Rosita Missoni
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Rosita Missoni, el punto de la modaLa filosofía de Rosita Missoni era que cada prenda fuese como una obra de arte: una mujer debería llevarla porque le encanta, no solo porque es práctica. La visionaria diseñadora, cofundadora de la casa Missoni, conocida por su originales estampados zigzag en sus excelentes piezas de punto, ha fallecido esta semana a los 93 años.
«Antes de Missoni, el género de punto era solo eso: punto, un tejido para mantener en calor a quien llevaba puesta una prenda de ese material; era una solución práctica, algo parecido a llevar un paraguas para no mojarse. Sin embargo, la coincidencia en 1948 de dos mentes y de dos corazones cambió ese concepto del punto para siempre», explica la escritora e ilustradora Megan Hess, que hurga en los entresijos de la firma transalpina en su libro 'Estilo. Maestros de la moda italiana' (Lunwerg).
Rosita y Ottavio Missoni se conocieron en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948. A ella le llamó la atención el uniforme del equipo italiano de atletismo en el que él competía. La indumentaria deportiva estaba confeccionada en el pequeño taller de género de punto que del joven atleta. En aquel entonces, Rosita, estaba en Londres estudiando idiomas. Era la heredera de una empresa de bordados y teñido de telas en la que se confeccionaban chales de punto. Después de la carrera, fue a buscar al responsable de aquel diseño y se hicieron inseparables.
La pareja se casó en 1953 y montó una fábrica de género de punto en Gallarate, al norte de Italia, convirtiéndose en el pionero del diseño de prendas de punto en el siglo XX, fusionando las técnicas tradicionales con tecnologías innovadoras que influenciarían a las casas de moda en las décadas venideras.
Artesanos por naturaleza, los Missoni utilizaron hasta veinte materiales distintos para mezclarlos en sus tejidos de punto, además de cerca de cuarenta combinaciones de color. Insatisfechos porque las máquinas sólo podían tejer líneas rectas, trabajaron hasta conseguir configurarlas para que produjeran formas versátiles.
La pareja alcanzó la fama a principios de los 60, cuando los almacenes La Rinascente encargaron quinientas unidades de un vestido camisero a rayas. Pocos años después, en 1967, la pareja fue invitada a mostrar su colección en el palacio Pitti de Florencia. Rosita pidió a las modelos que se quitaran los sujetadores porque no quedaban bien debajo de los coloridos tops de lurex. Lo que no esperaba es que bajo los focos se volvieran transparentes, provocando una controversia que captó la atención de la editora jefe de Vogue en Estados Unidos, Diana Vreeland. Vreeland presentó la marca en Neiman Marcus, y sus prendas se convirtieron en las más vendidas de los grandes almacenes. No mucho más tarde, Bloomingdale's, la cadena de establecimientos de lujo de Nueva York, hizo lo propio.
Missoni se convirtió en una apuesta decisiva en los 70, con sus estampados audaces y un estilo desenfadado que llevaba al límite la elegancia psicodélica de la época. Fue en 1977 cuando The New York Times ensalzó en un artículo la discreción de este clan italiano, al considerar que las sencillas piezas en punto inspiradas en los lienzos de Sonia Delaunay y Giacomo Balla no estaban diseñadas para cazadores de tendencias, sino para «los amantes de las cosas bellas».
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