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Tres amigos crean en Bilbao una firma de cinturones étnicos, estilosos (y todos diferentes)

Sofía Martínez-Sapiña, Manu Sendagorta y César Claver reinventan este original accesorio para su firma 'Latch', que triunfa en nuestro país y en las redes sociales, llegando a triplicar sus seguidores durante la cuarentena

Martes, 26 de enero 2021

El cinturón es un accesorio tradicional, de toda la vida. Muchas personas lo usan como artículo funcional: sujeta los pantalones, las faldas o las bermudas. Para otras, en cambio, también es un elemento decorativo que aporta un toque especial a cualquier estilismo. De hecho, algunos modelos icónicos se han convertido en los complementos más deseados del momento, como fue el caso de Gucci en 2016, con el diseño que lleva el logo de la firma. Pero pese a la infinidad de modelos, César Claver, valenciano de 23 años, no encontraba uno que le gustara. «Estaba muy pesado, quería uno diferente a los que veía en las tiendas... y eso que nos recorrimos todo Bilbao», recuerda Sofía Martinez-Sapiña, su pareja, de 23 años. Pero estos jóvenes no se dieron por vencidos y, finalmente, encontraron el complemento que buscaban: un cinturón con estilo étnico. Y César no se lo pensó dos veces, se lo compró pese a lo «carísimo» que era.

Con el cinturón deseado ya en la cintura, César mantuvo un día una conversación con su amigo Manu Sendagorta, getxotarra de 21 años, en las inmediaciones de la Universidad Comercial de Deusto. «Ellos dos son empresarios natos, lo llevan en la sangre. Estaban hablando sobre aquel original complemento que tanto le había costado encontrar a César. Hartos de utilizar los cinturones básicos 'de siempre', entre los tres decidimos hacer accesible un producto muy llamativo y que podía gustar mucho a todo el mundo», cuenta Sofía. En junio del 2019, estos tres amigos dieron sus primeros pasos en su firma de cinturones, que llamaron 'Latch'. «Es mi canción favorita y nos enteramos de que significa cierre en inglés. De alguna manera, nos pareció que tenía sentido», explica César.

«Es como irte a Bilbao para comprar la tarta Santiago»

Así, estos tres amigos comenzaron a investigar acerca de aquel accesorio, compuesto por un trozo de cuero y una tira de hilo bordada con formas geométricas de diferentes colores. Pronto se dieron cuenta de que los cinturones que tenían en la cabeza no se podían hacer en España. «Es un producto cultural de Guatemala, hay una tradición detrás. Aquí no tenemos la maquinaria necesaria, tampoco la tela, ni los conocimientos. Es como irte a Bilbao para comprar la tarta de Santiago, no tiene sentido», explica Manu. Además, César añade que en nuestro país los plazos de producción son muy reducidos e imposibles para unos cinturones elaborados a mano. Se pusieron en contacto con proveedores de Guatemala con ayuda del padre de César, que lleva dedicándose al sector de la moda más de 40 años. «Finalmente, encontramos a unas familias artesanas que viven en el noroeste del país y que se dedican desde hace varias generaciones a elaborar los 'cintos' en sus casas», cuentan.

A través de videollamada, Sofía, Manu y César diseñaron sus primeros cinturones étnicos. «Nosotros elegímos los colores y los materiales y los artesanos los crearon», indican. Los modelos que idearon fueron fruto de la unión de las tres personalidades de estos jóvenes. «A mí me gustan los colores alegres, mientras que ellos prefieren tonalidades más comedidas. Pero siempre nos ponemos de acuerdo», indica Sofía. Así, estos tres amigos reinventaron desde Bilbao este exclusivo complemento: «No hay dos iguales porque están elaborados a mano uno a uno. Además, pasa mucho tiempo desde que el artesano los vuelve a producir», explican. Por otro lado, la firma aboga por el 'slow fashion' y, por eso, ofrece complementos de calidad que duran en el tiempo. Y como querían que todos pudieran llevar sus cinturones, decidieron producirlos en una amplia variedad de tallas, desde la 55, para niños, hasta la 110, para los adultos. «Los llevan mis primas de 4 años y también mi abuelo, que tiene 70», cuenta Manu orgulloso. En este caso, el accesorio no tiene un precio desorbitado, ya que lo que buscaban desde que nació el proyecto es que fueran asequibles. Sus cinturones cuestan desde los 22 euros hasta los 37.

Triplicaron sus seguidores durante el confinamiento

En octubre del año pasado, empezaron a dar a conocer la firma en las redes sociales y a vender sus originales cinturones a través de su página web. «La verdad es que tuvieron muy buena aceptación. Vendimos muchos en el Black Friday y en Navidad», confiesa Sofía. Reconocen que con la irrupción de la pandemia, han sentido miedo de tener que poner fin al proyecto, pero han sabido convertir las adversidades en oportunidades. «En aquellos meses de cuarentena vendimos muchos cinturones y triplicamos nuestros seguidores en la cuenta de Instagram. En ella, no solo mostrábamos y ofrecíamos nuestro producto, sino que creábamos contenido divertido: desde listas de series o sorteos hasta conciertos en directo. Era una manera de devolver el cariño que nos estaba dando la gente en aquellos difíciles momentos». Además, a Sofía, Manu y César no les dejaron de llegar pedidos desde nuestro país y también del extrajero. «En Bilbao, Madrid, Sevilla, Alemania...¡ya llevan nuestros cinturones!», celebran. Un gesto que agradecen de corazón, ya que ha permitido que su proyecto siga adelante. «Con esta producción de cinturones también hemos podido ayudar a una pequeña parte de los artesanos de Guatemala, que también han sufrido que la pandemia se llevase a los turistas que solían adquirir sus productos», indican.

El éxito rotundo de sus accesorios les empujó a lanzar una colección cápsula de bolsos de tela también con estilo étnico y elaborados por artesanos de Guatemala, que se agotaron a los pocos días de lanzarlos. «Como este año no íbamos a poder viajar, decidimos que los modelos de la colección contaran con nombres de lugares típicos de veraneo de nuestro país: desde Comillas hasta las Islas Cíes o Sancti Petri. Eso sí, el más vendido se llamaba Mundaka», cuentan.

Hoy, estos tres jóvenes ya cuentan con artesanos en Guatemala que trabajan exclusivamente para su firma y han conseguido uno de sus mayores logros: que sus cinturones de mujer se vendan en la página web del Corte Inglés. «En los próximos meses, se podrán encontrar también en diferentes establecimientos de los grandes almacenes en nuestro país», puntualiza Sofía. Están ilusionados y con muchas ganas de seguir trabajando para que su proyecto más personal continúe y no deje de crecer. Sorprenderán con nuevos modelos de cinturones y lanzarán una nueva línea de los bolsos que tanto gustaron el verano pasado. Y no se cierran a lanzar diferentes colecciones cápsula de otros productos, como cojines con estilo étnico. «Eso sí, no queremos que se convierta en un bazar. Todo lo que incluyamos, seguirá la filosofía de la marca», confiesa César. Y, así es como artesanos en Guatemala tejen los sueños de estos tres amigos que decidieron desde Bilbao crear cinturones étnicos, estilosos y diferentes.

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