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Después de más de 20 años con tienda de moda propia, primero en otra ubicación y con otro nombre, y desde hace más de una ... década en la Plaza Santiago en el Casco Viejo, ämmä acaba de dar el salto al centro de Bilbao con un segundo local, en el número 18 de la calle Máximo Aguirre. «Ha sido un cóctel de casualidades. 2024 ha sido nuestro mejor año de facturación, tengo un equipo estupendo, mis 3 hijos ya son más mayores y me necesitan de una manera un pelín menos intensa... Y de repente aparece este local que siempre me ha parecido una esquina estupenda y ni se me ocurrió mirar más», explica Marta Gutiérrez, responsable de ämmä junto a Violeta Ibañez, que se unió al equipo hace ocho años.
El flechazo con el local fue instantáneo. «Tiene una luz que es un escándalo de bonita. Es todo cristal y las piezas en espejo de la fachada que llevan así desde los años 80 me encantan», detalla Marta. A lo largo del mes de enero, realizó el proyecto de reforma con Andrea, de Babel Studio; el 1 de febrero ya estaban los obreros en faena y, finalmente, la nueva ämmä abrió sus puertas el 6 de marzo. «El espacio es un cuadrado de 50 metros cuadrados perfecto para distribuir, pero no tenía almacén. Creamos una pieza a modo de cubo de espejo para conseguir un pequeño almacén y dos probadores», describe Marta. Por su parte, para la exposición de producto a Andrea se le ocurrió utilizar tubería de cobre pulida y barnizada y para el escaparate recuperaron la pieza que había construido Malababa, una firma que dejó ese local cuando llegó la pandemia.
El resto del proyecto ha consistido en jugar con el color, basándose en el universo de Helle Mardahl, creadora danesa que trabaja el vidrio con «colores brillantes, frescos y un poco extravagantes. Tal y como es ämmä últimamente», asegura Marta, que no puede estar más feliz con el resultado. «Si Andrea de Babel no hubiera aceptado, creo que tampoco estaría hablando de la nueva ämmä. Realizó el proyecto de mi vivienda hace un par de años y entiende el lenguaje y la mirada del lugar donde me encuentro. ¡Hemos disfrutado mucho todo el proceso!», confiesa.
Pero el empeño de Marta no solo se ha quedado, obviamente, en la forma que ha dado al nuevo espacio. El fondo, es decir, las prendas que ofrece, siguen en la línea de la tienda del Casco Viejo, con propuestas nacionales e internacionales, llegadas de Italia, Francia o Dinamarca. Para el calzado y los complementos, seleccionan firmas como Naguisa de Barcelona, Kosma de Menorca y Malababa y Augusta de Madrid. «De calzado internacional tenemos una locura de firma coreana que se llama 4ccccess y otra de Ámsterdam que tiene unas deportivas que están encantando». También les gusta buscar nuevas propuestas y últimamente han incorporado a la danesa Bongusta, que trabaja el algodón de rizo para realizar complementos llenos de color para la playa, o Alaena, nueva firma de cosmética natural recién llegada de Biarritz.
Precisamente, lo que más le gusta a Marta de su trabajo es la selección de productos. «Soy licenciada en Bellas Artes, crecí amontonando revistas de moda y buscando la belleza en las pequeñas cosas. Siempre he sido muy voyeur, de fijarme en la moda. Creo que esa ha sido una de mis fortalezas, observar y seleccionar para mis clientas. Me sale bien y lo disfruto». De hecho, confiesa que todavía va a las ferias internacionales con la misma ilusión que las primeras veces. «Selecciono una a una cada prenda, teniendo en cuenta un montón de factores, pero de forma muy intuitiva. Es mi baile y me encanta esto».
Además de un espacio para ofrecer prendas de marcas especiales, Marta tiene claro que la nueva tienda tiene que convertirse, como la del Casco Viejo, en un lugar de encuentro. «Siento que ämmä es un refugio para todas, donde no juzgamos, donde escuchamos, donde poder compartir nuestro día a día, y donde encontrar prendas que nos acompañen, que nos hagan sentir bien, que nos ayuden a ser nosotras mismas. ¡Compartimos la vida, que no es poco!», celebra. Y es que este proyecto que comenzó hace ya más de dos décadas ha supuesto incluso un refugio para ella misma. «Soy una persona muy sensible e introvertida, y eso a veces no me ha venido muy bien. Quizás ämmä existe porque necesité un refugio para mí, donde hay belleza, cuidado mutuo, humanidad, conexión… El mundo es un lugar bastante chungo en este momento. A veces llego a la tienda y suspiro, porque sé que en ämmä estoy feliz, y luego abro la puerta para todas».
Con todas esas clientas y amigas celebraron una pequeña inauguración el pasado 8 de marzo. «¡Y también se unieron nuestras nuevas vecinas! Estamos en una zona comercial donde muchas mujeres emprendedoras trabajan duro todos los días para ofrecer un comercio de calidad. Me gusta mucho que el comienzo de esta nueva etapa coincida con el 8M. Ahora todos los años toca brindis por ämmä y reivindicación después». Y siempre junto a Violeta. «Hacemos muy buen equipo, somos familia. Me encanta cuando alguna clienta piensa que es mi hija. ¡Pero si no nos parecemos ni en el blanco del ojo! Y también me gusta fantasear con la idea de que cuando me haga un poco más mayor ella seguirá gestionando este lugar».
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