Todavía hay esperanza en el sector de la moda y en el mundo en general. Así lo demuestran los proyectos que siguen defendiendo la tradición y la artesanía remando contracorriente frente a la gran industria del consumo. Algunos creadores elaboran sus propios productos, únicos y ' ... hechos a mano'; otros emprendedores, en cambio, prefieren popularizar los saberes ancestrales de diferentes rincones del mundo. Este es el caso de Valentina Delfosse y su hijo Dante Cellilli, que han decidido traer a su nueva tienda, 'Viento Norte', situada en la calle Sombrerería número 14 del Casco Viejo, las alfombras que crean con sus manos (y corazón) mujeres artesanas en Buenos Aires.
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Valentina conoció de primera mano el laborioso proceso de la producción de tejidos artesanales cuando era tan solo una niña y acompañaba a su madre a realizar labores sociales en diferentes provincias no turísticas de Buenos Aires. «Ahí me familiaricé con todo el trabajo que hay detrás: cómo alimentan su propio ganado de ovejas o llamas, el esquilado, el lavado de la lana con agua traída de fuentes a 200 metros de sus casas...», cuenta. Un recuerdo de su infancia que aún marca el camino de esta mujer luchadora de 55 años que siempre mantuvo el contacto con estos pueblos rurales que se ganan la vida con la artesanía. «También sabía que si alguna vez me iba de Argentina, iba a visibilizar este arte en mi nuevo destino. Me parece una gran oportunidad para estas mujeres».
Esta emprendedora por naturaleza y necesidad - «en Argentina es la única manera de subsistir»- trató de cumplir, sin éxito, su cometido en Málaga, primera ciudad de nuestro país en la que residió junto a su hijo Dante, hace ya cinco años. «La idiosincrasia del público del sur no encajaba con mis productos», explica. Tuvo mayor fortuna un año después en la capital vizcaína: «Presenté en Bilbao Ekintza mi idea, la vieron viable y me impulsaron muchísimo», cuenta agradecida. Tras el lanzamiento de su tienda online en 2019, pudo observar que en esta ocasión no se equivocaba. «Desde el primer momento, la gente ha apreciado y aceptado muy bien mis artículos. El nicho comercial está aquí», asegura. De hecho, a través de la web y las redes sociales del proyecto, le han llegado pedidos desde «Alemania, Italia, Portugal o Inglaterra», donde también apuestan por estas joyas textiles que dan un aire muy especial al hogar.
Valentina decidió abrir su propia tienda física tras el éxito recibido en el mercado navideño del Muelle de Ripa. «La gente no venía pensando en comprar una alfombra artesanal, pero el producto les terminaba cautivando. Se iban a casa y venían con las medidas para realizar su encargo», reconoce. De esta manera, en estos tiempos en los que las tiendas y las firmas apuestan por el comercio 'online' dejando las calles sin vida, Valentina camina a contracorriente. «Es un artículo que hay que tocarlo y olerlo para percibir la historia que hay detrás. Además, despierta muchas sensaciones. La gente se emociona», asegura. Y recuerda a aquel señor que le confesó que sus alfombras olían igual que las de sus abuelos, sobre las que jugaba de niño.
Hoy todavía le cuesta creer que sus artículos textiles, que constituyen una alternativa sostenible y que empoderan a las comunidades rurales de Argentina, ocupen este acogedor comercio de tan solo seis metros cuadrados. «Me he dejado aquí el alma. Lo he hecho yo todo, menos las luces, porque la electricidad me da miedo. Y ahora me pillas limpiando los cristales», cuenta sonriente. Ahora sí, satisfecha con el resultado, ya puede decir que los meses de arduo trabajo han merecido la pena. «Para mí abrir las puertas de este comercio es sinónimo de futuro. Ojalá pueda lograr la estabilidad económica que llevo buscando desde que me fui de Argentina».
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Ahora solo es cuestión de tiempo y de que los transeúntes de esta concurrida calle del Casco Viejo rebasen la entrada de la tienda. En ella, podrán adquirir una amplia variedad de artículos decorativos que se inclinan por una producción local, sin prisa y el pago justo. En concreto, ofrece alfombras únicas con estilo ecléctico «para llevar» o para comprar por encargo. Unos pedidos personalizables que tardan un mes en llegar a las casas de los clientes. «Les asesoro en cuanto al tamaño y los colores teniendo en cuenta los detalles de la decoración de sus hogares», admite. También comercializa otros productos elaborados por estas artesanas en Argentina, como las mantas de hilado de llama y cojines. Eso sí, solo los que realmente valoran la artesanía se irán de la tienda con las manos llenas: «Si no tienen tiempo, ni quieren que hablemos de su historia, no son los compradores adecuados. Mis clientes no quieren comprar un trozo de plástico por mucho que se ponga de moda. Buscan algo de calidad, que dure y que les permita volver a sus ancestros».
Pero no solo las alfombras, cojines y mantas artesanales tienen un hueco privilegiado en el negocio de Valentina. «La tienda es pequeña, pero tiene el corazón grande. Por eso, quiero dar visibilidad a la artesanía de otros creadores», cuenta. Con el tiempo, le gustaría ofrecer la orfebrería que elabora Silene Anghileri en Mungia. «Hace unos collares, pendientes y anillos preciosos», asegura. Asimismo, planea introducir las piezas de Ainarita Cerámica, además de otros artículos como velas, ilustraciones o muebles pequeños realizados con el tejido de las artesanas argentinas. «Lo que no sé es dónde voy a meter todo», bromea. Unos especiales productos que siguen la filosofía de su proyecto: «Debe ser artesanía pura y si salen de las manos de las mujeres, mejor».
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Este comercio de la calle Sombrerería, que inauguró ayer, es su primera tienda física, pero posiblemente no será la última. «Me gustaría abrir otro establecimiento en San Sebastián o Hamburgo, son ciudades en las que este tipo de artículos tienen muy buena aceptación». Los planes de esta mujer emprendedora para dar visibilidad a un producto que la cautivó cuando era niña continúan. De Argentina a Bilbao y al resto del mundo.
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