Elene, la novia más original del verano

Elene, la novia más original del verano con sombrero, velo y vestido bilbaíno desmontable

A veces, las historias de amor más profundas nacen en los momentos más inesperados y difíciles. Así ocurrió con Elene Pagola, una joven enfermera de Tolosa de 32, y Quique Urcola, un ingeniero gallego de 36 años. Su historia es un ejemplo de cómo el amor puede florecer incluso en tiempos de tristeza y pérdida. «Nuestra historia es bonita, pero un poco triste», afirma la novia.

Elene conoció a Quique en 2018 en el Hospital Oncológico de San Sebastián, donde trabajaba como enfermera mientras la madre de Quique estaba ingresada. Durante su ingreso, Elene creó un vínculo especial con la madre de Quique. «Fue una de esas personas con las que conectas», confiesa la joven. Después del fallecimiento de la madre del joven gallego, este decidió escribir a Elene para agradecerle el cuidado y el trato que había brindado a su madre. La joven tolosarra aceptó la invitación del ingeniero, sin imaginar que ese encuentro marcaría el inicio de una bonita historia de amor a caballo entre Galicia y Tolosa.

En agosto de 2023, celebraban su quinto aniversario, por esa razón Elene sorprendió a Quique con un viaje a Arcachon y Burdeos. Durante esta escapada romántica, ella organizó una visita a las Dunas de Pilat. Sin embargo, no se esperaba lo que estaba por venir. Rodeados por dunas, con el viento acariciando sus rostros y una vista espectacular del océano Atlántico como telón de fondo, Quique sorprendió a Elene pidiéndole matrimonio. «Y al final, la sorprendida fui yo. Le pareció el momento perfecto», confiesa la tolosarra.

Elene soñaba con un look nupcial que combinara elegancia y originalidad, y su elección final reflejó perfectamente su estilo único. Aunque al principio no sabía qué diseño elegir, dedicó tiempo a explorar numerosos desfiles de moda nupcial en busca de inspiración. «Vi un montón de desfiles en internet y me encantó el vestido Inés», explica la novia. Un diseño elegante y atemporal de la firma vizcaína Sophie et Voilà inspirado en la elegancia atemporal de Balenciaga. «No lo había visto en la calle y me encajó la idea», afirma Elene.

Trabajar con la diseñadora Sofía Arribas para crear el vestido de sus sueños fue «una experiencia maravillosa» para la enfermera. «No sé si es coincidencia o el destino, pero Sofía ya había diseñado un vestido así durante la pandemia», recuerda Elene haciendo referencia al diseño Inés Dress. Desde el principio, el proceso fue muy fluido y lleno de entendimiento mutuo. Juntas, ajustaron cada detalle del diseño para que reflejara exactamente lo que Elene deseaba. El conjunto de dos piezas incluye una falda de tul etérea y una parte superior de lino de seda con bolsillos laterales, que aportaba una sensación de ligereza y elegancia.

En la primera prueba, Elene y su padre, ambos apasionados del lino, coincidieron en llevar camisas de ese material, lo que resultó ser un guiño perfecto al tejido elegido para el vestido. «No sé si fue casualidad, pero el lino siempre ha sido nuestro tejido favorito», comenta Elene. La colaboración con Sofía fue «súper fácil» recalca la enfermera. La diseñadora estructuró los volúmenes con maestría, logrando un diseño sencillo pero impactante que capturaba la esencia de la novia de manera única. El resultado fue un vestido que no solo era una obra de arte, sino también una pieza que narraba la historia personal de Elene.

Desde el principio, la guipuzcoana tenía clara la visión para su look nupcial. «Tenía súper claro que quería pamela de Eliurpi, ir velada y quedarme en corto», comenta la joven. Aunque dudó sobre la longitud del velo, la diseñadora vizcaína le recomendó cortarlo al ras del vestido por delante y al nivel de la falda por detrás, logrando un equilibrio entre modernidad y romanticismo. Cada detalle de su atuendo, desde el ramo de margaritas silvestres hasta los zapatos de Salo y los pendientes de su abuela, complementaron a la perfección su espectacular vestido.

