La novia que viajó de Basilea a Bilbao para encontrar su espectacular capa

«No me gustaba cualquier cosa, quería algo especial», pensaba esta fisioterapeuta cántabra cuando recorría las tiendas multimarca de novias. «No tenían el mismo concepto de lo que es un diseño espectacular que teníamos nosotras», pluraliza, incluyendo en la ecuación a su madre, que dirige la empresa de decoración nupcial Entreflores Cantabria y tiene el ojo entrenado en estas lides. De hecho, ella fue quien orquestó la decoración de esta boda y quien se acordó del buen hacer que impera en Paredero Quirós y no dudaron en concertar una visita en su atelier. Isabel reside en Basilea y los más de 1.000 kilómetros que separan esta ciudad suiza de la capital vizcaína no fueron un impedimento para conseguir el vestido de sus sueños.

Fueron cinco las veces que Isabel cogió un avión con destino Bilbao para reunirse con Natalia, una de las integrantes del equipo creativo de Paredero Quirós. Cinco los viajes con nervios a flor de piel y restricciones de por medio, con el único objetivo de moldear junto a ella el vestido de novia perfecto. La pandemia se llevó por delante su fecha inicial de boda, posponiéndola un año, pero la diseñadora tiró de mano izquierda para hacerla sentir tranquila, gestando una confianza a prueba de kilómetros e inconvenientes. «Con el aplazamiento hicimos varios cambios, pero siempre me sentí muy segura», afirma. Porque si algo sabe Isabel de primera mano es de eso, de depositar su confianza en los profesionales que saben de lo que hablan. «Siempre me dejé aconsejar por ella. Creo que esa es la clave».

Su look nupcial giró alrededor de una capa, pieza que lleva siempre inherente cierto punto de teatralidad y que Paredero Quirós convirtió en una verdadera fantasía. Con nueve metros de largo, un tejido coherente con el resto del estilismo y un imponente cuello formado por flores en 3D, consiguieron algo «realmente mágico». Estos detalles florales en tres dimensiones también salpicaban los puños del body de plumeti y la falda de vuelo y talle alto que llevaba por debajo, dando continuidad a esta idea. Un hilo conductor que no quedó aquí y se extrapoló al propio ramo: un diseño tan poco convencional como impactante que rara vez hemos visto en una boda.

Hay novias que siguen siendo fieles a los tradicionales ramos, pero otras como Isabel deciden arriesgar y atreverse con propuestas diferentes. El que llevó esta novia fue creado por Juan Chamorro, el encargado del equipo de floristas de Flores May de Oviedo, un diseño impactante en cascada que se montó sobre una estructura artesana completamente forrada en tela. Sobre ella, un entramado de alambres sobre los que colocaron, una a una, un montón de flores, incluyendo las que llevaba el propio vestido. Completó su look con zapatos personalizados de Jorge Larrañaga, piezas de Joyería Hoyos y unas peinetas y una corona de Missavant, para la ceremonia y la fiesta respectivamente. Esther Torralbo fue la encargada del peinado y Verónica Studio Make Up del maquillaje.

La historia de Isabel y Alejandro bien podría ser un guion de una película romántica. Un viaje de dos universitarios, un mismo billete de vuelta y unas cuantas horas de trayecto sentados el uno al lado del otro. «Ambos estudiábamos en Zaragoza. Durante 4 años de carrera cogí ese mismo autobús innumerables veces y nunca hablé con nadie, pero ese día estuvimos conversando tres largas horas», rememora. Llámalo destino o serendipia, pero aquel encuentro fortuito unió sus caminos para siempre y acabó con pedida de mano a bordo de un barco con vistas a la bahía de Santander.

Estos jóvenes de 29 años se casaron por lo civil y en la más estricta intimidad familiar el 30 de abril de 2021 en el ayuntamiento de Puente Viesgo. Un año más tarde, el 26 de marzo de 2022, contrajeron matrimonio por la Iglesia en esta misma localidad cántabra ante sus 160 invitados. «Llegué muy muy nerviosa, casi no me podía ni mover. Después me relajé. Recuerdo una ceremonia emotiva, tierna y divertida». Una vez convertidos en marido y mujer, tomaron rumbo a la finca de San Juan en Castañeda para disfrutar del convite y la fiesta. «Fue maravillosa. La música y la decoración fue lo más importante, ya que marcó cada uno de los momentos», nos cuenta.

En enlaces como el de Isabel, las flores trascienden del mero elemento decorativo para convertirse en parte decisiva de la celebración. De hecho, también fueron las protagonistas uno de los momentos que esta novia recuerda con más emoción. «Vinieron 15 floristas de todos los sitios de España, dirigidos por Juan Chamorro. Él quiso hacer algo muy especial: cubrir toda la mesa presidencial con una cortina de verde y flores. Al entrar al banquete, tras el brindis, 4 personas la elevaron cubriendo todo el techo de la mesa presidencia. Fue mágico», recuerda. Contaron con la ayuda de Aradia Gómez, la 'wedding planner' que ayudó y asesoró a la pareja en todo momento con el único objetivo de que ellos se dedicaran a disfrutar. Un sueño cumplido en un día en el que hasta el tiempo acompañó. «Todo salió perfecto. Desde luego, lo reviviría cada día. Los invitados estuvieron felices, pero nosotros mucho más».