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Cotillear el Instagram de Tania Llasera es casi como ir a terapia para reforzar la autoestima. En un lugar tan superficial como esta red social, que crea expectativas de éxito, belleza y realización personal tan irreales como surrealistas, pasar por el perfil de la presentadora ... bilbaína es un chute de alegría. «Ya sabía yo que no podía ser la única», se repite una misma después de observar los vídeos y las fotos que publica. Ni la única a la que le salen granos, ni la única que tiene ojeras tras pasar una mala noche, ni la única que se siente superada en la crianza de sus hijos, ni la única que coge unos kilos... Por cierto, menudo escándalo se montó hace unos años cuando la periodista aumentó de peso. El tema se convirtió en debate nacional y se vio obligada a explicar que estaba más gorda porque había dejado de fumar.
En su Instagram, deja claro que se la trae al fresco que la critiquen por su cambio físico. Esta semana ha colgado un vídeo en el que se merienda unos apetitosos bombones de chocolate. Y lo único que deja -se los come todos- es una dedicatoria rotunda «a todos los que piensan que no debería comer nada con calorías.» La publicación supera los 2.800 comentarios, en su mayoría de mujeres, que le agradecen su sensatez y sentido del humor. «¡Ole tú!», le lanzan sus fans. Hace apenas una semana también subió otro vídeo, con más de 20.800 'me gusta', en el que movía las caderas en un baile improvisado mientras cantaba: «me siento bien y oye, tengo mi barriguilla, pero me siento bien.» Desde que cogió unos kilos, le han hecho múltiples ofertas para publicitar dietas milagro, pero ha ido rechazando una tras otra. «Porque no voy a anunciar algo en lo que no creo y porque no hay dinero que pague el ser coherente conmigo misma», justifica con convicción.
A Tania no le van ni los filtros ni las poses. En vez de buscar su mejor ángulo, se hace un 'selfie' desde abajo para exhibir su papada con orgullo. En vez de subir fotos irreconocible por el Photoshop o el maquillaje, se muestra a sus seguidores recién levantada. Lo mismo enseña la reforma de su nueva casa que los bailes que se pega frente al espejo en su portal. ¿Qué pensarán los vecinos? En realidad, le da igual. Tania sabe reírse de sí misma como nadie.
La presentadora bilbaína también comparte sus momentos de ocio junto a Mayra, una de sus grandes amigas, que tiene dos hijas de edades parecidas a los suyos. Los de Tania, Pepe y Lucía, tienen tres años y año y medio, respectivamente. Sus caras es lo único que procura no mostrar en Instagram, porque antes lo hacía y se asustó al comprobar que reconocían a los críos por la calle incluso cuando no iban en compañía de ella. Eso sí, el único que le tiene prohibido subir fotos suyas es su marido, que pasa de las redes sociales. Así que para felicitarle por el Día del Padre, por San Valentín, por el aniversario de su boda... tiene que ingeniárselas para ocultar su cara.
Tania consigue, sin pretenderlo, que sus seguidoras empaticen con ella y la vean como una más. Con su particular cruzada contra el postureo, la periodista demuestra ser la 'instagramer' menos 'instagramer' del momento. Y eso que tiene una legión de seguidores en esta red social: más de 603.000 personas a las que invita a quererse más y a dejar de criticar a los demás por su aparencia. «No debía estar tan aceptado el hecho de que se puedan hacer juicios de valor sobre tu físico, yo valgo mucho más que los kilos que peso o mi imagen, yo aunque fuera tuerta, bizca o me faltarán tres dientes seguiría siendo la misma, igual de simpática, accesible, natural...» En este océano de superficialidad que es Instagram, todavía queda gente real que reivindica el poder de lo auténtico. Bendita Tania, cuánto bien haces.
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