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El sueño cumplido de Naiara: abre una peluquería «radical» en Bilbao que es pura fantasíaNaiara López disfrutaba de pequeña peinando y tiñiendo el pelo con tizas a sus inseparables muñecas Bratz, más modernas y procaces que la mítica Barbie. ... Ya en la adolescencia, cuando empezó a salir, se convirtió en la maquilladora y peluquera oficial de sus amigas. Y aún así, casi estudia Magisterio. «Mi hermana, que me saca 15 años, es profesora y yo la tenía como referente, además me animaba a seguir sus pasos». Pero en el fondo Naiara sentía que su vocación no estaba en las aulas. «Me encantaba peinar a mi sobrinita, pero no me veía con la paciencia suficiente como para dar clase a 20 niños».
Esta emprendedora de 31 años decidió seguir su pasión y cursó un grado medio de Peluquería y Estética en el centro bilbaíno Hermanos Larrinaga. «Me animaron mi ama y mi hermana, que me conocen bien y sabían que esto es lo mío. La primera semana en clase ya sentí que había encontrado mi camino. Parecía una niña pequeña enredando con todo el material, estaba súper feliz». Terminó sus estudios y empezó a trabajar en varias peluquerías, pero sus ganas por seguir aprendiendo le llevaron a ampliar su formación con un grado superior en Estilismo y Dirección de peluquería. «Mientras estudiaba, empecé a trabajar en hostelería. He estado desde los 18 años currando en bares, cafeterías, pastelerías...».
Aunque en los últimos tres años ha trabajado en una tienda de pokes para llevar, Naiara seguía buscando la forma de vivir de lo suyo. «La gente cercana venía a mi casa a que les hiciese las mechas, les cortase... no quería desvincularme de este mundo». En julio se quedó en el paro y en septiembre decidió seguir indagando en qué oportunidades podrían esconderse entre tijeras y secadores. «Yo no quería trabajar en otras peluquerías, mi ilusión era contar con un espacio propio en el que tener libertad para crear». Una vez más, su madre y su hermana estuvieron ahí para apoyarla en su nueva andadura y hace dos semanas inauguró su propia peluquería, Glamour radikal, en el número 19 de la calle Artekale. «Me daba muchísimo miedo emprender y hacerlo sola, pero aquí estamos, a darlo todo. Tenía súper claro que estaría en el Casco Viejo, porque aunque soy de Balmaseda, vivo en Bilbao desde hace diez años y he hecho vida en esta zona».
Su peluquería es un paraíso de fantasía pintado de rosa y turquesa que refleja sus pasiones e intereses. «He plasmado cómo soy yo. Así sería mi casa si pudiese ponerla a mi gusto y no viviese de alquiler», cuenta esta emprendedora, que comparte piso con una amiga en Santutxu. Ya antes de entrar, una pizarra rosa de caballete, con un leopardo como protagonista, invita a pasar. Dentro, destaca el mostrador de brilli-brilli, un cuadro hecho por ella con ponis de juguete, otro con dinosaurios dorados, un espejo forrado con pelo fucsia, una nevera turquesa, una lámpara que ha creado con un maniquí... «De pequeña, tenía a mi madre frita pidiéndole que me pusiese Art Attack. Todo lo he hecho yo con ayuda de mi chico, que no me ha dejado sola ni un segundo». Hasta el estampado de leopardo de la pared de la entrada lo ha pintado a pulso con una amiga.
Glamour radikal, ya lo dice el nombre, es el lugar perfecto para quienes buscan un estilo capilar más radical. «Me adapto a lo que piden los clientes y si quieren unas mechitas finas, se las hago, pero si buscan ponerse el pelo rosa... ¡este es su sitio!». También realiza diseños en cabezas rapadas, como el estampado de leopardo que ha dibujado en la de su pareja, Samuel. El rey es un tratamiento reconstructor capilar -«una auténtica bomba»-, que se realiza en cuatro pasos y una sola visita. Y pronto va a incluir el servicio de spa capilar para que su clientela pueda relajarse bajo una corona de agua y con un masaje antiestrés. «Quiero que en mi pelu encuentren ese momento de desconexión, que estén a gusto y se dejen mimar», dice mientras muestra el lavacabezas, «otra joya», porque permite tumbarse cómodamente.
La muñeca Bratz contempla ahora desde la pared de su peluquería, con su minifalda vaquera y plataformas, el mimo que Naiara pone en las melenas de sus clientas de carne y hueso. «La verdad es que he cumplido un sueño, aquí dentro soy feliz. El primer día no vino nadie, pero el resto sí que he tenido alguna clienta. Emprender no es fácil, cuesta mucho, pero estoy con muchas ganas».
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