Un verano en Marbella fue el punto de partida de la amistad entre Pati Guzmán y Nico Ibarra, que pronto se convirtió en romance. «Sabía quién era porque los dos vivimos en Getxo y tenemos la misma edad, además habíamos coincidido en algún plan. Pero ... en esas vacaciones es cuando realmente le conocí. En un principio, me pareció chulo y borde», cuenta entre risas. El bar 'La Tortuga', situado en el municipio costero, se convirtió en el escenario de su amor: «Se me declaró en una de nuestras noches de baile. Nuestros amigos nos decían que ahí es cuando se veía la conexión que teníamos». Tras siete años juntos, el Central Park de Nueva York fue testigo de la pedida de matrimonio de Nico a Pati en febrero de 2020. «Fue como en una película. Estábamos sentados en la hierba y cuando yo estaba miraba para otro lado sacó el anillo. Me quedé en 'shock' y no supe reaccionar», recuerda emocionada. La pareja se casó el 26 de junio del año pasado en la parroquia de San Ignacio de Loyola de Algorta. Día en el que Pati sorprendió dos veces con su vestido de novia.
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Optó por un diseño de Paredero Quirós. Natalia, que integra el equipo de este atelier de alta costura bilbaíno, situado en Alameda de Mazarredo número 65, se convirtió en su hada madrina. «Desde el principio, sentí una conexión especial con ella. Pensé que iba a tener que mirar en muchos sitios antes de elegir y que me iba a volver loca, pero me sorprendí, lo encontré a la primera», reconoce. Se trata de un modelo que fusiona el estilo 'hippie' con el romántico y está compuesto por dos piezas: por una parte, el vestido con escote 'halter' y, por otra, un cuerpo desmontable con mangas abullonadas y flores bordadas. «Quería algo sexy. Una amiga me dijo que es una característica fundamental de los vestidos de novia, que no solo tienen que ser elegantes, y yo estoy de acuerdo», afirma. La futura novia quiso hacer partícipes del proceso de creación a las mujeres más importantes de su vida. Sus hermanas, tía y madre la acompañaron a alguna de las cinco pruebas.
Completó su 'look bridal' con un anillo de esmeralda que le regaló su madre y que perteneció a su abuela. También lució el día de su boda unos sencillos pendientes de su tía y unas sandalias 'nude' de tacón de la firma Flor de Asoka de Madrid. «Me empeñé en llevar un tocado. Me hice uno sencillo en Anita Ribbon, pero no me lo puse. Ya lo usaré para otra ocasión», cuenta.
Pati, que se define como una persona tranquila, amaneció el día de su boda en su casa de Getxo tras haber dormido cuatro horas. «Los nervios no me dejaron pegar ojo. Lo primero que pensé fue que iba a tener una cara horrible el día de mi boda, así que me eché una de esas ampollas 'flash'», cuenta entre risas. Compró el desayuno y se dirigió a casa de su madre, donde se preparó. Pati confió en la estilista Amaia Lauzirika, de 'La Pelu' de Getxo, que recogió su melena castaña en un moño de bailarina con una trenza alrededor. «Ella tenía muy clara la idea desde el principio. Quería ir sencilla, muy dentro del estilo que lleva todos los días, que creo que es lo más acertado», precisa la profesional. Después, la 'make-up artist' Patricia Pérez acicaló su rostro con un maquillaje muy natural que le permitió lograr el ansiado 'efecto buena cara'.
Su padre, Enrique, la llevó en coche a la Parroquia de San Ignacio de Loyola de Getxo. A las 13.30 horas tuvo lugar uno de los momentos más esperados para Pati: la entrada de la mano de su aita. «Cuando me imaginaba esos instantes, siempre terminaba llorando, pero no fue así», asegura. Una frase que pronunció su padre antes de realizar su entrada estelar le ayudó a tomárselo de otra manera. «Le dije: 'Aita, qué miedo ¿no? Me contestó: 'Qué va hija si ahí solo te están esperando tus amigos y tus familiares'». Pati cruzó el pasillo hacia el altar tranquila y sonriente con un ramo de hortensias, del estudio floral Liken de Leioa, entre las manos. Le abrían paso los pajes, un papel que desarrollaron sus sobrinas y la hija de una amiga. «Ahí fueron hablando y gritando», cuenta entre risas. La ceremonia estuvo presidida por Don Jaime, un cura muy especial. «Hice con él la comunión y tenía muy buena relación con mi abuelo. Luego vino a la celebración», añade. Pati y Nico se dieron el 'sí quiero' frente a 190 invitados.
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Un antiguo Citroën 2 CV descapotable trasladó a los recién casados al Palacio San Joseren. «En un primer momento, la celebración iba a tener lugar en la Real Sociedad de Golf de Neguri, pero por el covid no iba a ser tal y como nos habíamos imaginado, así que decidimos cambiar. Para nosotros era muy importante estar vinculados al espacio, así que elegimos este sitio maravilloso, que está muy cerca de la casa de nuestros padres y de la nuestra», explica. El convite aconteció en uno de los jardines laterales. «Pusimos una mesita con tres tipos de cócteles, cátering y unos cortadores de jamón», cuenta. La gran carpa, que cubría la zona del banquete, vibró cuando Nico y Pati aparecieron bailando. «Todo el mundo estaba muy emocionado, hasta Nico me lanzó al aire para arriba», reconoce. Tras la comida, tuvo lugar uno de los momentos más mágicos de la jornada: los discursos. «Hablaron mi padre, que sino no se quedaba tranquilo, Niko, su padre y una de mis hermanas, que hizo llorar y reír a todos con una reflexión sobre la vida y el amor», recuerda. Regalaron a los invitados unos sentidos cuadritos con flores secas con la firma de la madre de Nico: «Era una manera de honrar su memoria, ya que falleció un año antes. A ella le gustaban mucho».
Para el gran baile, en el que sonó Sinatra y que precedió la fiesta, Pati se desprendió del cuerpo que había lucido hasta ahora para lograr el ansiado efecto 'segundo vestido'. Mostró una parte superior de tirantes y escote trasero pronunciado. También se soltó el pelo para lucir unas ondas al agua. «Yo bailé con mi padre y Nico con mi madre. En una conversación, llegamos a la conclusión de que a pesar de que mi madre dijera que no, le hacía ilusión», cuenta sonriente. Los recién casados y los invitados bailaron y rieron hasta media noche. Pero, al parecer, no fue suficiente, ya que a pesar de que Nico y Pati ya estaban en su habitación del hotel 'El Embarcadero', no pudieron rechazar la suculenta invitación al 'after' que había montado una de sus hermanas en casa. «Cuando me envió una foto con mis amigas, cogimos un taxi y ahí nos plantamos con las zapatillas del hotel, el albornoz y el vestido de novia por debajo», recuerda entre risas. Pati y Nico pusieron el broche final a una de las experiencias más bonitas de sus vidas con una luna de miel en África. «Estuvimos en Ciudad del Cabo, el desierto de Namibia, hicimos safari, y terminamos en Mozambique».
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