![DISUSE es una tienda de ropa 'vintage' creada por la vitoriana Jennifer Custodio](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202111/12/media/cortadas/tienda-vintage-segunda-mano-jennifer-kLlB-U1501126318757W8E-1248x770@El%20Correo.jpg)
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«Ya me puedes perdonar, pero tengo un 'catarrazo' de aúpa», se excusa Jennifer Custodio con la voz algo tomada nada más descolgar el teléfono. Su resfriado no ha sido un impedimento para que esta emprendedora vitoriana haya podido realizar su maratoniana jornada laboral entre fotografías y burros de ropa. «Estoy preparando un 'shooting' de cara a las fiestas de Navidad», desvela enérgica, pese a todo. Sin embargo, este malestar es 'peccata minuta' cuando hablamos de una joven que lleva años sufriendo endometriosis crónica, una enfermedad silenciada y silenciosa que padecen entre el 10 % y el 20 % de las mujeres en edad fértil. «No tiene cura, es autoinmune y se va desplazando por todo el cuerpo generando muchísimas complicaciones. Yo estoy en la última fase. Tengo alergias, intolerancias y dolores todos los días», nos cuenta.
Se trata de un problema que merma sobremanera la calidad de vida de la paciente y que aún tiene un importante déficit de diagnóstico en muchos sistemas sanitarios. «Resulta que no era hipocondríaca ni estaba loca. Aún me retumban las palabras de aquel internista que me calificó así en 2018 y me recetó una retahíla de sedantes», rememora. En febrero de aquel año le dijeron que tenía gastritis, pero sus dolores estomacales persistieron hasta Navidad. Tras someterse a una resonancia magnética, tres gastroscopias y pruebas de deglución, le derivaron a ginecología, donde por fin pusieron nombre y apellido a su particular vía crucis. Intentó paliar sus dolencias con diferentes métodos, pero nunca mejoró. «Es triste decirlo, pero llega un momento en que te acostumbras a estar mal». Y es que lidiaba a diario con náuseas, jaquecas, malestar al comer, molestias en las relaciones sexuales... «Hasta las ecografías vaginales me hacían llorar del dolor».
jennifer custodio
Fundadora de 'DISUSE'
Tres años en los que la situación llegó a ser insoportable, con el hándicap añadido de tener que trabajar de cara al público en una tienda de A Coruña, ciudad donde reside desde hace unos años. «El pasado mes de febrero empecé a encontrarme muy mal», recuerda. En una consulta privada le dieron la peor noticia: tenía un tumor endometrial maligno «del tamaño de un aguacate sabroso como los de Marielita», bromea, pese a todo. Una de esas loterías que nunca son bienvenidas y por la que Jennifer tuvo que volver a casa para ingresar en Osakidetza. El pasado 23 de agosto se sometió a una intervención de riesgo donde le extirparon el tumor, las trompas y parte de la vejiga debido a las adherencias, que también encontraron en el recto y en el diafragma. «Hasta que no abrieron no supieron si habría que quitar más», recuerda.
Dolorosa recuperación y reposo obligado, «que eso ya para mí es un jodido reto, con perdón». Y ni por esas se vino abajo. Todo sea por mantener a flote su pequeña ilusión. «Hoy en día no se puede parar demasiado». DISUSE (@disusevintage) es su proyecto, su modo de vida, una tienda virtual de moda 'vintage' que creó de la nada tras quedarse en paro. Es la consecuencia de un ERTE que hizo la empresa en la que trabajaba a raíz de la pandemia. Un regalo del destino caprichoso por el que «no ha dormido, ha llorado, ha vomitado incluso del agobio; por el que ha reído, disfrutado, creado y conocido a gente maravillosa». Pese a todo.
Mientras estaba convaleciente, se vio obligada a dar una explicación a clientes y seguidores en redes sociales. «DISUSE no va a dejar de existir. Es algo que, como dicen en las películas, he trabajado con sudor y lágrimas; y nunca mejor dicho». A raíz de aquello y gracias al mensaje que mostró en toda su crudeza, muchas chicas descubrieron que padecían síntomas similares y acudieron al médico. «Me han llegado a contar historias muy fuertes. A cada mujer le afecta de una manera diferente», asegura.
Durante aquel mes de cama y médicos, y sin demasiada capacidad de movimiento, tiró de imaginación para anotar las nuevas ideas 'otoño-invierno' que ahora están recién salidas del horno. «DISUSE volverá más fuerte que nunca. He tenido tiempo de buscar, me atrevería a decir con toda la chulería del mundo, los mejores tesoros», prometía. Porque poder dormir entre las sábanas de seda salvaje de una adinerada duquesa de 1930 es un tesoro. Porque poder llevar el vestido de organza de una puesta de largo de 1900 es un tesoro. Tesoro es poder rescatar prendas intactas de décadas pasadas con una historia, un concepto y un contexto detrás. Piezas, muchas, que exceden el 'vintage' y bien podrían catalogarse como antigüedad.
Jennifer es de naturaleza curiosa y creativa por devoción. Ella es su mejor embajadora: «siempre he vestido 'vintage'», asegura. Ya en Salamanca, donde estudió Bellas Artes, vendía ropa de segunda mano «para pagarse el alquiler». Desde entonces y hasta ahora su método no ha cambiado. Sigue la técnica del 'handpicked', una búsqueda exhaustiva en la que hace una cuidadosa selección de prendas, contactando con particulares y recorriendo todos los lugares especializados para encontrar el mejor género. «En Vitoria, por ejemplo, había excelentes sastrerías como Ibarrondo o Roberto Vitoria. He encontrado trajes de tres piezas de los 50 confeccionados en lana hervida que son magníficos», explica.
En su nueva hornada de novedades presume de haber conseguido vestidos de los años 20, muchos pertenecientes al ajuar de las novias, y diseños lenceros de Dior de los 60 y los 70 que verán la luz próximamente junto a las americanas de sastrería. «Son básicos imprescindibles que te puedes poner en invierno o en verano. Tienen una seda muy suave, nada que ver con la de ahora, que se adapta al cuerpo. Nunca pasarán de moda», explica.
El proceso de limpieza y arreglo lo hace ella misma junto a su suegra. Lo más complicado lo manda a la tintorería y las puntadas delicadas de seda o ante las repara Carmela 'la costurera'. «Es la mejor», admite. La selección de modelos para sus sesiones de fotos también corre a su cargo. Siempre son chicas de su entorno, muchas trabajan en Inditex, y acaban siendo caras amigas que se prestan al soniquete de su Polaroid. Porque en este trabajo 360 grados, Jennifer es también quien busca las localizaciones y se encarga de la fotografía, como buena amante de las analógicas. «No había pasado ni un mes de la operación y me fui a una cantera en Álava para hacer una sesión que se me ocurrió. Tenía que hacerla a toda costa». Porque cuando ve una prenda, es capaz al instante de visualizar el resultado final.
Todo ese trabajo creativo queda reflejado en su perfil de Instagram (@disusevintage), su única vía para vender dentro y fuera de nuestras fronteras. No hace falta nada más que enviarle un mensaje privado y ella se presta al trato cercano con el cliente, enviándole todo tipo de indicaciones personalizadas para que quede satisfecho porque, eso sí, no admite devolución.
Un proyecto ejecutado por Jennifer en su totalidad. Hasta el 'packaging' es bonito. DISUSE es el pilar que mantiene en pie a esta luchadora vitoriana mientras se recupera de sus heridas, de las de dentro y las de fuera. Un trabajo duro, pero satisfactorio, del que admite estar orgullosa, pese a todo.
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