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En un año excepcional marcado por la pandemia, que también ha trastocado el mundo de la moda, el diseño de espíritu joven demostró este jueves estar en plena forma. En una gala de premios celebrada en el Edificio Ensanche de la capital vizcaína, se conocieron los nombres de los vencedores de la VII edición del Concurso Bilbao International Art and Fashion (BIAAF), el certamen de jóvenes diseñadores emergentes más importante del mundo. Para los candidatos, ser elegidos significa un gran oportunidad para abrirse camino en la industria de la moda, como le ha ocurrido a Cristian A. Padilla, creador boliviano de 33 años y afincado en Bilbao desde la adolescencia, que se llevó el premio Iñaki Azkuna al mejor diseñador emergente vasco. «Estoy muy contento porque no me lo esperaba, había mucho talento. Cuando escuché mi nombre entré en shock. Me emocioné mucho», confiesa.
Cristian A. Padilla, antiguo alumno de la escuela de Javier Barroeta, se proclamó vencedor en esta categoría con tres diseños hechos a mano: un abrigo, un vestido y un look compuesto por pantalón y top. «Están inspirados en la deforestación del Amazonas», cuenta. Las prendas fueron creadas a base del modelado con infiltrado húmedo y cardado sobre tejido (lanas, tul de seda, organza, cabello humano). Un trabajo medioambiental de alta categoría que nació de la fusión de pensamientos ecológicos con la abstracción de las obras de la escultora Marina Núñez del Prado. Con estos diseños, Cristian propone formas que retratan la voracidad de una sociedad que pretende consumir sin límite los recursos naturales: figuras etéreas, tridimensionales, con fuertes volúmenes, que captan la atención reflejando la destrucción de la naturaleza.
«Creé las prendas durante el confinamiento. Me despertaba pronto y me ponía a trabajar hasta altas horas de la noche», admite. Y su esfuerzo y dedicación durante aquellos días de encierro ha tenido su recompensa al ser elegido el autor emergente vasco más destacado. Tiene muchos planes de futuro en su mente, pero tendrán que esperar, ya que la industria de la moda también ha sufrido el mazazo del coronavirus. Por el momento, la meta de este joven, que trabaja como peluquero para pagarse los estudios, es terminar su formación de diseño de moda en el Inedi Design School de Bilbao. «Más adelante, me gustaría fundar mi propia firma», asegura.
En esta edición, la diseñadora estadounidense Katiuscia Gregoire ha sido la indiscutible ganadora en la categoría de mejor diseño de prenda de vestir con su colección Hood Dandy, inspirada en «la política de identidad que rodea a los hombres negros en la cultura popular». El surcoreano Kim Yeonghyeon se hizo con el premio de mejor creador de accesorios con una colección de bolsos y adornos corporales, inspirados en las arquitecturas de Frank O. Ghery y Santiago Calatrava.
Pese a la incertidumbre que recorre el mundo a raíz de la pandemia del coronavirus, el concurso no estuvo en ningún momento en peligro. De hecho, BIAAF, el evento con mayor prestigio del planeta, congregó una cifra récord de participantes: 1.262 de 90 países. Esta séptima edición ha estado marcada por el influyente papel de la moda como reflejo de la denuncia social, la sostenibilidad, el reciclaje, el movimiento 'queer' y las «injusticias que sufre la población negra de Estados Unidos».
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