Elene describe su vestido de novia con una palabra: equilibrio. «Es una mezcla perfecta de lo clásico y lo actual», comenta. Inspirado en Balenciaga, el vestido combina texturas y materiales diversos con armonía. El equilibrio se refleja en los volúmenes, desde el sombrero de ala ancha hasta el ajuste ceñido en la cintura y el flujo del vestido hacia la cadera. Cada detalle captura la esencia de lo atemporal y moderno.

El 29 de junio, la lluvia que caía suavemente sobre el paisaje de Azpeitia añadió un toque romántico a la boda, confirmando la tradición de «novia mojada, novia afortunada». La elección de la Basílica de San Ignacio de Loyola no fue casual; para la familia de Quique, vinculada a los jesuitas, y para Elene, es especialmente significativa ya que allí se casaron los padres de ella 34 años antes. «A mí me hacía ilusión que mi aita me llevase al altar donde él se casó, pero al final no pudo ser», explica Elene con tristeza, ya que su padre falleció antes de la boda. Esta conexión hizo que la basílica se convirtiera en un escenario aún más especial, fusionando el pasado y el presente en una celebración cargada de significado para la pareja.

La entrada de Elene a la Basílica fue un momento cargado de emoción. Del brazo de su hermano y al ritmo del 'Canon en Re Mayor' de Pachelbel, avanzó hacia el altar. A pesar de la tensión previa, al empezar a caminar, los nervios se disiparon dejando paso a la emoción y felicidad al ver a Quique, que pese a su serenidad durante los preparativos, mostró nervios al verla acercarse. Tras la ceremonia, las amigas de la enfermera realizaron un emotivo aurresku en su honor. «Lo hicieron genial», recuerda emocionada la novia.

La intención de la joven pareja siempre fue que sus 170 invitados no solo disfrutaran de la boda, sino también de todo las tradiciones vascas, ya que venían desde Galicia hasta Euskadi. «Queríamos que pudieran hacer un poco de turismo y conocer nuestras costumbres», dice la joven guipuzcoana. Por eso, eligieron la finca Narzabal, un caserío típico de la zona, para la celebración de su boda. «No nos centramos mucho en decorarla porque la propia finca es muy bonita», cuenta la novia. Eso sí, la lluvia obligó a realizar la boda en el interior. A pesar del cambio de planes, la esencia del estilo se mantuvo con una decoración sencilla pero elegante. Las mesas fueron adornadas con ruscus y olivo, lo que completaba el entorno con un toque de frescura natural que armonizaba perfectamente con el encanto rústico de la finca.

El catering de la boda, a cargo de Euskal Parrilla, ofreció una deliciosa fusión de gastronomía vasca y gallega compuesta por «producto fresco y todo a la parrilla». Los invitados disfrutaron de suculentas zamburiñas, pulpo y un impresionante chuletón a la parrilla, además de pintxos en el cóctel y platos principales como rape y chuleta. Esta mezcla de sabores y la cuidadosa selección de platos ofrecieron una experiencia culinaria auténtica, que a día de hoy los asistentes recuerdan.

Después de su primer baile como marido y mujer al ritmo de la canción 'Only You' de Yazoo, Elene sorprendió a todos al quitarse la falda de tul, revelando un elegante segundo look nupcial que deslumbró a los asistentes. La atmósfera de la celebración, captura por el estudio de fotografía Ochoeme, fue mágica y los invitados, a pesar de no conocerse entre sí, se entregaron por completo al gran día. «Fue impresionante, quiero volver a casarme. Además, nuestra gente lo dio todo y nos regaló el mejor día de nuestras vidas», asegura Elene. Después de su inolvidable boda, disfrutaron de su viaje de novios a Tanzania e India.

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