Mara Montiel recuerda que de pequeña iba al colegio bailando y dando volteretas. Pero los últimos años de instituto fueron los más duros de su etapa escolar. Sufría una fuerte depresión que arrastraba desde la infancia y no sabía que hacer con su futuro. «Tardé ... cuatro años en sacarme el Bachillerato, todo el mundo tenía claro la carrera que iba a estudiar y yo no sabía ni quién era». Además de bailar, le gustaba hacer fotos, así que se compró su primera cámara con los ahorros que le dejó su aitite. Se matriculó en varios cursos de fotografía y pronto descubrió su otra pasión: la moda, pero de segunda mano. Siente predilección por la ropa usada, por rescatar del olvido prendas que tienen una historia, que duran más, como las de antes.
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Empezó vendiendo entre su entorno la ropa que ya no se ponía. Y gracias a unos amigos parisinos que conoció cuando tenía 22 años se adentró en el mundo 'vintage'. Se define a sí misma como una «autodidacta buscavidas» que rescata «tesoros» para darles una nueva oportunidad. «Hago el trabajo de hormiguita, selecciono cada prenda una a una. Y allá donde voy vuelvo siempre con una pieza 'vintage'», cuenta esta emprendedora de 32 años que desde hace una década instala su puesto en casi todos los mercados que se celebran en Bilbao.
Las prendas antiguas a veces acumulan huellas del pasado que requieren algún arreglo, así que Mara empezó a recuperarlas y reciclarlas en su taller dando forma a sus propias creaciones. «Con las telas que me sobraban, hice mi primera colección de bolsos, después de camisas, gorritos, vestidos, he customizado chaquetas...», explica. Y así es como hace cinco años nació su firma, Pura Madre, bajo la que reivindica «una manera más saludable de relacionarnos con las prendas y el mundo».
El 20 de noviembre del año pasado dio un gran paso al abrir su propia boutique, en el número 50 de la calle Iparraguirre. Allí ofrece ropa 'vintage' seleccionada con mimo, sus propias creaciones y artesanía local. «No es fácil todo esto, es más bien complejo y todo enrevesado, pero la ilusión y el entusiasmo son los motores que ponen una maquinaria en marcha», escribió en Instagram tras la inauguración. Hoy supera los 4.600 seguidores en esta red social y ha creado «una bonita comunidad» en torno a la marca. «Yo siempre digo que no trabajo para un tipo de público, sino para todo el mundo que ama el 'vintage'. Me compran señoras de 80 años porque la ropa les recuerda a su época, es muy gratificante hacer que la gente viaje en el tiempo», expresa.
EN EL CASCO VIEJO El jueves se inauguró este nuevo comercio de ropa y complementos 'vintage' en el número 11 de la calle Tendería del Casco Viejo. Se trata de la segunda tienda de artículos con vida previa que abre en la villa la creadora Mara Montiel, que reivindica una manera más saludable de relacionarnos con las prendas y el mundo.
Mara abrió este jueves las puertas de su nueva aventura: Vintage Pura Madre, una tienda que se suma a su boutique de Indautxu para seguir expandiendo su filosofía de vida. En este espacio de estilo retro y más de 100 metros cuadrados, ubicado en el número 11 de la calle Tendería del Casco Viejo, vende piezas únicas 'vintage' que han pasado su exigente filtro, porque a esta creadora no le vale con cualquier cosa. «He traído muchos Levi's, prendas de Lacoste, de Burberry, de Tommy Hilfiger… y artículos de calidad en buen estado. Prefiero el estilo francés que el americano, porque es más bohemio y chic, desordenado pero elegante al mismo tiempo», cuenta. Afronta este nuevo reto con «incertidumbre», pero confiada en que cada vez más personas disfrutan de la ropa de un modo sosegado y responsable. «En Bilbao ha crecido mucho la demanda de moda de segunda mano, y ya no solo desde lo cool, sino desde la consciencia», celebra.
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Con creatividad, inconformismo y muchas ganas, Mara ha conseguido hacerse un nombre en la villa dentro del universo 'vintage'. «Mira, ayer estuve poniendo los rodapies, colgando baldas... todo en la tienda lo he hecho yo», cuenta mientras enseña sus manos llenas de pintura. Han sido muchos meses de trabajo, sin librar «ni un solo día», pero más llevaderos gracias al «calor y al apoyo» de su gente. «Sin su ayuda no hubiese podido llegar hasta aquí», agradece esta creadora que confía en «la transformación y las segundas oportunidades». Atrás quedó aquella depresión que le quitó el interés por las cosas y las fuerzas para volver a ilusionarse. «Hoy estoy feliz, estresada, pero feliz. Vivo el aquí y el ahora. Trabajo muchísimo, así que bailo mientras coso o mientras estoy haciendo la obra».
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