me he dedicado a la moda. Me gustan los trapos desde siempre y me interesa, sobre todo, como fenómeno cultural, pero lo cierto es que me siento como una Alicia a la que hubieran dejado asomarse por la cerradura de una puerta. Observo con fascinación, me divierto y aprendo, pero es un mundo en el que no estaría si no fuera para acompañar a mi comadre», explica.

Se define como «la cuentista» del clan y su función en la firma es la de «ver, oír y contar». Cuenta historia sobre las prendas, tanto en las redes sociales como en la web de The Curiousers, y remata la personalidad de las piezas que confecciona Pink Papesse bautizándolas con nombres de escritores, personajes literarios y diseñadores. «Sobre todo, no dejo que ella meta mano en nuestro armonioso 'feed' de Instagram para que no lo llene de purpurina ni colores estridentes. Tanto nuestro Instagram como nuestra web están bajo régimen nórdico, el mío. La exuberancia india la aplica ella a todo lo demás», nos cuenta. Reconoce no llevar bien la exposición y sería incapaz de publicar o escribir algunas cosas si tuviera que hacerlo con su nombre y apellidos reales. «Con Lemon aprendo muchas cosas de mí misma que estoy encantada de poder explorar».

Ambos personajes están unidos por un rasgo común, que es el de tener gran curiosidad por todo lo que les rodea y una capacidad de seguir sorprendiéndose y aprendiendo cada día. De ahí el nombre de su firma. «Somos The Curiousers por una frase del libro de Lewis Carroll 'Alicia en el País de las Maravillas': Curiouser and curiouser!», explican. Una vez dadas las pinceladas sobre la personalidad de cada una, se puede entender la genialidad de sus diseños.

Su afán emprendedor llegó para llenar un vacío de mercado, en el que ellas mismas no encontraban ropa diferente y especial que no se desmadrara de precio. Sus piezas tienen esa personalidad única que hacen girar cabezas por la calle, algo que ha sucedido en no pocas ocasiones. Las prendas que idea Pink Papesse son una revolución de tejidos, colores y detalles originalísimos que se rematan después en talleres locales de Bizkaia. Ella hace íntegramente el patronaje en papel o 'moulage' y la primera 'toile' en el estudio. «Fabricamos bajo pedido y, según el volumen de trabajo que tengamos, lo confeccionan nuestras Magas o se hace en otros talleres. En cualquier caso, la producción es siempre local y, de momento, realizada sólo por mujeres», explican.

Piezas inimitables con encanto artesanal en las que se utilizan tejidos vintage de escasa disponibilidad. No hay dos prendas iguales. Una romántica forma de entender la moda, siendo conscientes de la situación actual. «Sacamos el máximo provecho a cada trozo de tela y reciclamos todo lo que podemos, incluso con prendas y accesorios de segunda mano (nos encantan, por ejemplo, los botones vintage) a los que damos otra vida a través de la customización. Este sistema de producción no produce apenas almacenamiento de 'stock' ni impacto medioambiental, ya que producimos todo en España (aunque usemos tejidos y fornituras de todo el mundo). Pensamos que este es el futuro de la moda o, al menos, de una parte importante del sector», aseguran.

Por el momento, solo venden online y destinan un 5% de sus ventas a distintas causas sociales. «Empezamos destinando ese porcentaje de nuestras ventas a proyectos relacionados con el crecimiento de los comedores sociales por los estragos del Covid y este año hemos colaborado fundamentalmente con dos proyectos: la labor de la Fundación de Vicente Ferrer en la India (un país que la Pink ha visitado muchas veces y del que guarda amigos y buenos recuerdos), y la importante labor que realiza la AECC, Asociación Española de Lucha contra el Cáncer», nos cuenta Lemon.

Pink y Lemon son sus propias modelos, las mismas que ocultan su rostro en el lookbook de la web. «Esos cuerpos serranos nos salen muy económicos para las fotos», ríen. Quizás te hayas cruzado con ellas en Gran Vía, en algún bar de Marzana sacando al perro en el parque, en tiendas de segunda mano o librerías. Podrás intuirlas, sí, pero nunca revelarán su identidad, aunque el toque 'Curiouser' las delate.