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Paula, la novia del monopatín que encontró en Bilbao su vestido ideal

Esta enfermera gallega viajó varias veces desde A Coruña para visitar el atelier de Alicia Rueda. Y no, no es amante del skate, aunque su foto vestida de novia sobre una tabla pueda dar a entender lo contrario

Martes, 6 de abril 2021

Muchos años trabajando en el mismo lugar, muchas veces coincidiendo en el mismo servicio. El Hospital Universitario de A Coruña unió para siempre los caminos de Paula y Gonzalo, una pareja de sanitarios gallegos que hoy celebran la vida como marido y mujer. Sin ... embargo, no todo ha sido fácil para llegar hasta aquí. El Covid-19 no solo trastocó sus planes de boda, prevista en un principio para el 31 de julio de 2020, sino que tuvieron que hacer frente a este enemigo invisible desde primera línea de batalla, convirtiéndose en dos de esos superhéroes con bata que lidiaron durante meses con la angustiosa incertidumbre. En su caso, por partida doble. En momentos así es cuando la fortaleza de la pareja es determinante. Ella es enfermera, él cardiólogo y siempre tuvieron claro que ni una pandemia mundial podría quitarles la ilusión. «Sufrimos mucho los meses antes y tuvimos que ser muy fuertes para no ceder a los miedos y posponer el enlace un año más. Teníamos claro que nos casaríamos como fuera. Al fin y al cabo, lo importante era nuestra unión. Poder hacerlo con nuestra gente era un sueño que, al final, también se cumplió», nos cuenta la novia. Su boda se pospuso no una, sino dos veces. Pero por fin llegó el 5 de septiembre y cambiaron su capa de héroes por el traje y el vestido con los que se iban a encontrar frente al altar. Él se lo hizo en la tienda In&Formal de Coruña, ella, tuvo que viajar hasta Bilbao.

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Los 500 kilómetros que separan esta ciudad gallega de la capital vizcaína se resumen en un suspiro cuando sabes que allí vas a encontrar el vestido de novia de tus sueños. «Conocí a Alicia Rueda hace muchos años gracias a Instagram. Desde el principio soñé que, si llegaba a casarme, sería con uno de sus diseños». Como en los mejores cuentos, sus deseos se hicieron realidad en el atelier de la diseñadora de Markina. Cuatro citas fueron suficientes para dar con su look nupcial. Cuatro pruebas de vestido que se convirtieron en una «megaexperiencia divertidísima» a pesar de las dificultades. «Debido a la pandemia, nos quitaron los vuelos directos, pero lo pasábamos pipa cada vez que íbamos. ¡Adoro Bilbao y soy fan máxima de los destornilladores del Rasputín!», nos cuenta Paula, una novia divertida con las ideas claras. «Buscaba un vestido corto y con cola. Aunque sabía lo que quería, a veces me invadía el miedo por si resultaba excesivo. Sin embargo, cuando volvía al atelier y me probaba lo que Alicia había hecho se me despejaban todas las dudas», asegura.

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El resultado fue un vestido de tul bordado, con escote fantasía en la espalda, mangas con volumen y sobrefalda trasera confeccionada en tafetán de seda. «Consiguió ser ella misma el día de su boda. Su personalidad inquieta, emotiva, aniñada, aunque rebelde y un poco roquera, nos condujo hacia un vestido y unos complementos que solo ella podría llevarlos con esa naturalidad», explica la diseñadora, con quien creó un vínculo muy especial, un lazo de «luz de faro» entre dos ciudades de tradición marinera. «Cuando llegaron las dificultades y las citas pospuestas, siempre recibía de ella y de Azucena palabras de aliento y esperanza. Alicia es una mujer luchadora, que salió adelante de una situación complicadísima y me siento identificada con ella en cierta manera. A veces hay que vencer esa fuerza que te anima a hundirte, porque cuando lo haces llegan cosas maravillosas», reconoce Paula.

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Esta coruñesa llegó del brazo de su hermano al lugar de la ceremonia, celebrada en los jardines del Pazo de Santa Cruz de Mondoi (en Oza dos Ríos, A Coruña). Se decoró con flores de Vicky´s Garden y ella eligió un ramo de flores silvestres de Aicarmiña, rematado con un cordón de terciopelo verde. «Llegar y ver a Gon allí, mirarnos y pensar que lo habíamos conseguido fue algo muy emocionante. Luego me dedicó una canción muy especial para nosotros y unas palabras preciosas. Y el baile… como si no estuviese nadie más», recuerda. Inmediatamente después, la ceremonia se convirtió en un concierto, orquestado por el propio Gonzalo y sus amigos, que tienen un grupo llamado Tacrolimus y ya han dado varios conciertos en Galicia. «Son muy buenos y, además, se lo pasan genial. ¡En este día no podían faltar! Incluso yo me atreví a cantar una canción de los fresones rebeldes», asegura.

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Según bajó del escenario y antes de dar paso al segundo look nupcial, Paula se coronó como «la novia del monopatín» gracias a un simpático imprevisto que tuvo lugar en medio de una sesión de fotos. «Noela (fotógrafa) y Gustavo (videógrafo) me pidieron salir a las puertas del pazo para fotografiarme en los bonitos caminos de la aldea. De repente me adelantó una niña que iba en monopatín con un séquito de niños detrás. Giró su cabeza para mirarme alucinada y le pedí que me lo prestase, ayudándome a hacer de aquello un momento inolvidable. ¡Lo que nos pudimos reír! Pero tengo que reconocer que no me había subido en monopatín en mi vida y que poco me faltó para caerme al suelo», nos cuenta divertida.

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Entonces, Paula llevaba su melena recogida en una coleta alta y ondulada, obra de su prima, la estilista Iria Carro, que remató con un gran lazo confeccionado con el mismo tafetán que la cola. Del maquillaje se encargó Ana Vázquez, de MAC Coruña. También llevó unos pendientes de Aristocrazy, una pulsera de Swarovski y su anillo de pedida, de la joyería bilbaína Suarez. Además, apostó por unas sandalias de color verde mar de Justene Shoes, que cambió en la segunda parte de la boda por unas Converse, para bailar hasta que las restricciones horarias lo permitieron. En este momento, se deshizo de la sobrefalda y se soltó la melena, sustituyendo el lazo de Alicia Rueda por una diadema de plumas de Anita Ribbon.

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Exprimieron su día y no bailaron hasta el amanecer porque las normas no lo admitían. Sin embargo, «todo el mundo nos dijo que nos vieron disfrutar muchísimo. No estábamos pendientes de nada que no fuésemos nosotros». Una muestra más de que las bodas en tiempos de pandemia pueden ser, incluso, más especiales que las de antaño.

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